Capítulo dos

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SIETE DÍAS▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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SIETE DÍAS
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El sol golpeaba de lleno la planta principal del departamento. Ezra pisó el último escalón y se obligó a cerrar los ojos ante el resplandor que amenazó con lastimarle la retina. Desde que se convirtió en padre, no puede dormir ocho horas corridas y, pese a que había días en los que William dormía con Kaleem, nada cambiaba y despertaba a la primera luz del amanecer.

Madrugar últimamente tenía sus desventajas. No porque se la pasaba todo el día cansado. La verdad, eso era lo de menos. Si no porque tenía tiempo a solas para pensar en el pasado, en el futuro que se avecinaba y en el hecho de que él no estaba haciendo absolutamente nada por cumplir con su propósito.

Ezra tenía un secreto.

Un secreto que quería compartir pero simplemente no podía hacerlo.

En sus cortos años como Nefilim aprendió que jugar con el destino era extremadamente peligroso. Que el mínimo movimiento podría cambiar el curso de la vida y, personalmente, a él le gustó el pequeño vistazo que tuvo del futuro. Le gusto ver a un William adulto, tan precioso y responsable y le fascinó conocer a Emma, fruto del amor que compartía con Alec. No obstante, toda esa emoción moría en su interior día a día y no sabía cuánto tiempo más iba a poder aguantar. Porque para que algo se convierta en un secreto, tiene que existir un motivo por el cual no poder expresarlo. Y el suyo era demasiado doloroso.

Soltó un suspiro y arrastró los pies hasta el refrigerador en busca de suministros para preparar el desayuno. Encontró un huevo, un pack de cerveza y un sobre de aderezo que vino junto a un sándwich de pollo que encargó días atrás. Un día normal hubiera salido en busca de comida, sobre todo si William se encuentra en casa, pero dadas las circunstancias, no se preocupó. Cerró la puerta y retomó el camino escaleras abajo donde Alexander seguía durmiendo. En silencio pasó por sobre sus piernas y se acomodó a su lado, acostándose entre su cuerpo y la pared. Lo abrazó pegando la mejilla a la espalda desnuda de su novio y cerró los ojos buscando caer en un nuevo sueño.

—¿Nada? —murmuró Alec, la voz le salió tan ronca que a Ezra le picó la garganta.

—Cerveza y kétchup —replicó al tiempo que Alec giraba sobre la cama para poder mirarlo a la cara—. Necesito hacer las compras, inmediatamente.

—Vamos a comernos toda la comida del instituto —sugirió el ojiazul.

—Sin dudarlo —Se apoyó en un codo para inclinarse y dejar un beso en su boca, pero Alec fue más rápido y se incorporó de golpe saliendo del cuarto para regresar en menos de un minuto. Ezra frunció el ceño—. ¿Qué demonios fue eso?

—No me había cepillado los dientes y tú sí...

Se estiró sobre la cama y lo atrajo hacia ésta haciendo que Alec caiga nuevamente entre las sábanas. Impulsándose con una mano, se sentó a horcajadas sobre él aprisionándolo con su cuerpo.

Royalty | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora