No juzgues un libro por su portada.

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Cada mes iba a la librería para comprarme un libro. Me encantaba leer, era lo que más me gustaba hacer en mi tiempo libre. Estar entre libros era mi mundo. 

Llegó el día en el que volvía a la librería. Al entrar todo estaba igual como siempre, todo lleno de libros de diferentes temas ordenados en sus respectivas estanterías. Lo diferente era que había un nuevo libro colocado en el centro de la sala con más ejemplares. Llamaba la atención su portada tan llamativa y bonita. No pude contenerme y acabé por comprarlo. De camino a la puerta para salir de la librería e ir a casa, ví en las estanterías que están detrás de la puerta un libro de tapa dura y vieja con acabados dorados que nunca había visto allí. Salí. Deseaba llegar a casa para empezar a leerlo. 

No podía creer que, siendo la portada tan bonita, el libro sea tan verdaderamente malo. No me gustó para nada.

UN MES DESPUÉS.

De vuelta a la librería como todos los meses, me dije a mí misma que leyera la sinopsis del libro para que no pasara como con el anterior.

He leído tantos que me resulta difícil escoger uno, entonces se me ocurrió echar una ojeada al libro de tapa dura y vieja con acabados dorados. No tenía sinopsis así que empecé a leerlo allí mismo, en la librería.

Podría decir que aquel libro es el mejor que he leído con tan solo leer unas pocas páginas. Te hace entrar en un mundo lleno de fantasía y te hace soñar y desear estar ahí. 

Comprendí que a veces, el exterior no es lo suficientemente importante como para permitirnos opinar sin conocer realmente el interior, la esencia. Ya lo dijo un gran autor: “Lo esencial es invisible a los ojos”. 

No juzgues un libro por su portada.

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