2; 0.2

2.3K 260 82
                                    

Espero que os guste la nueva portada.
Paso por aquí para agradecer que hayamos llegado a los 16K. ¡ME MUERO! Empiezo las clases, por lo que sintiéndolo muchísimo voy a tener que actualizar más despacio. De todos modos esta historia (y sus bellísimas lectoras) siguen siendo una de mis prioridades.

Os agradecería muchísimo que os pasarais por mi nueva historia, Until the End. Darle una oportunidad y os amaré para siempre.

Capítulo dedicado a sapphirelighting,quién me ha brindado un apoyo increíble estos últimos días. 💚 Disfrutad del capítulo, os leo en comentarios 🌝
_____________________________________________

El viaje se hizo corto. Por mucho que los oídos de la joven sangraran después de tres horas escuchando a Sam cantar al ritmo de Rihanna, había reído por primera vez en bastante tiempo.

El hombre llamó a la puerta dejando su vista sobre el bonito paisaje. Estaba atardeciendo y el sol se reflejaba sobre la superficie del agua del lago.

La puerta de madera se abrió entre chirridos y Bethany se encontró con los verdosos ojos de Laura frente a ella. No sabía bien qué decir, pero la mujer habló antes.

- Pasar, hace frío.

Ya había estado allí antes, pero todo parecía ser nuevo si Peter no estaba a su lado para disfrutarlo con ella. Dejó la maleta al lado de las escaleras y giró sobre sus talones, dirigiendo su mirada hacia el corto abrazo de Sam y la mujer de su padre.

- Yo debo irme.-dijo Sam mirando a la joven.-Vendremos a verte en cuanto podamos, princesa.

Ella asintió aunque no creyera al hombre. ¿Para qué iban a perder el tiempo con ella?

Sam la abrazó con fuerza y la elevó en el el aire durante unos instantes, provocando un pequeño grito agudo de parte de Bethany.

- Puedes con esto.-susurró en su oído.

Ella cerró los ojos con fuerza con la cabeza sobre su hombro, teniendo el vivo recuerdo de el arácnido en su alocada mente.

Sam intercambió un par de palabras con Laura antes de darle una última mirada a Bethany y cruzar la puerta. Ella suspiró, se quedaba sola ante la inevitable incomodidad.

- Ven, te enseñaré tu cuarto.-dijo Laura con una sonrisa.

Subió las escaleras seguida por Bethany, maleta en mano. La joven frunció el ceño cuando se dio cuenta de que habían pasado ya el segundo y el tercer piso, quedando en un pequeño rellano. Si extendía su brazo hacia arriba, podía tocar el techo.

- Bueno, pensaba dejarte la habitación de invitados, pero creo que esto te gustará más.-abrió la pequeña puerta de madera.-Quiero que te sientas cómoda aquí.

Era un desván. Una pequeña ventana circular situada en el techo de madera dejaba pasar la tenue luz natural que inundaba la estancia. Tenía forma triangular, dado que seguía la forma natural del techo de la casa. Había un colchón en una de las esquinas, con una acogedora colcha y decenas de almohadas.

Vió un pequeño escritorio al lado de la puerta, con un espejo sobre él. Sonrió al ver que Laura había dejado varios libros y productos de belleza allí. No había armario, pero sí una pequeña cómoda blanca.

- Sólo hay una bombilla, tienes velas en esa estantería por si necesitas más luz. El baño del tercer piso no lo usa nadie, lo he colocado un poco, así que puedes usar ese. Deja tus cosas en los armarios, están vacíos.

Bethany la miró incrédula. Creía que Laura la odiaría por completo por ser hija de Clint pero no suya, sin embargo, allí estaba ella, dándole todas las comodidades y sonriéndole con plenitud.

- Gra.. Gracias.-dijo la joven con una gran sonrisa.

La mujer rió y se apoyó sobre el rellano de la puerta.

- No es nada. Voy a acercarme al pueblo, los niños están allí. Te dejo que te instales.

- Vale.-asintió ella.

Laura sonrió antes de salir cerrando la puerta. Bethany dejó la maleta junto a la mesa y giró sobre sus talones, maravillándose con la que sería su habitación durante un tiempo.

Se dejó caer sobre el colchón. Tal vez ese era verdaderamente su sitio. Era su sitio soñado desde el orfanato, un lugar tranquilo y alejado de la ciudad, donde tenía libertad. Con su familia y su propio espacio.

Podría levantarse cada mañana y disfrutar de un paseo a caballo, jugar con el perro y hacer decenas más de cosas. Claro que le gustaría poder pasear riendo con los chistes malos de Ned, ver a Emily mostrar su perfecta sonrisa mientras mimaba al canino y ver de nuevo a Peter montado en aquel caballo blanco, mirándola con una sonrisa y con sus ojos cafés brillando.

Llevó sus delgadas manos a su cabeza. Aquello dolía como cien heridas después de una batalla. El vacío que sentía la hundía y la consumía por dentro. La impotencia estaba acabando con ella.

Su pecho brilló. Las aureolas verdes se extendieron débiles hasta la pequeña planta que había en una de las estanterías, haciendo que las flores salieran con un reluciente blanco.

La gema estaba recuperándose poco a poco. Desde aquel maldito día había perdido por completo la confianza que había depositado en esa poderosa piedra y en sí misma. Si no había podido salvarle a él, ¿a quién iba a salvar?

Las lágrimas llegaron a sus ojos con rapidez. Sabía bien que por mucho que hiciera el dolor no iba a marcharse. Podría luchar, podría acabar con Tecna, podría acabar con aquella fuerza mayor aún desconocida, pero la sombra de Peter iba a seguirla toda la vida.

Le necesitaba a su lado, acariciando su cabeza, besando su frente, diciéndole que era preciosa, cuidándola y protegiéndola.
Tapó su boca cuando el primer sollozo llegó. Sabía bien lo que seguía y no iba a detenerlo. Las aureolas azules la envolvieron.

Sus ojos se tiñeron de negro. Ante ella estaba la calle principal de Nueva York, el asfalto estaba tenido de sangre y se escuchaban gemidos de dolor.

Ella sollozaba desconsolada acunando con fuerza el cuerpo del chico entre sus brazos. May esquivó a la gente, alarmada por el grito desgarrador que se había escuchado por toda la ciudad.

Y allí encontró a la única familia que le quedaba, entre los brazos de una destrozada Bethany con el pecho y las manos llenas de sangre. Se acercó corriendo, mirando incrédula a la joven, y después el cuerpo frío de su sobrino. Cogió su cara entre sus manos y haciendo que con el movimiento la inerte mano de Peter se separara de la de Bethany.

Ned se quedó estático, cayendo de rodillas al suelo. Emily cayó a su lado y lo envolvió entre sus delgados brazos, dejando que llorara sobre su pecho agitado por los pequeños sollozos que ella también dejaba ir, al ver a su mejor amiga en aquel estado.

Tony volvió su vista atrás. Sabía bien que Wanda seguía mandando ataques a la plática mujer, pero él ya no tenía fuerzas. Nadie las tenía. Habían visto decenas de cosas en sus anteriores batallas, pero aquella vez, habían visto cómo un ángel se volvía un ángel caído.

(1) Barton;  Peter Parker, The Avengers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora