Capítulo 65

2.4K 824 26
                                    



 Las conversaciones cesaron y tan solo dos o tres de las chicas se movieron, probablemente chicas nuevas que jamás habían visto a Don Giovín, a Maek y Baref juntos. 

Vaya, eso era algo así como que a alguien le tocase la primitiva, la lotería y el euromillón juntos en el mismo día, pero en lugar de ser algo positivo, que fuese todo lo contrario, algo que tan sólo podía definirse con una sola palabra. Mal. Cada uno de esos tres hombres albergaba en su interior mucho mal para poder hacer las cosas que hacían, y el verlos juntos...

David pensó hacía unos días que Don Giovín debería de haber vuelto a alguna de sus mansiones fuera de España, tal vez por eso se sorprendió tanto al verlo. Llevaba un traje negro, arreglado, como la mayoría de personas de aquel lugar que ostentaban cargos importantes. Tenía una sonrisa en el rostro que le heló la sangre a pesar de que aquel hombre ni tan siquiera lo había visto. No había posado sus ojos en él, y probablemente no lo haría en nadie más. Para eso estaban sus guarda espaldas. David tragó saliva al distinguir a uno de los hombres que le había amenazado en la puerta de aquella casa, cuando fue a ver él solo a Don Giovín. Aún recordaba sus palabras, y sin poder evitarlo, sintió un escalofrío. El guarda espaldas de piel morena y cuerpo increíblemente fuerte tampoco reparó en él, y una parte de David dio las gracias a aquello, aunque se planteó si aquel hombre sería tan imprudente de dispararle en un lugar como aquel.  

Tratando de calmarse, intentó entender que era lo que pasaba. Algo gordo, sin lugar a dudas. Tal vez un acuerdo, un trato, pero fuese lo que fuese, había miles de millones en juego si habían logrado reunir juntos a aquellos tres hombres. Los guardias mayores fueron saliendo tras ellos, y algunos se colocaron delante, escoltándolos. La señora La Rua salió con ellos, si ella también estaba involucrada la cosa tan sólo podía ir a peor. Ella era mujer cruel, torturaba a las chicas que se negaban a prostituirse y las violaba hasta que a penas quedaba nada de ellas. Hasta que eran siervas de cualquiera que les levantase una mano. David apretó los dientes, sería tan fácil como dispararlos a los cuatro, a pesar de saber que no saldría vivo de allí. Los habría matado en aquel preciso momento de saber que El Zorro no contrataría a otros para ocupar su lugar. Ese maldito hombre que les pagaba y les hacía despreocuparse de cuestiones legales. David tenía que hacer algo mucho mas grande que matarles, tenía que destruirlos, y sólo había una forma de hacer eso. Lograr que se peleasen entre ellos.

Los observó salir y se ocultó de su jefe tras un grupo de personas. Maek no debía de verlo allí, aunque hoy no tuviese ninguna misión que cumplir, era mejor que no lo viese directamente, aunque luego sus águilas se encargasen de hacerle saber que había estado en aquel lugar.

Los vio alejarse escaleras arriba, y observó como Baref agarraba las nalgas de la señora La Rua. Ella era una mujer mayor, pero le daba poder el sentirse deseada por personas como Baref, ese hombre de cabello castaño y ojos negros, de piel morena y atractiva y corta barba. A diferencia de Maek, él era un hombre atlético, y David sabía que sería incluso capaz de acostarse con la señora La Rua para tener ventajas sobre Maek. Era una persona capaz de todo para conseguir lo que quería.

De pronto, algo llamó la atención de David y de todos los allí presentes, incluida la señora La Rua. Una chica joven y vestida de lencería había tropezado con algo, probablemente un maletín y se había caído, tirando una bandeja al suelo y rompiendo algunos vasos.

Todos se quedaron sumamente quietos cuando vieron a la señora La Rua insultarla.

-¡Maldita zogga! ¡Otga vez tú! ¡Te asegugo que no habga pgoxima vez!

Y dicho eso, con su acento francés, se acercó a ella y sacó una pistola.

-¡No!-chilló otra voz de mujer.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora