PIECES OF AN IMPOSSIBLE LOVE » Renly Baratheon & Loras Tyrell

uno

El caballero de las flores caminaba a paso ligero por los extensos pasillos del castillo.

Desembarco del rey era realmente grande en comparación del campamento en el que se encontraba días atrás.

Deseaba tanto llegar y encontrarle allí, aguardando por su regreso.

Le necesitaba e imploraba con todas sus fuerzas que su rey también lo necesitara, que le haya extrañado tanto como lo hizo él.

Miró a ambos lados del pasillo una vez que llegó a la entrada de los aposentos de la realeza, quería cerciorarse que nadie le descubriera ni molestase en su reencuentro con su amado.

Una vez dentro de la habitación real, se encaminó más a la zona central de ésta.

Escuchaba susurros apenas audibles con cada paso que daba. Aquellas voces se le hacían cada vez más conocidas.

Las voces cesaron con las últimas cuatro palabras que escuchó, las cuales le hicieron contener el aliento:

"Te matarán, debemos intentarlo"

Lo siguiente que pudo identificar fueron ruidos; personas besándose, pensó de inmediato.

La desilusión le golpeó con fuerza en su pecho, miraba aquella escena y se sentía traicionado aunque en el fondo sabía que las cosas debían ser así desde un principio.

Allí estaba Margaery junto a él.

Envidió tanto a su hermana en aquel momento. Quería ser él quien besara a Renly, quien lo tocara, quien disfrutara de su compañía.

Pero no, era ella.

Desataba apresuradamente el pantalón del rey, en un intento de complacerse a si misma.

Le besaba con tanta intensidad que Loras pensó que en verdad le amaba.

Renly tomó sus manos de golpe e impidió que se deshiciera de su pantalón.

Ella cesó con sus besos desesperados.

-Lo siento, yo...- le dio un tierno y lento beso, lo estaba disfrutando.

Loras se desilusionó aún más. Por un momento pensó que pararía con aquel acto, pero se equivocó.

Seguían besándose y no habían notado la presencia del rubio.

El rey abrió los ojos un momento, como un acto desesperado por creer que era él y no su hermana.

Entonces lo vio. Estaba parado detrás de ella.

Por un momento se alegró de su regreso, por fin estarían juntos después de un largo tiempo.

De inmediato todo eso se fue por el caño cuando notó la mirada de desilusión de él.

Olvidaba que estaba besando a su hermana y eso terminó por hacerlo reaccionar.

La alejó con brusquedad. Ella se asombró pero toda incógnita se esfumó de su mente al ver a Loras en la habitación.

-Loras..- susurró Renly en tono de súplica.

El caballero de las flores dio media vuelta yéndose del lugar.

Se sentía enojado, triste e impotente.

Renly salió tras de él.

Margaery allí, con su pecho desnudo comenzó a sentirse algo culpable. Después de todo, ella estaba consciente del amorío de su esposo y su hermano, sentía que le había traicionado.

-¡Loras!- gritó Renly intentando alcanzar al hombre de rizos rubios.

Sir Loras entró a su habitación cerrando fuertemente la puerta.

Tiró su casco violentamente y comenzó a quitarse la armadura.

Se sentía estúpido, había armado una escena frente a su hermana, se suponía que nadie sabía de él y Renly, ahora lo sabia Margeary.

-Hey..- dijo Renly entrando al lugar.

-Vete- le ordenó.

Era irónico que alguien le ordenara cosas al rey.

-¿Sabes? Te extrañe mucho este tiempo- se fue acercando.

-Claro, y por eso buscaste consuelo en otro Tyrell, ¿no?- estaba desahogándose - Tyrell por Tyrell- habló dándole la espalda.

-Calmate, es mi esposa. Sabes que debo hacerlo- le abrazó por detrás

-Pues ve y hazlo- se zafó de su agarre.

-No puedo- el rubio se sorprendió ante tal confesión -, no puedo estar con alguien más que no seas tú.

Loras enmudeció. No sabía que decir.

Renly hizo que girara lentamente.

-Loras, te quiero a ti, ¿puedes entender eso?

Y lo entendió perfectamente.

Se abalanzó sobre el rey y lo besó.

Todo aquel amor y pasión que había estado reprimiendo, simplemente fue liberado.

Se deshizo de todo en aquel momento: de los malos pensamientos, de sus principios, de su hermana, de su ropa...

Simplemente se liberaron y disfrutaron de su compañía.

Eso era lo que habían querido desde tiempo atrás: estar juntos sin que nadie les moleste, sin que nadie los juzgue, sin que nadie los reprima.