- en las galerías del centro de la ciudad. Hay que ir en coche, esto es más grande de lo que parece en tus visiones.- respondió de inmediato.

Yo me dí la vuelta y me planté frente a los habitantes de ese bello mundo en peligro.

- ¡COJED VUESTROS COCHES, NOS DIRIJIMOS A LAS GALERÍAS!- grité.

Después miré a mi amigo, que era de los pocos chicos de la fiesta que iba vestido de guerrero.

- Lyle, a estas alturas yo ya no alcanzo a Vitality y a Lobo. ¿tienes coche?- le pregunté.

Entonces caí.
«Tonta de mí», me dije.
Lyle estaba infiltrado en el clan, seguramente tuviera su hogar en la ciudad, pero tendría su coche en su triste morada del lado negro.

- hemm... Bufff.- resoplé llevándome la mano a la frente, intentando retirar mi estúpida pregunta.

- no pasa nada. Se lleva bien el vivir allí cuando te acostumbras.- dijo de manera amigable- y... Obviamente no tengo el coche aquí, pero, conozco a alguien que sí.

Acto seguido tiró de mi mano y se metió en el grumo de gente, abriéndose paso para buscar a alguien. Alguien que, de nuevo, yo no conocía.

- ¡Hona, Hona!- gritaba Lyle entre la multitud.

A mis espaldas, alguien me frenó dándome un golpecito en la espalda. Yo me paré y eso hizo que mi amigo, unido a mi mano, hiciera lo mismo.

- Lyle, ¿que ocurre?- dijo la muchacha que al parecer me habia tocado la espalda.

El chico, por fin se percató y miró fijamente a la mujer.

- Hona, necesito que nos lleves contigo a las galerías.

Miré de arriba a bajo a la chica. A la altura de la cadera, a su lado, tenía a la pequeña Marte cogida de la mano.
La tal Hona me miró a mí.

- ¿no me vas a presentar?- dijo a Lyle mientras me señalaba con la barbilla.

- Bri, mi hermana mayor Hona.

Yo alcé una mano, en señal de saludo.

- está bien. Venid.- dijo secamente la mujer.

Lyle y yo la seguimos hasta un coche aparcado al lado de la acera de hierro.

- ¡es una pasada!- dije yo sin poder mostrar mayor alegría.

El auto era morado y plateado, y... ¡vaya! Cualquiera que me oyera ahora mismo no me creería... ¡sus ruedas no tocaban el suelo! estaban tumbadas y flotando sobre la carretera como si fueran imanes que se repelen con la propia gravedad.
El automómil era bajo, y tenía la misma forma que un Lamborghini. Salvo por sus controles, que no eran botones, ni llaves ni palancas, sino que era una pizarra de holograma y sonidos; incluso el volante, era una proyección.

Hona pulsó una pantallita de escáner que había proyectada en la ventanilla del conductor. Las puertas del coche se abrieron hacia arriba como unas alas mecánicas.

El coche estaba totalmente vacío en la parte trasera, hasta que unos asientos compactados en ni siquiera sé dónde, salieron y se automontaron, formando el coche al completo.

Hona se montó en el asiento del conductor y Lyle en el del copiloto. Yo me senté al lado de la dulce Marte en los asientos recién montados.

- ¿a dónde vamos?- preguntó suavemente.

- a las galerías.- contestó la conductora con la misma dulcura.

- ¿por qué? ¿ha pasado algo malo?

La chica se lamió el labio inferior y dejó caer la mirada.

- la verdad, cielo, no lo quiero saber...





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NOTA DE LA ESCRITORA:

¡pero fijáos que lejos hemos llegado! "Capítulo 18". En fin, he hecho esta nota para pediros que comentéis en este capítulo, qué os ha parecido, o, si es posible, qué creéis que vá a pasar.
Antes de que penséis que quiero vuestras opiniones anticipadas para contaros que vá a pasar definitivamente, no, no os diré nada, y sinó, unas breves pistas. Es para poner a prueba vuestra memoria y saber si habéis estado atentos a cada detalle. Más que nada, porque lo que creéis que pasa de largo, a lo mejor puede ser lo más importante, el que más inocente veáis, puede ser la muerte en persona, el que creáis que vivirá porque es de suma importancia, puede morir.
¡aquí todo puede pasar!

En los siguientes capítulos, podréis comprobar si vuestro comentario a acertado. Asi que, no os queda otra que... ¡seguir leyendo, mucha suerte! Y, por cierto, no vale apostar el final del libro, solamente de los tres siguientes capítulos.

Fdo: Alma Vázquez

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