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Hoy, era la fiesta.

Amaba los sábados, no me malinterpreteis, pero pasármelos en una fiesta con mi intento de mejor amiga no era muy divertido que se diga.

Era en un local de uno de los pueblos, al parecer un chico celebraba su cumpleaños y literalmente invitó a todo el mundo.

Me estaba arreglando junto a la soledad de mi cuarto ya que Derek se había ido hacía unas horas atrás, por suerte para mí mi madre se había ido a casa de Sierra a pasar la noche porque (O según había entendido) Sierra había vuelto a discutir con su marido y él se había ido de casa.
No era la primera vez que pasaba, aunque el hombre volvía a los dos días.
Logan por supuesto se había ido con ella así que tenía la casa para mí sola.

Yo había quedado con Margo en la rotonda que había entre la ciudad y el pueblo para no ir solas, se notaba mucho que ya no teníamos coche y más lo iba a notar cuando tuviera que andar tanto tiempo con tacones y un vestido que a pesar de ser sexy era algo incómodo.

Cuando ya llegó la hora de irme metí en el bolso el dinero, las llaves y el teléfono y bajé las escaleras.

Antes de marcharme eché un último vistazo de mi rostro en el espejo de la entrada para asegurarme de que todo seguía en su sitio y me fui.
Pero no estaba sola, vaya que no.

Derek me esperaba apoyado en su coche (que por cierto, me fijé en que ya había cambiado la rueda que le pinchó Trent), con una camiseta negra y unos vaqueros del mismo tono, hacía brisa aquella noche, con lo que, como os podéis imaginar, su cabello estaba más rebelde que nunca.
Me sonrió.

—¿Vamos?

—Te va a ver demasiada gente —Respondí con el ceño fruncido.
Estaba muy atractivo, su barba incipiente le daba el toque de chico malo que le faltaba.
Sus pupilas estaban dilatadas para adaptarse a la poca luz de la noche.
Y el color de sus ojos estaba apagado, un mar en calma y un bosque con los animales dormidos.

Derek soltó una pequeña risa que sacudió mi pecho.
¿Me había tomado las pastillas?
Sí, sí.
Entonces era aquel sentimiento llamado amor, que te sacude al mínimo gesto del chico que te gusta.

Qué duro era pensarlo.

—De los cuales muchos estarán borrachos, bastantes drogados y otros follando en los baños. Y sabes que mi cara no ha salido en ningún medio —Su sonrisa seductora nació de entre sus labios— Sube al coche, ternurita.

Sin decir nada caminé hasta el lado del copiloto y monté en el coche, el olor de Derek llegó a mis fosas nasales y suspiré, quería tener esa fragancia en mi nariz para siempre.

Me salvó de tener que andar hasta la rotonda; aunque seguía con la angustia de que alguien lo reconociera.
Parecía que iba a ser una noche normal, un chico y una chica que se gustan yendo de fiesta junto con otra amiga.
Y en mi pecho creció algo parecido a la felicidad.
Poder bailar con él, besarlo, darle la mano, olvidar que es un fugitivo.
Que todos lo vieran sin problema.

—¿Dónde has quedado con tu amiga? —Preguntó.

—En la rotonda, pero no creo que esté ya ahí.

Derek me miró de reojo una de sus manos estaba en el volante y la otra sobre la palanca de cambios; era muy buen conductor.

—Entonces vamos a su casa.

Asentí y le di la dirección, indicando un poco su zona.
Cuando ya supo cuál era su casa aceleró y el motor rugió; el paisaje se distorsionaba.

—Samantha —Dijo después de unos segundos de silencio bastante cómodo.

Giré el cuello y sus pupilas se clavaron por unos segundos en mí.

Llámame Derek [ANULADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora