Capítulo XVIII: Dragon Attack

254 43 18
                                        

—¿Juráis solemnemente no romper, destruir, ni corromper ningún enser de la casa?

—SÍ, SEÑOR.

—¿No gastaréis el saldo de mi tarjeta de crédito de PayPal?

—NO... señor.

—Ethan, no he entendido eso —Freddie alzó una mano como pidiendo permiso para hablar. El resto también ignoraba el significado de lo último que dijo el dueño de la casa.

—No importa, mejor que no lo sepáis —el muchacho seguía caminando con las manos agarradas tras su espalda, paseándose por delante de los chicos colocados en fila—. ¿No saquearéis la nevera sin avisarme antes de que vuelva para ir a comprar cuando salga del trabajo?

—NO, SEÑOR.

—¿Tampoco haréis el ruido suficiente como para alterar a la bestia?

—¿QUIÉN ES LA BESTIA, SEÑOR?

—Entre los mortales se la conoce como "señora Campbell". Los que ya hemos visto su ira no somos considerados mortales porque nunca podremos descansar en el paraíso de los cielos —fingió secarse una lágrima—. No la provoquéis.

—SÍ, SEÑOR.

—Creo que no se me olvida nada —suspiró y se rompió aquella formación que todos mantenían.

—Tranqui, Ethan. Todo irá bien —Roger se dejó caer en el sofá.

—Tendremos cuidado —añadió Brian sentándose en una silla de por allí.

John se sentó junto a Roger— Si tenemos problemas, te avisaremos. No sé cómo... Pero lo haremos.

—Ethan, cariño —Freddie se aproximó con un móvil entre las manos—. ¿Este botón de aquí era para llamar?

—No, eso es para el volumen. Para llamar haces esto —el muchacho agarró el aparato y le enseñó el proceso lentamente a Freddie, que observaba atento pero turbado—. ¿Crees que podrás recordarlo?

—¡Sí! —Ethan le devolvió el teléfono—. Digo yo, vaya.

—Tengo que irme ya —el joven agarró su cartera y se la colgó a un costado—. Recordad todo lo que os he dicho.

—Espera, ¿y Martha? —dijo Roger parándolo, echando en falta a la perra.

—Maggie se la llevó al trabajo —miró la hora que marcaba el reloj—. Mierda, ya son las 8:05. ¡Hasta luego!

—¡Que te vaya bien!

—Hasta más tarde.

—¡Adiós, querido!

—¡Buena suerte!

Ethan salió, cerró con llave y se dispuso a salir del edificio.

—He dejado a los miembros de Queen en mi casa. Solos. Le he enseñado a Freddie Mercury cómo utilizar un teléfono móvil —suspiró mientras hablaba para sí—... Voy a acabar mal de los nervios.

De vuelta al apartamento, los músicos estaban tranquilos. Cada uno se entretenía con una cosa. El día anterior lo habían dedicado a ensayar, y tenían pensado hacer lo mismo en la jornada de ese lunes. Aunque no antes de que fueran por lo menos las once de la mañana, para no molestar a los vecinos.

—¿... Cómo decía que se desbloqueaba esta cosa? —Freddie trataba de recordar las instrucciones que Ethan le había dado sobre su teléfono.

—Yo me rendí hace rato con eso. Estas máquinas son una cosa del demonio —dijo John comiendo galletas de un paquete que encontró en la cocina.

KEEP YOURSELF ALIVE #4: Crossing the HOT SPACE! ♕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora