Capitulo 20: La verdad.

2 0 0
                                    

*Ana
Llevaba días sin salir de casa, no tenía muchas cosas que hacer; Lavar, limpiar, sacudir y planchar no llenaban mi día. Sin embargo logré convencer a mi padre de dejarme salir, él se encargaría de platicar con mama sobre el permiso. Se que les preocupo y por eso decidí esperar al medio día para partir cuando ellos se dieran cuenta.

Lleve unas revistas nuevas para leer con Greeta y unos cuantos chismes. Aunque lo único que podía contar era sobre lo sucedido en casa, como el que un gato callejero se metió a media noche asustando a mis padres haciéndoles creer que era un robo. No eran noticias impactantes pero al menos tuve algo que contar. Y era a ella la única persona con la que podía platicar que no fuera de mi familia; llevo días sin ver a Peter y quiero que permanezca asi.
Además necesito una tarde de chicas con Greeta, quien solo vi hace dos días pasar por mi calle en bicicleta con unas zanahorias en la canasta, lucía feliz porque iba cantando.

En fin, debo apresurarme si quiero pasar suficiente tiempo con mi amiga antes que se agote el permiso de las siete. Horario que debo cumplir si deseo volver a pedir otra tarde para salir en un futuro.

Cuando llego a casa de Greeta huele a panqueques de chocolate, un olor demasiado suculento para cualquiera. En el camino afortunadamente no me topé con nada fuera de lo normal, en estos últimos días no han regresado los uniformados. Espero nunca vuelvan.

- Hola Ana - abre la puerta la señora Huntley.

No se como decirle a la abuelita de Greeta, Sra. Huntley no es un término tan característico de ella porque de esa misma forma llamo a la madre de mi amiga. No puedo decirle de otra forma porque no está casada, por lo tanto no posee otro apellido. Lo que me lleva a preguntarme quién será el padre biológico de Greeta, no creo que sea la única con esa duda. Apuesto a que incluso ella misma la tiene.

- Hola Sra. Huntley - digo sin darle tantos rodeos a cómo debo llamarla.

¿Abuelita de Greeta? ¿Señora? ¿Gran Huntley? Ninguno de esos términos me parece apropiado y por eso decido llamarla como siempre lo he hecho.

- ¿Se encuentra Greeta en casa?

- Claro que si, pasa pequeña.

- Muchas gracias.

- Puedes dejar tu abrigo en el gancho - me dice mientras camina hacia la cocina.

Dentro, el olor a chocolate era el doble de intenso y salivar era casi imposible. Deje el abrigo y entonces sentí unos dedos picar mis costillas provocando que diera un saltito. Por suerte no tire las revistas que llevaba en las manos.

- Ana - dijo una voz al tiempo que se reía.

Greeta estaba más sonriente que nunca, el cabello lo llevaba en una trenza despeinada. Señal de que ha estado trabajando en algo porque soy la testigo viva de que cada que piensa detenidamente se lleva la mano a su cabello.

- Dios ¿Acaso quieres que sufra un ataque cardiáco?

- Por supuesto que no. - estaba por reprocharle otra cosa cuando me jalo de la mano hacia la cocina. - Tienes que ver algo.

- Esta bien pero antes...

- Abuela - ella habló nuevamente - ¿Puedo tomar dos?

Pregunto refiriéndose a los panqueques.

- Claro querida.

- Muchas gracias abuela.

Greeta tomo dos panqueques y, antes de llevarme casi arrastrando a su habitación, le dio un beso en la nuca a la Sra. Huntley.

CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora