-Ya déjate de estupideces... Frankie. ¿Dónde está nuestro dinero? -habló una voz conocida. Tardé sólo unos cuantos segundos en reaccionar y apenas ubiqué el timbre tan específico se me revolvió el estómago y todo dentro de mí se encogió. Sentía que iba a vomitar.

Es Seis, no tengo duda alguna; es ese mismo tono de voz. Dios mío. Me comenzaron a temblar las articulaciones, ¿Ahora qué rayos hago? ¿Salgo corriendo? ¿Me oculto? Me quedé petrificada como una estatua sin saber cómo reaccionar.

Escuché claramente un sonido metálico y lo reconocí instantáneamente. Era un arma, alguien le acaba de quitar el seguro a su pistola y se prepara para disparar.

-No por favor -suplicó otra voz-. Denme más tiempo, les juro que se los voy a devolver.

Podía advertir el tono de desesperación y miedo. Se me humedecieron los ojos y maldije en mi mente infinitas veces.

Tenía la piel de gallina y los nervios de punta. Incluso me comenzó a doler la cabeza.

-Tuviste un mes, ya no podemos esperar más tiem... -otra voz diferente a las anteriores habló colérica, pero fue interrumpida.

-Terminemos con esto de una vez -volvió a hablar Seis con ira y pude ver cómo apuntaba con el arma. Observé cautelosa esa silueta alta <más alta que todas las demás> que estiraba su brazo sosteniendo el revólver.

Ay dios mío. Comencé a retroceder tanteando el piso con los pies con cuidado de no pisar alguna rama, pero mi impulso desesperado por alejarme lo más rápido posible provocó que tropezara, mis zapatos generaron un ligero chasqueo contra el suelo semi-húmedo; por la lluvia que cada vez arreciaba más. Por pura suerte no perdí el equilibrio.

Estaba helada con los ojos bien abiertos. Seis se detuvo por un instante y volteó la cabeza en torno a mí. Cerré los ojos y aguanté la respiración. Sentía sus ojos clavándose en mí a través de la oscuridad. Pero después de unos segundos <que a mí me parecieron una eternidad> regresó la mirada a su objetivo.

Al parecer fue el único que me escuchó, no sé si eso es bueno, por el momento lo tomaré como otro golpe de suerte.

Me oculté enseguida detrás del árbol más cercano, fuera del sendero de concreto. Eso implicó acercarme un poco más a ellos, pero era el único escondite que tenía disponible. Ahora bajo mis zapatos sentía el lodoso pasto mojado. Inclusive, se podía oler la suciedad silvestre del aire.

Se me ocurrió quitármelos, así no voy a hacer tanto ruido al caminar. Es quizá la peor idea que he tenido, o incluso puede que sea la mejor. No sé si va a empeorar el asunto o me va a salvar la vida. Como sea, comencé a desatarme las agujetas recargándome contra el áspero tronco, liberando mi pie derecho, y luego el izquierdo.

Después de una severa pausa, Seis volvió a hacer su voz resonar en el lugar.

-Váyanse, los alcanzo en un momento -logré escuchar, y entonces otra voz protestó en un tono deliberadamente alto.

-¿Por qué?

-Hagan lo que les digo -gruñó Seis en voz baja. Y a ésta orden nadie refutó. Percibí las pisadas alejándose. Después de un momento, sólo quedaban dos sombras. Eran Seis y algún desafortunado que está a punto de morir.

-Nos vemos en el infierno -él arrastró las palabras una por una rumiando con enojo.

Las lágrimas iban a escurrirme en cualquier momento. Tenía el cuello tenso, y justo entonces, disparó.

El arma provocó un eco después del impacto ruidoso. La resonancia retumbó en mis oídos, y la adrenalina me recorría todo el cuerpo. No puede evitar pegar un grito ensordecedor muy digno de película de terror. Me cubrí la boca con las dos manos y escuché cómo el cuerpo sin vida caía al piso.

Estaba aturdida, y enseguida Seis se giró a mí de golpe.

-¡Mierda! -gritó. Y me eché a correr.

Dejé escapar la adrenalina acumulada en otro grito aún más fuerte que el anterior, no sé ni a dónde iba, pero corría tan rápido y estaba tan asustada que ni siquiera me importó.

La lluvia arreció, las gotas chocaban en mi cara y se sentían como pequeños piquetes. El viento me revolvía el cabello humedecido al igual que mi ropa y hacía que se me quedara pegado en la frente por los bruscos movimientos que daba.

Podía oír las rápidas y consecutivas pisadas de Seis. Corría tras de mí. Las rocas entre el pasto húmedo y lodoso me lastimaban los pies pero no sentía el dolor. Estaba demasiado concentrada en correr y no parar.

Perdí de vista el sendero, soy consciente de que no voy por el camino correcto pero no me importó, solo quería escapar con vida.

Tenía la garanta seca, y estaba muerta del miedo. Esquivaba los árboles que se atravesaban en mi camino, y las ramas de los arbustos me rasguñaban las piernas. A lo lejos podía ver el lago del parque, era bastante grande, no podía pensar bien ahora, así que me dejé llevar por mis impulsos de supervivencia. Me dirigía hacia la gran laguna a toda velocidad.

Podía percibir la respiración acelerada de Seis. Escuchaba sus largas zancadas a mis espaldas. Él maldecía mientras corría, y casi sentía que lo tenía a menos de un metro lejos de mí.

No podía ver prácticamente nada, estaba demasiado oscuro. Intenté acelerar el paso, pero mis piernas ya estaban medio entumecidas. Me cansé rápido y disminuí la velocidad cuando ya estaba demasiado cerca del lago.

Estaba perdida, ahora sí estaba literalmente a un metro de mí. Él se arrojó y se me vino encima por la espalda. Yo sentí cómo mis piernas temblorosas se doblaban al sentir su peso. Automáticamente perdí el equilibrio y caí al agua impulsada por la increíble velocidad que Seis llevaba. Caímos juntos, y pegué otro grito más antes de sumergirme completamente.

Se escuchó el gran chapuzón y oí a mi lado un quejido, Seis gimió y eso fue lo último que puede distinguir; pues mi cuerpo se hundió en el agua con gran velocidad.

Tenía los ojos cerrados. Yo ni siquiera sé nadar. Comencé a agitar los brazos intentando impulsarme hacia arriba.

Podía sentir el movimiento de él a un lado mío, y después de unos segundos, ya no podía aguantar más la respiración, inhalé y el agua se filtró por mi boca, mi visión comenzó a tornarse oscura y de pronto ya no podía ver nada. Dejé de moverme, y mis ojos se cerraron lentamente hasta que perdí por completo el conocimiento.

Damned ∙ libro unoWhere stories live. Discover now