(1) Barton; Peter Parker, The Avengers.

3.8

Uno de los libros favoritos de Bethany era aquel que se centraba en un amor imposible acabado de la peor forma posible. Él moría en un tiroteo sólo para salvar de la protagonista.

Era el peor final que se le hubiera podido llegar a ocurrir, sin embargo, seguía siendo su libro favorito. Nunca había entendido el por qué.

Claro que ella nunca hubiera esperado que aquel final devastador se hiciera realidad.

El mundo parecía dar vueltas a su alrededor. Intentó concentrarse, pero tener el sangrante cuerpo de su única razón de ser sobre su regazo no la ayudaba.

Bethany cogió la pálida cara del chico entre sus temblorosas manos. Estaba blanco como la porcelana, y entre sus finos labios estaba apareciendo la sangre.

- Peter.-susurró.-Peter.

Él sonreía agarrando la mano de Bethany de camino a casa de May. El día anterior se había alegrado de que ella aceptara su propuesta de ir a comer a casa de su tía.

La miró. El día estaba nublado, pero de alguna manera sus ojos brillaban relucientes. Rió sonoramente al ver la marcada señal que había dejado en su clavícula la noche anterior.

- ¿De qué te ríes, Spidy?-dijo ella con una sonrisa de lado.

- Sería mejor que taparas eso, Beth. Si no quieres una charla de mi tía que te arruine el buen sabor de la comida.

Ella rió y se colocó mejor la chaqueta, que en realidad era de Peter. Una gota cayó en su mano, y fue seguida por muchas otras.

- ¿Le pediste a Thor que hiciera lluvia, Peter?

Él rió y colocó la capucha de su chica cubriendo su castaño y liso cabello. Sonrió plenamente cuando escuchó los acordes de una guitarra de un artista callejero.

Aquello era algo cada vez menos usual en la ciudad, pero él lo adoraba. Sonrió y soltó la mano de Bethany para dejarla sobre su cadera.

- ¿Me concedes este baile?

Ella abrió los ojos como platos y se quitó las gotas de lluvia que habían caído sobre su cara.

- Claro que no.-contestó ella roja como un tomate.

Él sonrió travieso y rodeó su cintura con sus fuertes brazos. La elevó en el aire, haciendo que ella soltara un grito agudo. Se balancearon con movimientos torpes, mojando sus zapatos con el agua acumulada en el pavimento.

La quería. Joder que si la quería.

Él abrió sus ojos cafés, mirándola fijamente. Ella tenía un aspecto a decir verdad horrible, su rostro desfigurado por el reciente dolor, su cabello liso estaba alborotado y la sangre manchaba sus pechos.

Peter elevó su sangrante mano con dificultad hasta tocar su mejilla. Acarició su pómulo con su pulgar y sonrió ligeramente, intentado dejar en su memoria cada uno de los detalles que la joven tenía.

La forma de sus suaves labios, sus ojos color caramelo, su nariz fina y el lunar que había en su marcada mandíbula.

El joven sonrió. No había dudado ni un sólo segundo cuando decidió que ella no debía morir. Se había puesto delante de ella, le había salvado la vida. Y se sentía orgulloso por ello.

Tenía que hacerlo por tío Ben. Además, no iba a dejar que su chica agonizara delante de sus narices. La quería, por mucho que hubieran sido pocas las veces que él se lo había dicho.