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–Hay una parte que no entiendo, quería saber si me podías explicar. Mi tío no llegará a casa hoy, así que no sabía a quién más preguntar.

–¡Claro!

Le expliqué la tarea con lujo de detalles y bajo la atenta y persistente mirada de Emilio. Mientras avanzábamos solo pude notar aquella pesada atmósfera que no hacía más que incomodarme, pero mientras más iba pasando el tiempo más iba olvidando que Emilio estaba ahí. Al terminar Andy se puso de pie y caminó hasta la puerta, se detuvo antes de salir, me miró y luego me sonrió y me acarició la cabeza, no pude evitar sonrojarme, aun sin deshacer su toque me habló.

–¡Gracias, sabía que me podrías ayudar! Eres una gran maestra.

–Solo son los resultados de mi estricta educación.

–Deberías estudiar para ser profesora.

–Nunca me lo he planteado.

–¿Por qué?

–Porque quiero ser arquitecta.

–Ya veo. Ya me tengo que ir. De nuevo gracias por explicarme la tarea.

–De-de nada.

Al tartamudear repentinamente sentí la mano de Emilio golpeando la mano de Andy que estaba sobre mi cabeza. El sonido del golpe se escuchó por toda la habitación, Emilio sostuvo la mano de Andy fuertemente mientras lo miraba con odio. Andy tenía una mirada desafiadora, sabía que él por su aparente actitud pacífica no respondería a la agresión de Emilio, pero aquella expresión con la que lo miraba parecía estar llena de enojo por su repentina reacción. Al pasar un rato en el que no se pararon de mirar el uno al otro, puse mi mano sobre el agarre de mi amigo. Al sentir mi mano sobre la suya me miró, cuando nuestras miradas se encontraron solo cambió a una expresión triste y salió de la habitación azotando la puerta fuertemente, Andy regresó la vista a mí y simplemente cambió de tema.

–Por cierto... hay un lugar al que te quiero invitar.

–¿Dónde?

–Es un secreto.

–¿Qué día?

–El jueves.

–Bien.

–Vendré por ti después del trabajo, ya me voy.

–Nos vemos.

Luego de que Andy se fuera, al pie de las escaleras estaba Emilio, sentado en uno de los escalones, al sentir mis pasos levantó la mirada, sabía que se había cruzado con Andy antes de que este se fuera. El verlo así, con la mirada llena de tristeza me hacía sentir mal conmigo misma, no sabía cómo evitar dañar a una persona a la que quería tanto como a él. Aquel miedo de dañar y ser dañada me limitaba en todo tipo de acciones, pero gracias a Jeremy había comprendido que no debía dejar pasar la oportunidad de tener a una persona que me quiera a mi lado, sabía que Emilio me quería, sabía que él me cuidaría y no me dañaría nunca, pero, aun así, sabiendo que el estar con él no traería infelicidad ni tristeza, no pude sentir nunca nada más allá de la amistad y aquel amor filiar que le tenía. Caminé hasta donde estaba él y me senté a su lado, estuvimos en silencio por un rato. El silencio entre nosotros nunca había sido incómodo y esa vez no fue la excepción, el que decidió romper el silencio fue él, con una simple y directa pregunta.

–¿Él es la persona que te gusta, verdad?

–¿Por qué piensas que es así?

–Dejaste que él te tocara sin oponer ninguna resistencia o mostrar algún gesto de disgusto.

–El toque de aquellos tres me resulta extrañamente familiar, como si los conociera de antes, pero si, puede que tengas razón. Por algún motivo que hasta yo desconozco el toque de Andy es especial, no sé si me gusta, y si es así, quiero descubrirlo.

–¿Qué harás si los sentimientos que tienes hacia él son de amor?

–Lo querría tener a mi lado.

–Pero si tu dijiste que nunca te ibas a enamorar.

–Lo sé, pero con Andy cerca, mis sentimientos simplemente fluyen y no los puedo detener. Precisamente a eso es a lo que temo.

–Así que tienes miedo de terminar locamente enamorada del.

–Así es.

–Sabes, como tu amigo, te puedo decir que es un buen chico, que te aprecia y te querría siempre de buena manera, que serías feliz a su lado. Pero como un hombre, que tiene sentimientos por ti, me niego a cederte a otro hombre sin siquiera haber dado pelea, me niego a hacerlo.

–No hay ninguna pelea que pelear, ni nada de mi te pertenece para que lo debas ceder a otro, en el corazón no se manda, simplemente se siente, y quien hace que mi corazón se acelere en este momento, es Andy. Perdóname por hacerte sufrir de esta manera, quisiera haberme enamorado de ti. Sé que estando contigo no tendría problemas, no sufriría y no te tendría miedo. Pero la reacción a tu toque, cambiaría si te miró de otra manera.

–¿Me tendrías miedo si me miraras como un hombre y no como a un hermano?

–No lo sé.

–¿No puedes siquiera intentar quererme un poco más?

–Yo te quiero mucho.

–¿Y no te vasta con ese cariño que me tienes? Podríamos ser felices los dos juntos con ese cariño de por medio.

– ¿Tu serías feliz sabiendo que no te amo, que no te veo de forma especial ni me estremece tu toque como lo hace el de él?

–Podría vivir con eso, porque sabría que estarías intentando quererme.

–Tu si podrías, pero yo no. No quiero darle infelicidad a alguien a quien quiero. Además, sería imposible para mi poder entregarme a ti sin ese sentimiento especial de por medio. ¿Aun así me querrías tener a tu lado? ¿Te sentirías feliz de tener a una mujer a la que nunca vas a poder tocar?

–Yo... ya me voy.

–Emilio, yo valoro tu amistad por sobre todas las cosas porque fuiste la primera persona que se acercó a mí de manera desinteresada, sin pedirme nada a cambio. Por eso quiero que siga así, prefiero que sigamos siendo amigos, seguir confiando el uno en el otro y reír de las tonterías que hacemos, pero si tú ya no quieres tenerme a tu lado como amiga, lo voy a saber entender.

Emilio ya se había parado de la escalera y se encontraba de pie frente a esta, me miraba de manera fija y con evidente tristeza. Una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla y luego solo sentí sus labios sobre los míos. Al sentir ese contacto mi cuerpo tembló de manera evidente para él, no lo aparté, pero las lágrimas que derramé lo obligaron a separarse de mí.

–¡¡¡Entiende, que ya no quiero que seas mi amiga, quiero que me mires y me ames como al hombre con el que quieres pasar tu vida entera!!!

Mi cuerpo cayó al suelo y seguía derramando lágrimas de dolor, ahora mi amigo, a quien consideraba mi hermano, había pasado a ser solo un hombre al que mi cuerpo y mi mente rechazaban. Mi madre me encontró al pie de la escalera llorando y temblando, se acercó a mi lado y le conté lo que había pasado. Durante los días siguientes Emilio no apareció, pude notar su ausencia claramente, y dolía, dolía no tener a la persona con la que estaba acostumbrada a pasar gran tiempo de mi vida. Pero, aun así, cuando Andy venía a visitarme, inevitablemente olvidaba todo y solo podía pensar en él, el tiempo que pasábamos en el instituto también era muy preciado, pero cuando solía ser secuestrado y apartado de mi lado por sus fans sentía aquel dolor en el pecho que mi madre me había dicho que eran celos, y solo entonces fui capaz de darme cuenta, que lo amaba apasionadamente y ya no me importaba sufrir o resultar dañada.

Profundos y Bellos ojos azulesWhere stories live. Discover now