Unbreakable

Capítulo 2

-¡Anabel! La mesa cinco está esperando, ¡siempre es lo mismo contigo!- gritó Howard, él capitán de meseros -déjame en paz, atiende tú si quieres- respondió la chica mientras se pintaba los labios en afán de lucirse con los comensales.

Anabel se pasaba su turno "cazando" nuevas conquistas dejándoles a las demás chicas el trabajo duro. - yo la atiendo Howie- dijo Cinthya siempre dispuesta a ayudar, él sólo negó con la cabeza, fastidiado de la actitud de Anabel -no seas así, si Howie le dice a Don Ezequiel, te van a regañar otra vez, mejor apúrate- aconsejaba Cinthya cuando tomó la charola con los platos servidos, Anabel asintió y se miró una vez más al espejo -¡no! Déjalo, voy yo- dijo al observar que uno de los chicos abandonaba la mesa para entrar al sanitario. Se aproximó apresurada e intencionalmente chocó contra él, dispuesta a emprender su nueva conquista -discúlpame no te vi- dijo el apuesto joven al tirar la charola que llevaba Anabel. Ella lo observaba de pies a cabeza, como deseando devorarlo con la mirada -la culpa fue mía- respondió levantando un poco la falda al agacharse a recoger los platos rotos -te ayudaré a recoger el desastre- dijo nervioso al ver las torneadas piernas de Anabel mientras que Cinthya no podía creer lo que sucedía, en la cocina Gabriela y ella corriendo por todos lados mientras su querida amiga se divertía con el viejo truco de siempre.

-¡Anabel!- gritó Howard al ver lo que sucedía -¡ya voy!- exclamó ella sin apartar la mirada de los ojos de aquel muchacho -lindo nombre, Anabel- le susurro el joven al oído y ella sonrió segura de su conquista, enseguida le entregó una nota con su número de teléfono y se despidió rozando con sus dedos levemente la mano tibia de él.

Ese joven no era cualquier muchacho, era nada más y nada menos que Nicholas Carter, proveniente de una de las mejores familias en la ciudad, Anabel lo sabía pues por todos lados se escuchaba nombrar. -Espero que te hayas relajado bastante, porque hoy te toca cubrir tiempo extra- dijo Howard provocando la risa sarcástica de Anabel -¡pero Howie!, ¿olvidas que hoy es mi noche de chicas con mis amigas?, no puedo quedarme- respondió Anabel con voz coqueta, logrando que Howard ignorara su castigo por no cumplir con sus labores -mañana te quedas, no quiero descontar de tu sueldo esos platos- agregó mirando de pies a cabeza a la chica a lo que ella respondió con un guiño y un beso al aire.

Esa noche, como cada miércoles Cynthia, Gabriela y Anabel se reunían en su pequeño apartamento para intentar olvidar sus problemas. Dejaron la escuela por falta de dinero, tampoco contaban con apoyo familiar, cada una padecía los estragos de diferentes vivencias que ya las habían marcado. En el caso de Cinthya, sus padres murieron siendo ella una niña; Anabel utilizaba el trabajo como válvula de escape, su padre alcohólico y su madre, que cuando joven se dedicaba a la prostitución no hacían más que explotarla quitándole él poco dinero que ganaba. Ella sólo guardaba un poco para mantenerse lejos de ellos y Gabriela, un tanto caprichosa que en un arranque de rebeldía siguió a sus amigas en la aventura de independencia sin sospechar que la vida no sería fácil.

-¡Eres increíble! ¿Cómo te atreviste a aventarle la charola encima?- decía Cinthya mientras lanzaba un par de rosetas de maíz al rostro de Anabel -me moría de pena, y eso que yo estaba en la cocina- agregó. Gabriela las miraba -¿increíble? ¡Más bien descarada!- replicó, estaba molesta con Anabel, siempre era lo mismo, si bien eran amigas, a veces, era enfadoso tener que hacer lo que le correspondía mientras ella se las gastaba seduciendo a Howard y de paso a los comensales.

Anabel se levantó al escuchar a Gabriela -¿descarda? no Gaby, digamos que sé aprovechar mis circunstancias. Además, ¿vas a negar que es guapísimo? no pienso dejar pasar tal oportunidad- respondió acercándose a ella y enmarañando un poco su cabello -debo hacer uso de los encantos que Dios me dió- agregó simulando una especie de baile mientras Gabriela y Cinthya se miraban una a la otra.