Capítulo 33.

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Pero como el destino nunca está a mi favor, viajaremos juntos, uno al lado del otro, codo con codo, tan cerca...

«Ya entendimos» —dice Cleopatra con tono de cansancio.

- ¿Quieres la ventana?

- Si, prefiero la ventana que el pasillo. Aunque creo que aquí en primera clase no es tan molesto como en las demás.

Nos sentamos y acomodo mi bolso a un lado de mis pies, hay suficiente espacio en estos asientos. Llaman por teléfono a Aaron, y por como habla, debe ser un socio. La azafata hace su rutina explicando cómo debemos actuar en caso de emergencia, cuando culmina se acerca y nos pide que apaguemos nuestros teléfonos móvil hasta que estemos en el aire. Suerte que no le tengo miedo a las alturas ni a los aviones, veo a Aaron y creo que no piensa lo mismo.

- ¿Le tienes miedo a los aviones?

- Nunca me acostumbro —tiene ambas manos en los respaldos.

Con los ojos cerrados y los nudillos blancos, suelta un suspiro cuando el avión empieza a moverse. Bajo la pequeña ventanilla del vidrio para que no vea hacia afuera, con suavidad despego una de sus manos de donde la tenía, la tomo y las entrelazo, abre sus ojos encontrándose con los míos y le sonrío para calmarlo.

- ¿Quieres ver alguna película antes de quedarme dormida? —lo distraigo de los movimientos del avión cuando está despegando.

- Sólo verás 10 minutos y luego me dejaras sólo con alguna película cursi, pero si, veamos una película.

Sin soltar mi mano derecha de la suya, con la otra desocupada manejo como puedo la pantalla que tenemos delante de nosotros, ya que no soy zurda.

- ¿Qué tal si vemos la de "Desastre en avión"?

- No estás siendo nada buena Ada —sólo se concentra en mi mirada desde que abrió los ojos.

- Solo estoy bromeando —me río — ¿Está la has visto? —abro la imagen de la película.

- No. ¿Tú sí?

- Si y me encanta, no tengo problema en volverla a ver.

- Entonces veamos esa.

Coloco la película y alcanzo los audífonos, le doy los suyos y selecciono la opción play, todo esto con una sola mano todavía. Dejamos un oído libre por si alguno de los dos habla.

- Él es mi novio, sólo que no lo queremos hacer público — le digo señalando a Jake Gyllenhaal en la pantalla cuando ya la película ha corrido más de la mitad.

- Ya sé porque no tienes problema alguno en volver a ver la película.

- Aparte de él, la película me hace llorar.

La película se llama Southpaw, y cada vez que la veo, lloro aun sabiendo lo que va a pasar.

- No voy a negar que es fuerte esa parte en la que lloraste como una niña.

- Seguro derramaste una lagrimita y la limpiaste disimuladamente.

Cabe destacar, que no ha soltado mi mano, y yo tampoco he hecho el ademán de hacerlo. Muevo mi cuello de lado a lado.

- ¿Quieres que baje el asiento para que estés acostada?

- Te lo agradecería.

La ocasión amerita que soltemos nuestras manos, baja mi asiento hasta quedar horizontal y le pide a la azafata sábanas y almohadas, cuando las trae baja su asiento también, se quita los zapatos y se acuesta.

Dulce Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora