Capítulo 15 🐺

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Axel

Me mantengo acostado en la cama, los brazos cruzados detrás de mi cabeza mientras Audrey termina de empacar sus maletas. Al fin se irá de la Fortaleza. Según ella, no se siente cómoda aquí. ¿Desde cuándo es tan considerada? Tampoco quiso decirme quién es esa amiga que conoció.

—¿Dónde vas a quedarte? —pregunto con las cejas elevadas —. Pensé que te irías a Irlanda pronto. Este pueblucho no tiene nada atractivo para una chica como tú.

Guarda su vestido en la maleta y después la cierra con un suspiro. Me ahorró el momento incómodo de echarla yo mismo. La rutina con ella se volvió aburrido. Nada emocionante. La desconfianza que siente mi familia tampoco me permitió disfrutarla.

No se sentía correcto.

—Alquilaré una cabaña y regresaré el próximo mes a mi país. En Irlanda tampoco me espera nada bueno. Yo no tengo familia, Kellan lo es todo para mí.

¿En serio? Qué estupidez más grande. Kellan ha estado muy ocupado con los entrenamientos de Arianne desde que llegó aquí. Apuesto a que ni siquiera recuerda a Audrey.

—Nunca me contaste tu historia familiar.

Audrey rueda los ojos.

—No me digas que ahora estás interesado —Se burla —. Estabas más ocupado metiéndote entre mis piernas.

Si supiera las verdaderas razones que tuve para acostarme con ella. Claro, el sexo no fue malo.

—Nunca es tarde para conocernos mejor —sonrío.

No quiero que sospeche de mí todavía. Eso me pondría en evidencia y no dejará ver sus verdaderas intenciones. Audrey no es ninguna estúpida.

—En mi caso sí —Se acerca a la puerta —. No quiero recordar a la maldita familia que me abandonó.

¿Es todo lo que va a decir?

La sigo cuando sale de mi habitación y bajamos las escaleras. Mamá está sentada en el sofá mientras bebe una taza de café. No oculta la sonrisa de víbora cuando ve a Audrey con las maletas. La odia.

—Ya era hora, querida —murmura, mirándola de pies a cabeza —. Creí que nunca te irías.

Audrey frunce el ceño.

—Gracias, señora. Su amabilidad me obligó a tomar esta decisión —El sarcasmo gotea en las palabras de Audrey —. Me hizo sentir como si estuviera en mi propia casa.

Mamá le da un sorbo a su café.

—Fue un placer, querida. Lárgate de mi casa y no regreses.

Qué amable, mi madre es un amor. Audrey se dirige a la puerta, pero antes espeta:

—Le daré un consejo, Aria Karlsson. Mejore esa actitud. Su marido puede aburrirse y buscar a alguien más. No le importará que un lazo los una —La sonrisa de mi madre se esfuma —. Va a quedarse muy sola con su miseria por vieja y amargada.

Mierda... Eso hasta a mí me dolió. La expresión engreída de mi madre cambia a una de disgusto. Audrey es una traidora, pero tiene un poco de razón.

—Estúpida —escupe mamá —. No te cruces en mi camino porque te arrepentirás.

La pelirroja se encoge de hombros y me sonríe. Tiene ovarios, nadie enfrentaría a una licántropo fuerte como lo es mi madre.

—Adiós, Axel. Espero volver a verte.

Contengo una respuesta negativa. Lo que menos deseo es volver a verla, pero me limito a decir:

Dulce Perdición [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora