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Entre tantos estudiantes Bonnie intentaba abrirse paso, hasta que inevitablemente se chocó con alguien y sintió una especie de escalofrío.

—Lo siento.— dijo el chico parándose a pedirle disculpas.

—No te preocupes, no se puede ni dar dos pasos sin chocar con nadie.

—Soy Tristán. Y discúlpame de nuevo.— cuando el chico se fue, Bonnie directamente llamó a Stefan el cual se lo cogió de inmediato.

—Stefan, creo que el amigo de Cindy es un brujo.

—¿Cómo lo sabes?

—Me ha dado uno de esos escalofríos y he tenido el presentimiento de ello. Debes decírselo a Klaus, yo ahora me iré a decírselo a los demás.

Salió del instituto para hablarle a los demás sobre las novedades que habían habido hace unos minutos.

—Phasmatos Capitis.— la chica gritaba de dolor tirándose al suelo, suplicándole a la persona que estaba haciendo eso que parase. Pero no lo hizo. Cuando acabó inconsciente por el dolor, se detuvo y se la llevó.

|• • •|

—Cindy, tenemos que hablar.— dijo Oliver viendo como cerraba la taquilla bruscamente.— Por favor, te necesito.— dijo haciendo suspirase, lo miré.

—¿Qué ocurre?

—... En el bosque encontré a una chica perdida, me puso histórico con tanto nerviosismo y le empujé para que me dejase. Cayó sobre una roca y se abrió la cabeza...— Lo escuché algo impactada, nunca pensé que Oliver pudiese haber hecho algo así, aunque en realidad no hizo nada, sólo la empujó, no tenía la culpa.— Entonces murió en el hospital, y se activó mi maldición... Soy un hombre lobo, Cindy. Y eso viene de familia según me dijo Tyler.

—¿Quieres decir que alguno de nuestros padres tenía gen de hombre lobo? ¿Y que no nos lo dijeron?— asintió con la cabeza.— Yo no tengo ese gen, ¿a que no?— pregunté alarmada, él se encogió lentamente de hombros y me miró con lástima.
Suspiré y me di la vuelta.

—¿Qué pasa?— me preguntó delicadamente.

—Que estoy harta de todo, adiós. — dije saliendo de allí.

Fui a la parte trasera del instituto, donde no había nadie, donde la brisa corría y sólo había paz y tranquilidad, donde sólo había espacio para mis pensamientos y para mí. Entonces lo vi y pensé, quizá también hay espacio para uno más.

—¿Qué hace mi preciosa banshee aquí sola y llorando?— preguntó mirándome tiernamente, ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando hasta que Nik me lo dijo.— No llores, amor.— dijo poniéndose de cuclillas y colocando su mano en mi mejilla.

Entonces se levantó y tendió su mano, lo miré con una sonrisa, me levanté y le cogí la mano.
Saltó y de un momento a otro estábamos la parte de arriba del edificio, donde el viento soplaba más fuerte y la calma era total.
Antes de cerrar los ojos y dejar llevarme por el viento, vi como Niklaus me miraba con una pequeña sonrisa formada en sus preciosos labios.

—Te quiero, amor.— dijo acercándose a mi.

—Yo también te quiero, Nik.— entonces nuestros labios se fundieron en un hermoso beso.
Al terminar juntamos nuestras frentes mientras nos mirábamos sonrientes.

—¿Sabes qué? Estaba pensando en comprarte un anillo con una "M".— dijo separándose y mirándome con una sonrisa burlona.

—¿Y eso por qué?

—Para que todos sepan que eres propiedad de un Mikaelson.

—A lo mejor piensan que ese Mikaelson es Kol.— dije dándome la vuelta y encogiendo los hombros, me giré y vi como frunció el ceño.— O quizá piensan que es Elijah, sí, eso es, Elijah.— dije haciendo que sonriese pícaramente.

—Pues yo les haré saber que se equivocan.— dijo rodeando mi cintura con sus brazos y volviendo a juntar nuestros labios, esta vez más intensamente, comenzó a mover sus manos por toda mi espalda mientras yo le revolvía el pelo.
Me pegaba cada vez más a él, haciéndolo todo más excitante.
Entonces su móvil comenzó a sonar, bufó y lo cogió bruscamente.

—Le atiende el contestador automático, por favor deje su mensaje después de la señal, piiip.— dijo imitando el contestador, reí ante aquella acción haciendo que él también sonriese ampliamente. Pero esa sonrisa duró poco, se puso completamente serio.

—Entiendo. No te preocupes Stefan...— dijo y entonces me miró. — Yo me encargo de todo.— dijo sonriéndome mientras me guiñaba un ojo, después colgó.

—¿Qué ha pasado?

—Nada, una tontería. Venga bajemos, tienes que ir a clase o si no me llamarán para una reunión y tendré que obligarles a ponerte buenas notas.— entonces bajamos, me dio un beso y me di la vuelta para irme.

—Te quiero, amor.— oí antes de girarme y ver que ya se había ido. Sonreí mirando el sitio en el que estaba antes de irse.

—Yo también, Nik.— susurré y entré a clase.

|• • •|

Klaus abrió la puerta y entró, vio que Cindy ya no estaba así que se dispuso a emprender la búsqueda sin ninguna cautela. Qué más da lo que le digan, es un original.
Se adentró en otro de los pasillos y nada, ni rastro del chico.
Entonces agudizó el oído, oía un grifo. Fue rápidamente hacia los baños, y entró.
Y ahí estaba el chico, el cual lo miró muy asustado.

—Por favor no me hagas daño.— el híbrido se iba acercando a él peligrosamente.— Phasmatos capitis.

El original iba cayendo poco a poco al suelo, apretaba tanto la mandíbula que parecía que sus dientes reventarían. Estaba aguantando el dolor, tenía que aguantar.
Logró llegar hasta él y lo agarró del cuello.

—Dime todo sobre tu aquelarre o te arrancaré cada miembro y cada órgano de tu cuerpo hasta que el baño entero esté pintado de rojo por tu maldita sangre.— le dijo entre dientes.
El chico lo miró con odio, pero no dijo ni una palabra.

—Bien, veo que tienes ganas de empezar. Mm, veamos...— el chico cada vez estaba más nervioso, y eso Klaus lo notaba.— Oh tranquilo, empezaré poco a poco, ya sabes, una mano, luego la otra. Lo normal.

|• • •|

—¡Niklaus!— grité mirando como sostenía a Tristán del cuello. El híbrido me miró dejando caer a mi amigo.— ¡¿Se puede saber qué haces?!— vi como abría la boca para intentar explicarse.— ¡No digas nada! ¡Esto no tiene explicación! ¿Por qué pensé que eras bueno? Esto no tiene ni pies ni cabeza...— me puse tan histérica que no me di cuenta de que le estaba gritando a la cara, a pocos centímetros de distancia.
Entonces me agarró de las muñecas, con las cuales iba a presionar su pecho para empujarlo.

—¡Él es uno de los brujos del aquelarre escorpio!— me gritó trantando de calmarme, y para entonces ya estaba tirado en el suelo, gritando.

Phasmatos capitis, ¡phasmatos capitis!— gritó con más intensidad haciendo que el hombre que amo agonizase en el suelo.

—¡Tristán, para!— vi que el chico seguía mirándolo con un odio insaciable, y saqué lo peor de mí.— ¡He dicho que pares!— grité todo lo algo que pude, haciendo que se rompiesen los espejos y que se estampase contra la pared.
Entonces se levantó y me miró compasivo, en su mirada había tristeza, levantó la mano para hacer un hechizo pero entonces el híbrido estampó su cabeza contra una de las puertas, haciendo que cayese inconsciente.

INEFABLE [I] || «Klaus Mikaelson»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora