Capítulo 19

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―Julian, espera ―Me zafe de sus brazos y me puse de pie ―Tienes que saber algo antes de continuar.

―¿Y qué es? ―Pregunto hincándose sobre la cama.

―Yo... yo ―Agache la mirada ―Yo aun soy virgen.

Hubo un enorme silencio en la habitación y yo aun no tenía valor suficiente como para mirarlo a los ojos. El deslizo su mano por mi mentón y me hizo fijar mi vista en la suya.

―Me lo has dicho justo a tiempo, la verdad es que yo deseaba hacerte de mía y debido a que he esperado durante mucho tiempo...―Se sonrojo.

Yo lo mire confundida, el al ver mi cara hizo una mueca

―Si lo hubiera hecho... te habría lastimado, Oriana ―El me abrazo ―Será mejor que no sigamos, creo que en mi estado no podré contenerme mucho que digamos.

Sentí como mis pulmones se llenaban del olor tan peculiar de Julian y me sentí relajada al saber que después de todo esta noche me había salvado.

―¿En serio? ―Pregunte levantando las cejas.

―Si en serio ―Me dio un beso en la mejilla ―Ya vendrá nuestro momento especial, si he logrado esperar todos estos meses creo que puedo esperar un poco más.

―Gracias ―Me acerque a él y le di un beso.

―Creo que eso no me ayuda en estos momentos ―Su cara se torno aun más roja, parecía un niño pequeño avergonzado ―Solo te pediré un favor, y es que a partir de esta noche duermas aquí.

Mi estomago se hizo diminuto y mis manos temblaron. Tarde uno momento en asimilar su propuesta pero entonces no me quedo más que aceptar.

―Esta bien, iré por algunas cosas a mi habitación ―Me dirigí a la puerta.

―Yo te acompaño. ―Tomo mi mano y me siguió.

Esa noche dormimos juntos, el estaba cerca de mí y rodeaba mi cintura con su brazo, mientras que yo me quedaba muy quieta. Deseaba dar la vuelta y besarlo pero no lo hice.

Cada segundo de mi vida se convirtió en minuto, en horas, en días, para después dar paso a las semanas y finalmente a los meses los cuales, estaba segura de que luego serían años.

¿DÓNDE HABÍA QUEDADO LA TESTARUDA ORIANA SABATINI?

Simplemente se había esfumado de un momento a otro. Julian Serrano había formado parte de mi vida desde hace siete meses, cuando finalmente me había invitado a salir.

Después ese mismo hombre, Julian Serrano, se había convertido en mi esposo hace algunos meses; dándole a mi vida un giro de 180 grados que posteriormente se había convertido en uno de 360°.

Ahora, con poco menos de cuatro meses de casados, ambos llevábamos una convivencia muy, muy diferente a la que solíamos tener en un principio.

Por fortuna el aun no se había hartado de mi y por tanto de ser su secretaria, pase a ser su asistente personal. Un puesto de trabajo que jamás había existido en la empresa y que seguiría sin existir si no hubiera sido porque yo le había suplicado a Julian que me dejará trabajar con él, estar a su lado.

Desde que dormíamos en la misma habitación, las cosas se habían complicado un poco para mí, pero afortunadamente hasta el momento había logrado morderme la lengua y obligar a mis pensamientos callar cada vez que querían alzar la voz, mostrando así mis verdaderas intenciones.

He estado tentada, es verdad, a tener intimidad con Julian, sin embargo cada vez que pienso en eso, no puedo evitar sonrojarme.

¡Qué inusual era mi vida! Había seguido cientos de estereotipos durante mi niñez, juventud y parte de mi vida adulta. Pero a mis 24 años me había negado el seguir con las ideas que la sociedad tenía: <<amar, cuidar y respetar a mi esposo>>

En cuanto a Kendall, el presentimiento que tuve desde el primer día que la vi, se había hecho realidad. Yo estaba segura de que ella de alguna manera u otra estaría involucrada en nuestra vida, y si, gracias a ella todo había cambiado, sin embargo no como yo lo esperaba.

Francamente tengo mucho o algo que agradecerle, aun cuando una y otra vez se encargara de reprocharme en silencio el hecho de que Julian y yo hayamos contraído matrimonio.

Maldición. Kendall, la misma Kendall que está enamorada de Julian, porque estoy segura de que lo está; me ha hecho ver la manera en la que me he comportado con Julian durante los últimos días.

Me he dado cuenta que ya no rechazo ninguno de sus besos o suaves caricias, que cada vez que estoy entre sus brazos un sentimiento de seguridad y alegría se refleja en mi cara, he entendido que cada vez que toma mi mano un torrente de emociones se desatada en mi interior.

Gracias a todos los intentos de Kendall para seducir a Julian, he notado que estoy cada vez más cerca de él, y que no puedo esperar por el momento en que finalmente el me diga una vez más cuanto me quiere y esta vez no solo con palabras sino con acciones como el iniciar nuestra propia familia.

¡Oh que vulnerable me siento al admitir que la testaruda Oriana Sabatini se ha ido! Ahora solo queda Oriana Serrano, quien oculta el amor que siente hacia su esposo, y que está segura de que no le llevará demasiado tiempo en amarlo profundamente, y lo peor de todo...<<en silencio>>

―Querida, vamos, debes levantarte ―El cálido calor de su voz chocaba contra mi mejilla.

―Solo un minuto más, ¿sí? ―Rogué con mi voz adormilada.

―Linda, ya vamos una hora tarde, ¿acaso quieres que sean dos? ―Acarició mi frente.

―Julian... tengo sueño ―Abrí mis ojos ―¿Una hora? ―Salte de la cama y corrí al baño a lavarme los dientes ―¡Debiste mojarme, gritarme o lago por el estilo!

Pude escuchar como reía y después con pasos alargados llegaba a la puerta del baño.

―Hoy es sábado, ¿lo sabes no? Por tanto no trabajamos, solo bromeaba ―Me miro divertido.

―Tus bromas no son divertidas ―Me cruce de brazos y entrecerré los ojos ―Para nada.

Me enjuague la pasta dental y lo mire fijamente.

―Bien Oriana, para mi si lo son ―Camino hasta mi y tomo mi mano derecha ―Aun así, son las 10:00 de la mañana, normalmente a las 8:00 ya estas levantada, especialmente los fines de semana.

―Si, lo sé ―Sonreí ―Pero es que ayer estaban pasando "Orgullo y prejuicio" y tenía que terminar de verla.

―La has visto diez veces desde que eres mi esposa ―Julian rodo los ojos ―¿A qué hora te dormiste? Seguramente muy tarde puesto que ni sentí cuando entraste en la cama. ―Dijo acercándome a el.

―A la 01:00 ―Suspiré ―Pero sabes que es una de mis favoritas...

Lentamente sus labios besaron los míos, silenciando mi boca y sinceramente no había interrupción alguna que disfrutara más que el sabor de los labios de Julian.

―Si, lo sé. Pero he de reconocer que me pongo celoso cada vez que la ves ―Dijo entre risas.

―¿Por qué? ―Realmente estaba confundida.

―He escuchado como suspiras por el señor Darcy ―Besó la palma de mi mano ―Es un personaje que de seguro está consciente de lo guapo que es y que no podría aceptar lo contrario. Yo en cambio puedo vivir con mi fealdad ―Sonrió tiernamente.

―Sabes que eso no es cierto, en ti no hay ni una pizca de fealdad ―Mi tono era de desaprobación.

―¿Según quien? ―Pregunto elevando una ceja.

Esplendido. Ahora ¿cómo le podía decir que yo lo encontraba maravillosamente guapo y atractivo?

Si bien al principio no sentía nada especial por él, mínimo estaba consciente de que no era nada feo, sino todo lo contrario.

―Julian Serrano se de docenas de mujeres que babean por ti ―De manera inconsciente apreté los labios ―Lo he visto desde que nos casamos, a todas las fiestas, reuniones o comidas que vamos, me he percatado de cómo el sexo femenino te mira y también lo que piensa de ti ―Le di la espalda ―No dejan de mencionar lo guapo, agraciado, elegante, inteligente que eres, sin mencionar que...

El me interrumpió.

―Y usted señorita Serrano, ¿Me encuentra atractivo? ―Me tomo por la cintura y puso su cabeza sobre mi hombro. 

TE AMO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora