3. Extrañamente delicioso y dulce

1.3K 229 16
                                    

Después de aquel raro y espontáneo encuentro los dos chicos comenzaron a intercambiar miradas y palabras con frecuencia. Era obvio que había algo entre ellos pero se negaban a verlo, tal vez por timidez o miedo al rechazo.

Nagisa era el chico callado e invisible del aula, mientras que Karma era el típico chico popular y rebelde de la misma. Eran completamente diferentes. Pero bueno, los polos opuestos se atraen o por lo menos eso sabían gracias a su profesor de química.

   Karma y su séquito caminaban por la calle luego de que las clases terminaran, tenían planeado ir a la plaza que más cerca les quedaba para poder comer algo. Esos eran sus planes hasta que se encontraron con una multitud rodeando a varios jóvenes que maltrataban a uno, el cual estaba tirado en el piso soportando los golpes. Karma lo iba a pasar de largo ya que ese día no tenía intenciones de desviarse de su camino hasta que se percató de quién era. La rabia invadió su ser y rápidamente entró a la pelea defendiendo al ojizarco, el cual sangraba de los labios y nariz, Karma fue contra el más alto y que propinaba casi todos los golpes.

   —Hijo de puta, métete con alguien de tu tamaño —vociferó y le golpeó en la nariz, haciendo que este retrocediera e hiciera sus manos puños lleno de ira. Ya cuando todos estaban a punto de ir contra Karma, sus compañeros tomaron un chico cada uno y comenzaron con la épica pelea que recordarían por siempre. Nagisa, en el piso, comenzaba a retorcerse del dolor. Oh, eso era lo que se ganaba por intentar hacerse el valiente y bárbaro.

   —Hey, Terasaka, encárgate del grandulón —le dijo Karma a su amigo, este bufó y asintió mientras sonreía ampliamente. Sus puños necesitaban mancharse de sangre un poco.

   Karma rápidamente se escabulló de la pelea con Nagisa en brazos y se dirigió al colegio. Sí corrían con suerte probablemente el enfermero seguiría ahí y atendería a Nagisa.

   —Bájame —pidió Nagisa y Karma hizo un mohín—. Bájame, no soy tan débil —insistió y Karma hizo lo pedido, sonriendo burlonamente. ¿Qué no era débil, decía?

   —¿Cómo fue que terminaste metido ahí? —preguntó el más alto.

  —Querían robarme —respondió el ojizarco y sobó un poco su cadera—. No lo permití —dijo lleno de orgullo.

   —Pero vaya paliza que te han metido —comentó Karma.

   Nagisa comenzaba a sentirse mareado así que no refutó ni se enojó. Solo quería dormir un poco, deseaba hundir su cabeza en una esponjosa almohada y sentir las sábanas hacer contacho con su piel. Oh, claro que lo deseaba. Nada como una siesta luego de un largo día.

   Ya estaban dentro del edificio cuando Nagisa se desplomó y cayó al suelo provocando un sonido hueco en todo el desierto pasillo. Karma rodó los ojos y se dio la vuelta.

   —¡Shiota! —gritó el pelirrojo al ver el cuerpo inerte de Nagisa en el suelo, corrió hacia él y lo tomó entre sus brazos para luego echar a andar lo más rápido posible a la enfermería. Estaba tan nervioso, sus rodillas temblaban al igual que sus manos. Un horrible dolor en el estómago lo hacía querer vomitar. Entró rápidamente a la enfermería y lo recostó en la primera cama que encontró. Lo tomó del rostro y dio unas cuantas palmaditas en sus mejillas—. Shiota, despierta, vamos —le pidió y limpió la sangre ya seca que tenía debajo de la nariz y en los bordes de los labios—. Nagisa —susurró y tomó la mano del menor entre la suya—. ¿Dónde carajos está el enfermero? —bramó.

   Minutos después llegó el amargado e insensible enfermero y al ver a Nagisa en esa condición fulminó con la mirada a Karma.

   —¿Qué fue lo que pasó? —exigió saber el hombre mientras revisaba al menor.

   —No lo sé —mintió—. Lo encontré así y decidí traerlo aquí. —El enfermero lo miró y asintió.

—Puedes irte ya —le dijo luego de un rato—. Me encargaré de él. —Karma se negó a hacerle caso  al enfermero, pero este fue más insistente y logró persuadir al pelirrojo.

A pequeños pasos caminaba por el pasillo, sintiendo su cuerpo arder de ira e impotencia. Se detuvo al ver sus manos que estaban levemente teñidas de rojo. Las miró un buen rato hasta que llevó una a sus labios y lamió la sangre de Nagisa. Rápidamente un sabor metálico se hizo presente en sus papilas gustativas pero le resultó tan dulce, tan delicioso.

Oh, problemamente ya estaba perdiendo la cordura.

Hotel ❝Karmagisa❞Where stories live. Discover now