C A P I T U L O 6

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Veronica

—Arriba, vamos. —Cogí a Josh por el cuello de su camisa y lo arrastré desde la puerta de casa hasta las escaleras.

—Vero, por favor, acabo de llegar... —Se lamentaba él mientras caminaba detrás de mí, en un tono quejoso. —Tu padre me explota.

Subí rápido las escaleras hasta mi habitación y lo empujé dentro, cerrando la puerta de mi cuarto con pestillo. Él se quitó la chaqueta y se tumbó en mi cama con un suspiro.

—Qué te pasa ahora... —Dijo con desgana. Me acerqué a mi ordenador, cogí los altavoces y los puse, poniendo la música lo suficientemente alta para que mis padres no me escuchasen.

—Esta mañana Blake me invitó a su casa para estudiar. —Él abrió los ojos y se incorporó en la cama con las manos en el colchón.

—¿Os habéis enrollado? —Bufé rodando los ojos. —Vale, que eres, como se dice... Oh sí, heterosexual.

—Cállate. Me invitó a su casa porque tenía problemas con matemáticas o física... No sé. El caso es que cuando llegué a su casa, entramos en su habitación y ella cerró la puerta con pestillo.

—¡Oh dios mío, habéis follado directamente! —Dijo con una risa, aplaudiendo.

—¡No! Yo creía que quería acostarse conmigo, pero quería hablarme de la muerte de Abbie. —Su sonrisa se desvaneció y negó con una mueca.

—Qué forma más desagradable de bajar el calentón. —Murmuró en voz baja. Me senté al lado de Josh de rodillas, mirándole.

—Me dijo que creía que no era un suicidio, que era un asesinato. ¿Tú la creerías? —Pregunté aún más bajo, y Josh abrió los ojos y la boca a la vez, sin saber qué decir.

—¿Te dio argumentos para eso?

—Sólo me dijo que... Cuando ayudó a sacar el cuerpo, estaba blando y si de verdad hubiese muerto al salir del instituto, estaría rígida, dura, y Abbie estaba como una persona normal. Y que... No entendía cómo había llegado a su casa, porque no había orilla alrededor, todo era bosque. —Josh hizo una mueca y se tumbó en la cama con una risa.

—Blake ve mucho Bones. —Me tumbé a su lado riéndome, algo más relajada por su respuesta.

—Lo sé, me he enfadado con ella. ¿Cómo puede decir esas cosas sin más, sabiendo lo afectada que estoy? —Solté un suspiro, pasándome las manos por la cara. —Piensa que es la mejor y que puede hacer y decir lo que le venga en gana.

—Tengo que contarte algo. —Me giré hacia Josh con el ceño fruncido.

—¿Tienes novio? —Negó apretando los ojos con una risa.

—No, he encontrado una casa. Así que esta noche es la última que duermo aquí. —Josh se iba, se iba otra vez. Me incorporé en la cama quedando de rodillas, apartándome el pelo de la cara. —No te lo he dicho antes porque, ya sabes, precisamente el tema de Abbie.

—¿Te vas lejos? —Negó con las cejas fruncidas y una sonrisa.

—En la calle de atrás. Puedes venir a dormir conmigo si quieres, estaré yo solo.

—¿Y podré llevar a chicos a tu casa? —Se levantó de la cama y negó, cogiendo su chaqueta.

—Puede que acaben en mi cama y no en la tuya.

*

Pisé el césped del campo y miré a la grada. Estaba llena, todo el mundo estaba abrigado hasta las cejas, y yo, en cambio, simplemente llevaba las hombreras, la camiseta roja y el casco en la mano. El vaho salía entre mis labios y hacía difícil la visión del campo. El césped verde, la hierba húmeda, el olor del pino de los árboles mojados que llegaba hasta nosotros, el campo rodeado de bosque. Tragué aire y lo solté despacio, mirando el equipo de animadoras que gritaban en la banda. Oh Roberts, qué pena que seas hetero, y qué pena que seas tremendamente necia. En la grada, en primera fila, estaba Crystal, que me miró con una sonrisa.

BLAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora