Los seis seres que una vez se comprometieron a proteger nuestro mundo desaparecieron. Su ausencia no pasó inarvertida para los despiadados contra los que solían combatir. Muchísimas personas habían quedado desprotegidas tras la batalla de la cual nu...
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—Señorita Farren, siempre es bueno verla por aquí —comentó un detective mientras pasaba por nuestro lado—. Aunque es extraño no ver que la traen esposada como siempre.
—Hola a ti también, Quinn —repliqué mientras intentaba no rodar los ojos.
Desde el momento que Eann se detuvo frente a la estación de policía supe que esto era una muy mala idea. Los representantes de la ley y yo no teníamos una buena historia. Mis ganas de aventuras, mi juventud y el dinero de mis padres no se combinaban con la insistencia de los policías y el ligero desagrado que la mayoría me hacía sentir —y era algo mutuo— para tener un resultado placentero. Había accedido a abandonar la torre de Tony Stark, y la búsqueda que habíamos iniciado, solo para que Eann cumpliera las órdenes de su superior y así no perdiera su nuevo trabajo. No solo yo estaba disgustada con haber venido, ni los policías, sino que a Mason se le veía bastante malhumorado. De hecho, me había quitado el título de la persona más mordaz entre los tres. Aún no sabía qué había sucedido con él, y Eann me había pedido que no sacara el tema, al menos no aún.
Entre burlas y comentarios sarcásticos que intercambiábamos los oficiales y yo cuando nos veíamos al pasar llegamos a una puerta donde nos esperaba una mujer que yo conocía bastante bien para mi infortunio.
—Oficial Crawford, señor Woods, chica que cree poder salirse con la suya por ser muy asombrosa —saludó la detective a cargo del caso del robo de banco.
—Mi reputación me precede. —Sonreí de manera falsa—. ¿Comenzamos?
—Nos gustaría hablar primero con el señor Woods, si no le molesta a su majestad —respondió con una ceja enarcada.
Eann y yo tomamos asiento en unas sillas junto a la puerta. Echamos un último vistazo involuntario a Mason antes de que este siguiera a la detective. Aunque me hubiese gustado ser la primera en dar mi declaración, ahora podía preguntarle a mi amigo respetuoso de la ley qué estaba ocurriendo con nuestro tercer mosquetero.
—Me llamó tan pronto como las cosas se vinieron abajo, varios sujetos con máscaras habían irrumpido en su casa para matarlo. Aún estaba en línea cuando escuché lo que estaba sucediendo: una voz femenina parecía estar poniendo bastante pelea, decía que no iba a soltarlo, después oí un disparo y los gritos de Mason...
—¿Q... Quién...? —Quise preguntar, pero las palabras no me salían. No obstante, Eann pudo entenderme.
—Su madre —repuso, y bajó la cabeza—. Mason perdió a su madre esta mañana. A pesar de sus intentos por llevarla al hospital, murió en el auto a los dos minutos de haber llegado al hospital.
»Supimos que era cuestión de tiempo antes de que decidieran ir a atacarte a ti también, y Mason hizo de todo para poder advertirte a tiempo.
Quedé muda por un instante. Aquel chico ansioso había perdido a quien lo amaba más en este mundo, y en vez de derrumbarse utilizó ese vacío para salvar a alguien más de un dolor tan severo como tal. De mí salió un suspiro antes de girarme hacia Eann de repente. Su mirada em preguntó qué ocurría, y yo hablé.