Capítulo 46. Yoel.

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David

La vida en general es genial. Todo en mi vida ahora es fantástico. Quiero reír, quiero gritar, quiero llorar... Pero esto último solamente quiero hacerlo de felicidad. ¡Por fin de una vez por todas soy libre! He acabado con mis últimos exámenes y no me puedo sentir mejor. Adiós libros. Adiós apuntes. Adiós a madrugar. Ya puedo dar por finalizado mi segundo año en la universidad, lo que significa que solo me quedan dos más.

—Elena tenemos que hablar —llega diciendo Yoel en cuanto aparece en el apartamento.

Cierra la puerta dando un repentino portazo. Tanto Elena como yo levantamos la vista de nuestro trabajo a conjunto tras ver su reacción y nos miramos confusos. Estoy ayudándola sujetando la tela de un nuevo diseño mientras que ella va cortando con las tijeras con mucho cuidado. Al parecer este ha sido un diseño de última hora, el cual tiene que entregar mañana a primera hora por obligación de su nueva jefa, a la cual clasifica Elena como amargada, maniática y perfeccionista. Desde que comenzó con las prácticas del curso que ha estado realizando sobre diseño y moda no le ha faltado el trabajo. Muchas diseñadoras la han llamado para que trabaje para ellas y junto a ellas, y a pesar de todo tengo que admitir que Elena es bastante buena en lo que hace.

—Tenemos que hablar, a solas —dice Yoel mirándome fijamente a mí para que me dé por aludido cuanto antes.

Su mirada a la vez que fulminante es asustadiza y confusa. No sé qué es lo que se le estará pasando por la cabeza ahora mismo a mi mejor amigo, pero sea lo que sea lo que está pensando me da la sensación de que no es nada bueno. En este año ha hecho y dicho muchas cosas sin sentido. Como por ejemplo de vez en cuando pasa de estar de muy buen humor a estar con un humor de perros con el que cualquiera le aguanta, y otra de las cosas que ha hecho y que me ha descolocado por completo ha sido desaparecer de casa durante unos cuantos días en los que nadie sabía dónde estaba. Ni tan siquiera Elena lo sabía, y debido a esto han tenido más de un par de discusiones a lo largo del año. A penas han discutido en estos dos últimos años, y cuando lo han hecho ha sido por cualquier tontería. Los dos congenian genial como pareja, pero nada es perfecto y ellos dos no iban a ser menos.

—David por favor —me pide con tono autoritario mi mejor amigo para que desaparezca de su vista cuanto antes.

Le echo una mirada con los ojos entrecerrados. ¿Qué mosca le ha picado?

—¿Yoel no te puedes esperar un momento? —le pregunta Elena malhumorada terminando de cortar el último trozo de tela que le queda.

—No —niega.

No para de tirarse del cabello con desesperación. Nunca antes le había visto así de nervioso.

—David muchas gracias —me agradece Elena.

Ella me dedica una pequeña sonrisa y yo me levanto del sofá en el que estoy sentado.

—Luego seguimos —le digo guiñándole un ojo.

Antes de desaparecer ayudo a Elena a doblar las telas como buena persona que soy. Paso por al lado de Yoel y queriendo le doy un empujón con el hombro. No tiene por qué comportarse como el capullo que está siendo ahora mismo. Con toda la parsimonia que existe en el mundo me retiro del salón, dejando a la pareja a solas para que hablen de sus cosas. Mientras camino fuera de la habitación directo hacia mi habitación escucho los murmullos de los ambos.

—¡Ah! —escucho gritar a Elena.

Me paro en seco en medio del pasillo en cuanto la oigo. Elena sigue gritando como si estuviese poseída, y estoy a nada de volver a asomarme al salón haber que es lo que pasa. Sin embargo me quedo tras la puerta escuchando la conversación que viene a continuación.

Una rosa para Alex.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora