Capítulo 42. Alex...

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La fiesta es a las doce, y yo estoy a menos cinco esperando a que Alex, o a que algunos de sus compañeros, se dignen en abrirme la puerta

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La fiesta es a las doce, y yo estoy a menos cinco esperando a que Alex, o a que algunos de sus compañeros, se dignen en abrirme la puerta. Yoel, Elena y Ricky han decidido esperar en el coche. Miro las puntas de mis deportivas blancas, las cuales seguramente acabarán completamente negras al final de la noche, al igual que mi camiseta de tirantas abiertas. Suelto un suspiro de tan solo pensarlo. Elegir prendas de color blanco no es que haya sido una buena elección por mi parte, aunque por suerte mis pantalones son de un tono vaquero oscuro. Algo es algo. Escucho un leve "crack" frente a mí que me hace levantar la cabeza, y a continuación la puerta se abre dejándome ver a una Alex un poco extravagante.

—¿Pero que traes puesto? —es lo primero que escapa de mi boca.

Una toalla está envuelta alrededor de su cabeza y va vestida con un simple albornoz que deja sus largas y pálidas piernas a plenas vistas, por eso yo no tardo en fijarme en ese detalle.

—Quedamos a las doce —espeta al verme.

—Son menos cinco, los chicos nos están esperando en el coche —la informo encogiéndome de hombros.

Sin pedir permiso me adentro en el apartamento. Prefiero llegar cinco minutos antes y esperar, que llegar cinco minutos tarde y que me tengan que esperar. Como ya he dicho mil veces, las esperas me desesperan, pero si son con vistas así de buenas me da igual cuanto tenga que esperar. Sigo a Alex por el pasillo que dan a las habitaciones, y veo que no pone impedimento cuando me ve pasar detrás de ella a su habitación. En lo primero que me fijo al entrar es el vestido ceñido con el que la conocí en aquella fiesta extendido sobre la cama. Mi corazón da un vuelco de tan solo recordar cómo le quedaba puesto. Era una auténtica Diosa, y ahora esa Diosa resulta que es completamente mía.

—Cierra la puerta —me ordena.

Enseguida salgo de mi trance al escuchar su voz y hago caso a su orden. Así que girándome de nuevo hacia la puerta, la cierro, dejándome ver tras la cara posterior de esta un calendario con la mayoría de números tachados.

—¿Qué significa? —pregunto curioso sin quitar la vista de encima.

Contando los números me doy cuenta de que son justo dos semanas y tres días los que hay eliminados por una crucecita.

—Eh... —murmura—. Solo son los días que llevo de retraso —me informa.

Mis ojos se abren de par en par al oírla. ¿He oído bien?

—Que... ¿Qué? —pregunto, haciendo así que me salga un gallo.

—No te preocupes, mi regla no es regular —dice tratando de calmarme.

—¡Oh Dios! —exclamo llevándome las manos a la cabeza—. Espero por todos los medios que no estés... —Alex me mira achinando los ojos, así que me callo y vuelvo la vista hacia el calendario—. Joder... —murmuro—. Que tu regla sea irregular no significa que yo no esté acojonado —medio grito.

Una rosa para Alex.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora