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Quiero escupirle las palabras y decirle que ya no creo en ella, que no quiero oir una sola mentira más, y que no pienso seguir hundido en su juego de niña, porque me trae como a un idiota, como si fuese realmente divertido ir saltando vallas para estar con ella, ¿qué quiere de mi? Es tan estúpido llevar apenas unos días saliendo y tener que lidiar con este tipo de dramas inmaduros.

 Pero por alguna estúpida razón una parte de mi aun quiere creer en todas sus excusas, algo sigue esperando a que sea diferente, que cumpla con las expectativas que tuve sobre ella desde un principio. Aun quiero quererla y cuidarla y enseñarle a ser sincera. Y ni siquiera sé por qué.

Keyra sale corriendo por la puerta de la casa y entra al auto. Se sienta a mi lado en el asiento del copiloto, cuando cierra la puerta todo es silencio de nuevo. Suspira y yo me aguanto las ganas de golpear el volante. 

—Hola —murmura, fallando al intentar esbozar una sonrisa. Trato de mirarla, pero me enoja aún más y desvío la mirada al techo. Boto todo el aire de mis pulmones mientras apoyo la nuca contra el respaldo del asiento. Necesito mantener la calma. —¿Pasa algo?

Pienso que debe estar bromeando.

—Sí —digo. Me vuelvo de nuevo hacia ella y ésta vez le sostengo la mirada. —¿Has mentido para venir aquí? —pregunto, con la esperanza de que quizá yo haya malinterpretado lo que escuché allí dentro, o que haya sido todo una broma. Una excusa, lo que sea.

Su voz suena tan despacio al responder que sólo puedo oír la s de 'sí' cuando lo confirma, dejando caer la mirada hasta sus zapatillas.

«Mantén la calma— me digo—. Has las preguntas pertinentes, no te alteres de inmediato»

—¿Por qué lo has hecho?

—E-es una larga historia —titubea.

Suspiro. Con eso basta. Puedo enojarme ahora.

—Qué rayos pasa contigo, Keyra. De verdad, siento que no te conozco en absoluto, como si todo lo que creí saber de tí en realidad no fuese así—. ¿Qué tal si incluso su explicación sobre Hornmann es falsa? Sí, le creí, juro que me tragué todo lo que ella dijo, pero pudo ser otra mentira, Ahora cualquier cosa que ella haya dicho sabe a mentira. —Todo estaba jodidamente bien, pero luego viene ese estúpido rumor de Hornamnn, luego esto de que le has mentido a todos. ¿Qué es esto, Keyra? ¿Me estás poniendo a prueba? — «¿Dónde está la maldita cámara escondida?» —En serio, ¿Cómo diablos puedo confiar en tí? ¡Sólo quiero una buena relación, pero me lo haces tan difícil, joder!

Lo último parece arrancar de mi boca en un golpe de voz, y sólo espero que no se largue a llorar, como la chica de ayer. Pero, por animal que suene, ahora creo entender al sujeto alterado. 

Keyra sólo me mira, sin embargo. Aún es capaz de mirarme con los ojos bien abiertos, y ni siquiera se defiende, ni siquiera niega alguna de las cosas que acabo de decir. 

Sencillamente genial.

—Dime—insisto—, ¿hay algo más que deba saber? Porque en serio eres como una caja de sorpresas y si tienes más secretos guardados, quiero saberlos ahora. No lo sé—suspiro. Necesito bajar las revoluciones—. Quiero saber con qué clase de chica estoy saliendo, Key. Si tienes algo más que decirme, por favor hazlo. Y espero que seas honesta ésta vez si queremos que lo nuestro resulte. 

No puedo ni tan siquiera creerme a mí mismo cuando digo todo esto. ¿No debería estar cortando con ella ahora? Lo hubiese hecho con cualquier otra chica, sin embargo. Y eso me asusta mucho. Ella me asusta, porque me estoy obsesionando.

—Tengo leucemia.

Tiene leucemia. Mi novia tiene leucemia. 

—Keyra—me río—. No juegues. La pregunta iba en serio. 

Pero la expresión seria, y con un dejo de panico en su rostro no cambia. —La respuesta iba en serio también. 

—No—insisto, con la misma risa, pero frunzo el ceño porque en realidad no me parece gracioso. —Tú no puedes tener leucemia.

Suspira y carraspea con la garganta, poniendo su mano empuñada en frente de su boca. Incluso eso lo hace con movimientos suaves. ¿Por qué está tan tranquila? ¿Por qué ni siquiera se inmuta al hablar sobre esto, mientras la velocidad de mi pulso crece con cada segundo que pasa? 

De un segundo a otro comienzo a sentir pánico del tema que estamos abordando aquí, me vuelvo claustrofóbico, como si el auto realmente estuviese haciéndose pequeño a mi al rededor, a medida que mi pulso comienza a golpearme los oídos con rabia. No puede estar hablando en serio. Keyra no puede estar hablando en serio.

Parte de mí sigue insistiendo en que ella esté tratando de reírse de mí con alguna estúpida broma inmadura, del tipo que jamás haría. Pero me doy cuenta de que estoy equivocado, de que ella está hablando tan en serio como yo quiero que bromee, cuando responde.

—¿Qué tal si vamos a conversar a algún lugar tranquilo?

Mierda.

Asiento. Porque no sé de qué otro modo reaccionar. 

Esto no es lo que tenía en mente para hoy. 

 Pongo el auto en marcha, sin la necesidad de pensar en algún lugar, porque ya lo tengo en mente. Conduzco en silencio todo el camino, sintiendo la sensación que se tiene cuando pierdes a un niño dentro del supermercado: Buscas como un desesperado con la mirada, girando sobre tí mismo, y cuando lo encuentras no sabes si abrazarlo o regañarlo primero. 

Keyra obviamente no tiene la culpa de todo esto, no obstante, sigo experimentando ésta suerte de resentimiento hacia ella, sin saber si se trata del hecho de que haya mentido otra vez o si es porque acaba de decirme que tiene leucemia. ¡Tiene leucemia, joder! ¡No puedo creerlo! ¡No puedo simplemente tragarme toda esa mierda! ¿Desde cuándo la tiene? ¿Por qué no me lo dijo? De qué carajo va todo esto. Ni siquiera estoy seguro de poder conducir todo el trayecto hasta la salida de Londres, pero no tengo otra opción, necesito saber un montón de cosas que hace media hora ni siquiera imaginé que me preguntaría. 

—¿Dónde estamos? —consulta, con voz temerosa cuando aparco en el costado de la carretera.

La última vez que estuve aquí fue hace casi un año, y es curioso porque también conduje desde la casa de los Hoult, cuando Toffee y yo discutimos en su patio porque su ex novio de un nombre extranjero impronunciable era demasiado celoso—idiota— como para no molestarle el hecho de que ella pasara mucho tiempo con todos nosotros, lo cual era extremadamente estúpido porque todos asistimos juntos al instituto, pero él provenía de otro colegio. Finalmente ella se aburrió de él, lo cual nos pareció un muy buen desenlace, porque el chico parecía ser demasiado delicado e irritable como para incluso merecer una relación con alguien tan alegre y genial como lo es Toffee.

—En la carretera, saliendo de Londres—respondo, volviendo a la realidad en que me encuentro ahora. Todavía no puedo creer que esté aquí con ella. 

Este sitio no es un lugar especial, no es más que la pista de asfalto y un montón de árboles a cada lado. Es como un bosque que desde las afueras parece ser muy frondoso, pero una vez que te metes entremedio de la vegetación te das cuenta de que hay incluso un camino marcado por los pasos de miles de personas que deben haber estado aquí antes. 

Vengo aquí sólo porque es un lugar aislado que no frecuento, por lo cual descargar las emociones desagradables aquí ayuda a no asociar mis problemas con mi casa o los lugares en los que vivo.

Me apeo del auto y lo rodeo para ayudar a Keyra a salir con cuidado, puesto que su puerta está junto a la pista. Necesitamos mantener el equilbrio al principio del matorral por la irregularidad del suelo que desciende, pero finalmente sólo es necesario hacernos espacio entremedio de los arbustos para llegar al final, donde la densidad de la vegetación es nula, pues no hay más que un plano de pasto seco, amarillento y muy corto, donde tomamos asiento.

—Bien—digo. 

Keyra suspira, cruza sus piernas y dice: —Acomódate, porque esto es largo. —Si no deja de hacerme sentir como si no supiera absolutamente nada sobre ella oy a perder la cabeza.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora