Bosque

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Derek

—Derek, ya levántate. No me gusta verte así—dice Lydia y en su voz se puede escuchar la súplica.

—No tengo ganas de nada, Lydia—hablé desde abajo del edredón.

—Has estado así todo el fin de semana—recriminó quitándome el edredón.

—Y ha mucha honra.

—Derek, anda. Vístete y vamos a un lugar—animó.

—Está bien—acepto derrotado, llevaba insistiendo un buen rato y ya comenzaba a sentirme mal por Lydia.

Ella chilló de alegría y fue a mi closet, comenzó a buscar ropa, mientras yo la veía.

Cuando terminó de hurgar en mi closet, me dio la ropa y fui al baño a vestirme; me miré al espejo y lo que vi, me sorprendió, soy un asco: tengo unas terribles ojeras y estoy pálido, Lydia tenía razón al decir que me veía terrible.

Salí del baño y Lydia me regalo una de sus bellas y cálidas sonrisas que de alguna manera logran tranquilizarme.

—¿A dónde vamos?—pregunté ya que estábamos en su auto.

—A uno de los lugares que te da tranquilidad.

Automáticamente pensé en Stiles, él me da tranquilidad pero no puedo ir con él, no quiero hacerlo.

—Mi habitación está en mi casa.—señalo con cierto toque de diversión en mi voz. Ella me da una mirada recriminatoria y sonríe segundos después.

—Derek, hablo de la cancha de Basketball que hay en el parque.

—Oh.—es cierto, ése lugar me tranquiliza; puedo votar la pelota con toda la fuerza que quiera y arrojarla de la misma manera.

Llegamos al parque y fuimos a la cancha de Basketball.

—Bien, lánzala—Lydia palmea mi espalda, lanzo sin ganas la pelota y mi querida amiga hace una bulla, diciéndome que esperaba más, lanzo otra vez la pelota y ésta entra a la canasta con un tiro perfecto.— ¡Ese es mi amigo! ¡Por algo eres el capitán!

—Lydia, la gente te está viendo.

—No me importa. Lanza otra—hago caso y vuelvo a encestar, ésta vez sonrío, miró a Lydia y su sonrisa se agranda al verme sonreír.

—Buen tiro.—me felicita regalándome una de esa bonitas sonrisas que ella posee.

—Stiles...—musita Lydia con un hilo de voz mientras se coloca a mi lado.

—¿Puedo lanzar una?—señala el balón que traigo en las manos y miro el balón con el ceño fruncido.

—Haz lo que quieras—le lanzo el balón y salgo de la cancha, para irme a sentar a una banca.

—¿Sigues enojado por lo del otro día?—pregunta incrédulo.

—¿A ti qué te parece?—hablo con brusquedad.

—Que estás exagerando las cosas—responde con seguridad y un semblante serio.

—Tú no tienes idea por lo que estoy pasando, así que no digas nada.

—¿Desde cuando nuestra amistad ha tomado éste rumbo?

—No lo sé—respondo con toda la sinceridad que tengo y esquivo su mirada.

—Sea lo que sea que te esté pasando, yo no tengo la culpa, así que no tienes por qué estar enojado conmigo.

—Tú eres responsable eso—mascullo.

Me gustas... Stiles [Sterek] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora