Capítulo XLVII: Esta no es una despedida.

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Sentada frente al ventanal de la habitación, dejé el libro que tenia en manos en el suelo, tomé la taza de té que se encontraba frente a mi.

Suspiré, relajando mis hombros, era tarde, quizás ya la una de la madrugada, pero eso era lo de menos. Había prometido a Madara velar su sueño, para que así pudiese descansar al igual que las últimas noches que han pasado, él merece dormir bien y aunque no sepa la razón de sus constantes pesadillas, sabía que eran un tanto severas, pues se levantaba de un humor horrible y salia a caminar todo el día.

Sus cálidas manos pasaron por mi cintura, pegando mi espalda a su desnudo pecho, se había despertado.

―¿Por qué no duermes?― Preguntó sobre mi oído, provocando un escalofríos en mi.

―Quería cuidar tu sueño...

―Durmiendo a mi lado lo haces.

Entrelacé una de sus manos con la mía, acariciando con mi dedo pulgar su dorso.

―Me gusta verte dormir, te ves muy pacífico...― Murmuré, observando el jardín trasero visible tras la ventana.

...

Miré a mi esposa con lastima, ella tampoco dormía y al igual que muchas cosas, era mi culpa.

Con su cintura entre mis brazos, besé su cabello con cariño, se preocupaba demasiado por mi. Solté mi mano de la suya, aparté el cabello de su cuello y besé con suavidad este haciendo que su piel se erizara como era común en ella. Con mi mano sobrante tomé la delgada cinta que mantenía su bata cerrada, soltando esta.

―¿... Qué pretendes?― Sus palabras fueron acompañadas por un suspiro, al sentir mi mano acariciando su desnuda y perfecta cintura.

―Disfruto de la mujer de mi vida.― Hablé, dejando un pequeño beso en su oreja.

Por voluntad propia, volteó su cuerpo hacía mi, pasando sus piernas por mis costados. Nuestros labios impactaron con fuerza entre ellos, transmitiendo esa necesidad por tenerla conmigo. Mis manos se colaron por su bata, pasando por sus muslos, cadera, las curvas de su cintura para finalmente contornear sus senos.

―¿Por qué... ahora?― Agitada, tomó mi rostro entre sus manos.

Besé sus labios nuevamente, intentando silenciar sus dudas, ahora no era el momento de hablar, pero quizás nunca lo seria y eso es algo que ella no me perdonaría.

―Porque no sabemos si esta puede ser la última vez.

Y sin dejarla continuar tomé sus labios, acariciando su suave espalda, apegandola a mi cuerpo. Un gemido resonó dentro de la habitación, nuestras intimidades rozaron, enloqueciendo mi mente e instintos, en un brusco movimiento su bata desapareció, ahora su cuerpo expuesto sobre mi, vulnerable ante mis manos.

Besándola con fuerza, tocando su cuerpo sin pudor, mis manos pasaron a sus senos, acariciando con suavidad la punta más alta de estos arrancando otro gemido ahogado en nuestro beso.

En algún momento mi pantalón desapareció. Ella tomó la iniciativa, besando mi cuello, pasando sus manos por mi pecho. Llego un momento en que nuestras miradas se conectaron, reí al ver su rostro completamente rojo al darse cuenta de la situación.

Ambos desnudos frente a la ventana que siempre se mantenía abierta, la luz de la luna cubría su hermosa espalda. Me acerqué a su oído.

―Te ves hermosa.―Susurré, quitando los pequeños mechones de cabello que caían por su rostro.

Nuevamente la apagué a mi, rozando mi creciente erección con su cálida feminidad, sintiendo sus suaves pliegues cubrir mi miembro, llenándolo de su humedad.

El Verdadero Sentimiento Uchiha | Madara Uchiha |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora