De la locura organizada

122 16 7
                                    

Se detuvo al notar que se encontraba en una colina, cerca del límite de la ciudad con la entrada a Suryanis

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se detuvo al notar que se encontraba en una colina, cerca del límite de la ciudad con la entrada a Suryanis. Nunca había visto las luces del país vecino, tan adelantado en comparación a Daranis. La magia los había beneficiado bastante. Era una pena que a solo a ella le estuviera perjudicando todo aquello. A lo mejor era cierto. Las mujeres no debían lanzarse en aventuras. Lo único que podía hacer era meterse en problemas, ponerse en peligro, no ser capaz de defenderse a sí misma. A lo mejor debía volver a su pueblo, aceptar la protección del anciano que la había pretendido.

Detrás de ella, Sarwan aterrizó con suavidad.

—No deberíamos separarnos del grupo —la regañó—. Hay enemigos escondidos, por si no lo escuchaste recién.

—Ya lo sabíamos, desde que entramos a este pueblo —contestó ella, con brusquedad—. Y nos la hemos pasado vagando por separado.

Notó que él se le acercaba, se veía impaciente.

—Ahora vamos a organizarnos bien —dijo, era evidente que estaba apurado. Y muy molesto—. Ven conmigo, tenemos que trazar un plan para la llegada de aquella loca de Aruni.

Ella se apartó con rapidez, cuando vio que el hechicero intentaba tomarla de la mano.

—Yo no voy a colaborar con ella —aclaró, decidida—. Apenas encuentre un transporte, me iré a Suhri. Olvidaré que todo esto ocurrió. Cuando Nimai logre subir al trono, hablaré bien de los elementales a todo el que quiera oírme. Ahora déjame un rato sola.

Lo vio armarse de paciencia, revolverse el cabello castaño con la vista en el horizonte iluminado y volverse hacia ella.

—Lo siento, Nirali, pero no estoy para caprichos. Vamos a comer algo y conversamos bien.

—¡Tómame en serio por una vez! —gritó la muchacha, cuando él volvió a intentar llevársela.

Era la primera vez que tenían un desacuerdo tan profundo. Lo peor era que la aprendiz sentía que no era por falta de oportunidades. Desde el inicio, había sentido que no conectaba con su maestro lo suficiente. Nunca se habían entendido del todo, pero esa noche estaban en dos universos distintos.

—Tú eres la que no se toma en serio —respondió Sarwan, exasperado—. ¿Qué pasó en esa plaza? Dijeron que te lanzaste contra un montón de soldados.

—Si ya te lo contaron, no sé para qué preguntas —murmuró ella, herida en su orgullo al recordarlo.

Sarwan se le acercó aún más, aunque no fue para volver al centro de Bunhal. La sorprendió, más serio que nunca y hablándole en un tono de voz que jamás le había escuchado. Ella sintió escalofríos. ¿Él estaba mostrando arrepentimiento?

—Nirali, no es tu culpa. Como ya habrás deducido, no fui del todo sincero contigo y mi necesidad del dinero de tus padres cuando te recluté como mi alumna.

Espíritus de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora