Día 18 (continuación/3)

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Los recuerdos verdaderamente entrañables viven y brillan. Con el paso del tiempo reviven con angustia.
(Banana Yoshimoto)

* * *

[Día 18]

POV MAGNUS

Estábamos ahí, rodeados de un mundo nuevo, diferente a aquel en que nuestros caminos se cruzaron la primera vez, rodeados de personas desconocidas, en un siglo diferente. Pero en sus brazos, sintiendo su calor, su respiración tratando de normalizarse, me sentía de nuevo como en casa, como si el tiempo hubiera regresado y yo estuviera de vuelta en mi hogar. Alec era eso para mí, sólo él sabía tranquilizar mis demonios y hacerme sentir seguro, con fuerzas y ganas de seguir…

Él tenía todo el poder sobre mí, mi alma, mi cuerpo, mi corazón, y ni siquiera lo sabía. Nunca quiso aceptarlo en la otra vida, ver que era mi todo, y yo era completamente suyo, yo dependía de él, una palabra, una mirada, cualquier simple acción suya, podía levantarme o hundirme por completo. Y, si después de toda una vida, nunca pudo creérselo, ¿cómo lo convencería ahora? ¿Cómo demostrarle que lo necesito para respirar?

¿Cómo decirle que él era mi pilar, mi ancla a la realidad, a la vida, sin asustarlo, sin que crea que miento, que me aprovecho de él?

POV ALEC

Podía sentir una revolución total en mi interior. Era tan nuevo para mí, pero, a la vez, pareciera que mi cuerpo la conociera ya, que la recordara y sólo estuviera reviviendo sensaciones.

No lo había pensado, no lo había dudado, antes de abrazarlo. Magnus me hacía sentir demasiado fuerte, demasiado fácil, demasiado intenso. Su voz, su respiración, sus movimientos, todo en él parecía llegarme directo al alma, al corazón, o no sé a dónde, pero parecía que no necesitaba, ciertamente, verlo, y tal vez ni escucharlo, yo lo sentía. Lo sentía como si nos conociéramos de siempre. Como si mi corazón reconociera al suyo…

Y yo sentí que él necesitaba de alguien para soportar este momento, estos recuerdos, para poder seguir. Y no sé si yo podía ser ese alguien, pero aquí estaba, yo, para él, y lo estaría, aunque me dijera lo contrario, siempre que él me necesitara.

Y me daba miedo que fuera un día al contrario. Que terminara yo necesitándolo… Pero, por ahora…

POV MAGNUS

Sus brazos rodeándome, como hace tanto tiempo, como siempre debió haber sido. Lo había extrañado tanto, era innegable, pero con él aquí de nuevo, justo entre los míos, podía darme cuenta de hasta qué punto había estado tan vacío todo este tiempo. No quería dejarlo ir nunca más. No quería que me soltara ni soltarlo nunca.

Pero, los momentos así nunca son eternos…

Me aclaré la garganta, tratando de recuperar la voz y la compostura, no podía dejarme derrumbar por mis recuerdos, por los recuerdos de hace tanto tiempo, no frente a él. –P-perdón… -intenté separarme, con suavidad, dejarlo ir, sin ser brusco. Pero él no me dejó. No rompió el abrazo, y yo sentía unas inmensas ganas de confesarle que él era el amor de mis vidas, él era mi cazador, él era la razón por la que yo sonreía…

-N-no te disculpes –me dice en un susurro-, nada de eso fue tu culpa, t-tú…tú eras un niño. Sólo te defendías, nada de eso debió ocurrirte, pero sucedió y, a pesar de todo, estás aquí. Estás vivo, y no eres un demonio, Magnus. Tú, aunque yo no pueda verte, eres perfecto, eres perfecto sin importar tus ojos o cualquier otra cosa de tu físico, eres perfecto porque tu corazón, tus sentimientos, lo son. Eres una gran persona y no debes dejar que nadie te haga dudar eso. NUNCA.

Sentía un nudo en mi garganta, las lágrimas acumularse de nuevo, y como si alguien me estuviera exprimiendo el corazón. Y era perfecto, dolía porque era real, eran sus palabras. Era mi Alec, en esta vida o en otra. <<Te amo>>, era lo único que quería decir y no podía, me estaba prohibido pronunciarlas en voz alta. Yo debía ser fuerte, esperar, no ser imprudente de nuevo. –Tú también lo eres, eres perfecto, Alexander.

POV ALEC

No sé de dónde me salió todo eso, pero sentía que debía decírselo, hacérselo saber, Magnus no debía sufrir por algo que lo había roto hace tanto, algo de lo que él no tenía culpa alguna. No sé si alguien, alguna vez, se había atrevido a decírselo, pero era así: <<no fue culpa suya. Él no podía evitar cómo nació>>, y nadie debería reprochárselo nunca, porque él no era un demonio, porque yo podía sentir toda la bondad en él. Aunque tal vez no era objetivo…

Pensé que haría algún chiste al respecto o rechazaría mi palabras, pero no estaba preparado para las suyas: -Tú también lo eres, eres perfecto, Alexander…

Pude sentir mi corazón retumbar en mi pecho, cada latido fuerte y claro, acelerándose porque no era su tono de burla, de broma, de coqueteo. Había sonado como si en verdad lo pensara.

Y esa fue mi llamada para separarme de él por fin. Apoyé una de mis manos en su hombro, y con la otra recorrí, lentamente, en una suave caricia, su rostro, una última vez, despidiéndome de él, eliminando cualquier rastro de tristeza, de lágrimas, que siguiera ahí. E hice caso omiso a sus palabras…

-No eres un demonio –le repetí, con voz firme, volviendo a mi lugar-, no lo eres. No lo creas nunca. Así que… ¿qué pasó después?

Pude escucharlo reír, una risa casi inaudible, pero ahí estaba. Podía imaginar su sonrisa, era él de nuevo, tal vez hundido en recuerdos nostálgicos, pero feliz. Ese era el Magnus que me gustaba, aquel que, si algún día pudiera, quisiera ver…

Pero por ahora podía escucharlo, moría por escuchar el motivo de su risa. Ese debía ser un buen recuerdo con su chico.

CONTINUARÁ…

¡Volví! (de mi pequeña ausencia que tal vez no notaron)
Perdón si es un pésimo capítulo… El siguiente vuelve “maxperanza” (según algunas de ustedes) y no sé si ahí acabe el día o haya otro capítulo…
Y por fin actualizo Aprendiendo juntos

Tus ojos no me ven (malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora