Capitulo 11: ¿Es real?

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Todo era como antes, estaba en el lugar donde vivió sus primeros años de infancia, la casa de su abuela, un lugar en el campo donde residían unos cuantos vecinos además de ellas. Todo era conocido...

Pero...

Parecía como si todo lo que pasó hace unos meses (desde que volvió de Eldarya) fuera un sueño, qué triste. Tantas maravillas y tantas personas que conoció... terminen siendo un producto de su imaginación... eso no podía ser, se repetía la chica. Los sentimientos y recuerdos que tenía de ese lugar y de las personas eran perfectamente claros para ella, demasiado reales, demasiado... ¿cuerdos? No podía describirlos bien si quiera, pero algo dentro de ella le decían que era cierto. Que se encontró perdida en un lugar mágico donde pudo hacer amigos, aprender cosas nuevas y... enamorarse. Extrañamente, eso ultimo si le parecía irreal... por el solo hecho de recordar al elfo que hizo que lo odiara con tanta fuerza como para querer salir corriendo. Qué contradictorio.

Aunque ya no valía la pena seguir prendada de aquello, no tenía manera de regresar y menos de volver a verlo.

Gardienne se recostó en su cama, estaba agotada. Desde que pudo volver a... lo que sea que fuera la realidad, su mundo o su hogar, se sentía demasiado agotada, a veces se desmayaba sin razón o dormía días enteros, como si su cuerpo se desestabilizara y le exigiera recargar energías. Lo peor de la situación, no era que se encontrara inconsciente frecuentemente, si no que su abuela estaba muy enferma. Desde su desaparición su salud decayó considerablemente hasta caer en depresión por perder a su familia, y desde el regresó de Gardienne se encontraba más estable y alegre, aunque su salud no mejoraba. Razón por la cual, era su nieta quien cuidaba de ella en su casa, pero claro... siempre y cuando la chica no estuviera inconsciente, producto de sus recientes desmayos. A la anciana hasta le parecía que estaba algo cambiada, como si añorara algo, aunque... ¿cómo no? perder a tu familia y desaparecer por meses es un suceso importante... aunque desgraciado.

La chica, al despertar cierta mañana, se sintió diferente o más bien había algo diferente... como si algo en el ambiente hubiera ocurrido. Se levantó de la cama con cuidado, se tambaleo un poco mientras caminaba en su habitación (que aun seguía decorada como cando era niña), en el camino a la puerta trenzó su cabello en un amarre suelto y salió al pasillo. Escuchaba voces fuera de la casa mientras seguía tambaleándose. Al parecer sería uno de esos días en que el cansancio la perseguiría.

-¡Aquí es!- escuchaba a una de las voces.

-¿Entramos y nos la llevamos?- decía otra voz.

La chica se dirigía a la puerta, sus ojos le pesaban y se sentía algo intranquila por aquellas personas que escuchaba fuera de la casa. Se sentía cada vez más mareada, cuando llegó al recibidor, su abuela se encontraba frente a dos personas, ella no pudo verlas ya que se estaba sujetando de las paredes y justo cuando iba a dirigir la mirada hacia los ruidosos personajes que había escuchado... se desplomó, cayo desmayada como tantas veces lo había hecho.

No supo quien ni cómo la llevaron a su habitación, pero ahí estaba y para su desafortunada suerte ya era de noche. Aun no podía abrir los ojos pero lo sabía. Sentía los pasos de alguien dentro de la habitación, la persona se inclinó junto a su cama y se acercó al rostro de la chica. Ella se sentía nerviosa, su cara se frunció en un ligero gesto de reprobación. Al parecer, quien fuera que estuviera junto a ella lo notó.

-No te haré daño... -le susurró una voz masculina, haciendo que se relajara.

Sintió algo en su pecho, el sujeto estaba desabrochando el primer botón de su pijama. Ella no podía hacer nada, su cuerpo aun no se lo permitía, esos desmayos a veces la dejaban en una especie de coma. En su mente inquieta no podía ordenar las ideas de lo que estaba pasando, pero quien quiera que fuera aquél hombre estaba haciendo algo muy extraño. Sintió un liquido caer en la zona que él descubrió, el cual sintió que la llenaba de calor, sentía como si una luz refulgiera desde su pecho y se esparciera por todo su cuerpo. Luego, sintió que su cuerpo se relajó, dio un dulce suspiro y antes de dormirse sintió el roce de unos labios que le tocaban la frente.

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