dos

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  I can't take it no more girl
I can't take this abuse
Every time that you walk in the room girl
I'm hypnotized by the way that you move
It's the way that you move  

canción: black widow, por cage the elephant

🔥🔥🔥

Lia estaba aún mirándose horrorizada al espejo cuando la puerta del baño se abrió, mostrando a una enfermera que al pasar por ahí había oído el grito proveniente de la habitación de Lia.

La enfermera, una mujer de unos cuarenta y tantos años, pelirroja y de mejillas regordetas, abrió la boca como si fuera a gritar del miedo al ver a aquella criatura con silueta de niña pero ojos de demonio prendida en fuego. Sin embargo, no tuvo la oportunidad de hacerlo pues en menos de un parpadeo, más por instinto que por nada, Lia la tomó del brazo y la miró a los ojos.

De repente, Lia dejó de ser ella.

Aunque seguía con los ojos abiertos, su cuerpo inmóvil frente al de la enfermera que igual seguía sin moverse, su mente estaba en otra parte. Era algo que no tenía palabras que pudieran describirlo. Era algo como ver una película, solo que las imágenes pasaban demasiado rápidas por su cabeza. Pero eso no significaba que no pudiera verlas todas con detalle y que incluso recordara lo que había pasado en esas imágenes.

No eran recuerdos suyos, eran recuerdos de la enfermera al frente suyo. Vio toda su vida desde pequeña hasta ahora. Sintió todo lo que ella había sentido en su vida. La alegría cuando tuvo a sus hijos, la lujuria cuando engañó al padre de estos y la desolación cuando su inevitable divorcio llegó. Sintió la alegría de su infancia y la amargura de la crisis de los cuarenta años. Las imágenes pasaron a un segundo plano y las emociones la inundaron.

Luego, fue como si no estuvieran ahí, en el baño de su habitación en el hospital. No. Estaban en la habitación de la casa de la enfermera en Texas, donde había vivido cuando tenía catorce años hasta los diecinueve. Lia no encontraba explicación de cómo sabía eso, pero lo sabía.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Lia. Solo que Lia no era Lia, pues cuando bajó la vista casi da un salto al ver su cuerpo. No era la chica pequeña y rubia de siempre. Era el hombre con el que la enfermera había tenido una aventura. Dicha mujer parecía estar en trance, como si no notara algo extraño sucediendo. La voz de Lia salió extrañamente melodiosa, en un tono calmado, casi hipnótico.

—Elena —respondió la enfermera en un susurro.

—No vas a decir nada de lo que pasó aquí —Lia se sorprendió a si misma cuando su voz además de salir tan perfecta, en un ritmo y tono que nunca se imaginó hacerlo pues no había tartamudeado ni vacilado como siempre le sucedía.

—Nada pasó aquí —repitió la enfermera.

—Vas a decir que entraste a mi cuarto al oírme gritar, pero que simplemente te lo imaginaste. Estabas muy cansada.

—Claro. Estaba cansada. Lo imaginé.

—Vas a decirle a tu jefa de enfermeras que quieres descansar un rato. Lo harás. No vas a recordarme más de lo necesario. Soy cualquier paciente. ¿Entendiste?

—Sí.

—Bien. Vete.

Lia parpadeó, todo el encanto perdiéndose. Sus ojos que se habían iluminado de un azul intenso, no parecido a los de Derek cuando se transformaba sino como zafiros en una noche de luna nueva, con una chispa de algo dentro de ellos, se habían vuelto planamente azules. Lia soltó a la enfermera, tratando de no darle muchas vueltas a la quemadura que le había dejado en el brazo donde la había estado sosteniendo todo este tiempo.

Impossible /Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora