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Era todo silencio entre ellos tres mientras esperábamos a que vinieran a buscarnos. Tiré de la mano de Jack y él me levantó para sentarse en mi silla y abrazarme con fuerza.
-¿Van a venir mañana para que estudiemos?-pregunté y él asintió.-Te juro que no entiendo nada.
-Te dormiste las tres últimas clases.-dijo y reí.-Sos un caso perdido.
- Mark.-lloriqueé.-Jack renunció a mí.
-Que renuncie.-dijo su hermano y me miró.-Vas a casarte conmigo.
-No vas a casarte con nadie.-masculló Freddie por lo bajo a la vez que aparecía papá.- Vamos. Es hora de ir a casa.
Mark nos llevó hasta el auto y Jack me subió para luego besar mi mejilla seguido de su hermano.
Sabía que Freddie estaba molesto. Siempre estaba molesto. Yo seguía haciendo las cosas mal y él continuaba recriminándomelo todo el tiempo.
Abrí la puerta cuando llegamos y saqué mis piernas fuera en lo que papá de apresurada a sacar la silla, mirándome con confusión. Freddie bajó completamente molesto y le arrebató la silla para luego tirarla lejos.
-¡Freddie!-gritó papá.
-No voy a dejar que te metas en mi cabeza y encima te creas con el derecho de recriminarme las cosas.-dijo señalándome a la vez que fruncía el seño y se aproximaba.- Todo el día con miedo... ¿De qué? ¿De qué maldita cosa tenías miedo?
-¡Entrá en la casa ahora mismo!-gritó papá y yo quise tomar la mano de Freddie pero él se apartó y supe que ambos nos dolía pecho, que yo comenzaba a ahogarme y que algo andaba mal con la silla.
-De que me cambiaran por vos.-musité y me sostuve de la puerta ante el dolor.
Vi a papá poner su mano en el pecho de Freddie y él comenzó a desesperarse.
-Se ahoga.-lo escuché decir antes de que me dieran el inhalador.
Papá lo entró en la casa y yo miré la silla a un lado. La rueda izquierda estaba dañada. Estiré mi brazo lo más posible hasta alcanzarla y me senté en ella, andando a duras penas, inclinándome para evitar caer. El tío salió y me alzó con rapidez.
-¿Estás bien?-preguntó y negué mientras él miraba la silla.-Mejor nos vamos. Calmate y se va a pasar. Tu papá está arriba con Freddie.
- Vamos.-pedí y él dejó la silla ahí, apretando la mandíbula.
-La otra silla está en la casa de tu tío. Tengo que ver que esté bien. Darcy...
-Todo está bien.-murmuré y tomé su mano.
-Está bien, mi amor. Vamos. Tengo que preparar el almuerzo. Tengo que... Darcy.

Cuando llegamos, todo era silencio. El aroma a comida lo inundaba todo. El tío me sentó y pude ver la bata azul sobre aquellos hombros firmes e imponentes.
-Hice el almuerzo.-dijo.
-Espero que alcance para tres.
-¿Qué?-incluso desde la sala pude ver cómo se tensaba.-No la traigas.
-Ya está acá.
-¿Dónde?
- En la sala.-me dejé caer en el sofá al notar su mirada y sentí que el pecho me dolía demasiado.-Tengo que revisar la silla de acá.
-¿Qué le pasó a la de ella?
-Freddie.-se limitó a decir y me encogí.-Ella está bien, tranquilo. No es necesario que muestres tanto afecto y preocupación por tu sobrina.
-Yo no tengo sobrinas.-sentenció.
-Lo que digas, Harry. Darcy va a quedarse hoy.
-No.-dijo siguiéndolo mientras el tío avanzaba por la casa.
-Si. No voy a dejarla allá si yo no estoy. Darcy...
Guardó silencio y rogué que no le contara.
-¿Darcy, qué?
- Tiene pesadillas. Se ahoga, Harry. Ellos no saben cuidarla.
-Son su familia.
-Yo también y vos igual. Hagan las paces.
-No la quiero acá.-dijo y volvió a la cocina.-Y menos quedándose callada para escucharnos.
Golpeé mis piernas una y otra vez y el tío me tomó con rapidez antes de juntarme a su pecho.
-No lo hagas.-pidió.-Yo... Tengo que quedarme, Darcy.
-Él no me quiere acá.
-Y yo no quiero que algo te pase si yo no estoy.-me encogí en su pecho y él me alzó. -Es hora de comer.
-No tengo hambre.
-Lo dijo el médico.
-¿Qué médico?-preguntó el tío como al pasar.
-Si no te importa ella, entonces esa respuesta no te corresponde.
El tío me sentó en la mesa y comenzó a servir en los platos. Las arrugas en el rostro de Harry se marcaban por su mueca de disgusto. No tenía que estar ahí. El pecho me dolía y sólo atiné a tomar la mano del tío.
-No, no.-murmuró con su mano en mi pecho.-Tranquila. Todo está bien. Estás bien.
-¿Qué pasa?-preguntó el tío Harry y se me escaparon unas lágrimas.-Díganme qué pasa.-exigió y golpeó la mesa.-Es mi casa.
-¡Basta!-gritó el tío y me levantó.-La estás asustando. Darcy no puede asustarse ni agitarse. ¿No lo entendes, Harry? Tiene problemas en el corazón y no estás ayudando en nada.-subió la escalera conmigo y me miró un largo instante.-Tenía que decírselo. No voy a dejar que te haga nada. Necesita saberlo para evitar momentos como los de recién.
Me dejó en la cama y comenzó a cantar bajito, logrando que me calme. Supe que era la cama del tío Harry y me llené de su aroma.
-Quiero hablar con ella.-dijo desde la puerta.-Es sólo un minuto. Vamos a comer todos en la misma mesa.-el tío Liam besó mi frente y se marchó.-¿Por qué no me lo dijiste?
-Porque no es importante.-murmuré dándole la espalda.-Para vos, nada es importante.
-Por el amor de Dios, Darcy.-masculló.-Estoy encerrado acá como un loco preguntándome si estás bien y ahora me decís que no es importante.
-Dijiste que ibas a tener una hija y a...
-Sos la única hija que quiero.-gritó.-Darcy, sólo quiero que tengas a tu familia.
-¿Qué familia? Mamá sigue siendo mamá y papá es el que era antes, el que tenía a Freddie como centro de su vida. Y Freddie... Ya no sé quién es mi hermano. Y vos te fuiste.-lloré.
Se sentó en la cama y me tomó con fuerza. Me subió a sus piernas y acarició mi rostro.
-Entonces quedate acá. Quedate conmigo toda la vida. Quedate porque sin vos yo no puedo.-lloró y me tomé de él con fuerza.-Te extraño tanto. Te extraño demasiado.
Me hice pequeña en su pecho y él besó mi frente una y otra vez.
-¿Por qué me alejas?-lloré y él barrió mis lágrimas.
-Porque no quiero privarte de lo que es tuyo. Yo... Darcy, te amo muchísimo. Nunca va a dejar de ser así, pero tu papá no me quiere cerca.
-¿Desde cuándo te importa eso?-lloré y me llevé la mano al pecho al instante.
- Vamos a hacer algo.-dijo acostándome en la cama y tendiéndose a mi lado.-Vas a tranquilizarte ahora, vas a dejar de llorar y a calmarte.-acarició mi mejilla una y otra vez.-Necesitas calmarte, esto va a hacerte mal y no quiero.-vi al tío en la puerta.-Dulce, tranquila. Estoy con vos. Soy yo. Soy el de siempre. Soy la persona que te ama y siempre va a amarte. Sos mi bebita.-me abrazó y me escondí en su pecho.-¿Sabes? Podes quedarte acá, dulce. Podes quedarte siempre que quieras, sabes que estoy acá para vos. No quiero otra hija, no me importa nada, nada de todo lo que te dije era cierto. Sólo quería acercarte a ellos, pero no supieron aprovecharlo y yo no voy a volver a arriesgarme.
- Freddie tiró mi silla y la rompió.-murmuré ya tranquila.- No le gusta que yo también tenga este problema. No le gusta que se fijen en mí. Freddie quiere volver a ser el centro.
-Él puede ser el centro,-dijo.-pero nunca para tu tío y para mi. Nunca nadie va a reemplazarte.
-Te extrañamos.
-Y yo a ustedes. Ahora vamos a ir a comer. ¡Liam!-llamó y me sentó en sus piernas.
-¿Si?
-Nos estabas espiando.-lo acusó y reí en su pecho.- Vamos a comer.
Él me alzó y besó mi mejilla mientras bajábamos la escalera. Miré la silla y él sonrió a medias.
- Vos decidís.
-¿Podrías decirle a mamá que venga hoy? Me gustaría hablar con ella.
-¿Vamos a quedarnos?
Asentí y me acomodé frente a mi plato antes de dar el primer bocado. Esa era mi casa.

El secreto (2da temporada de Escondida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora