Capítulo 19

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Me desperté y todavía seguías a mi lado, acaricie tu mejilla y abriste los ojos.

-Hola pequeña. -Mi voz se quebró y me abrazaste. -No me dejes caer Hael, por favor.

-No te dejaré caer, te voy a sostener Nico. -Acariciaste mi espalda y algunas lágrimas bajaron por mis mejillas. -Necesitas llorar, saca todo tu dolor no te guardes nada.

Mientras lloraba, me abrazabas y susurrabas palabras de consuelo. Estaba desfalleciendo los recuerdos de mi madre me taladraban la mente, el amor y el cariño que me brindó en sus últimos días de vida me llevaban al cielo pero su muerte me envío al infierno.

-¿Recuerda que cuando me llamaste dijiste que habían hecho las pases? -Cuestionaste con dulzura y asentí. -Agradece que ustedes se perdonaron mutuamente, que tu mamá pudo abrazarte e irse en paz. Tu tuviste la suerte que yo tanto había deseado.

-No te entiendo.

-Dos días antes de que mi papá muriera, discutimos por así decirlo. Yo deseaba una muñeca pero la situación económica en casa no era nada buena. -Calme mi llanto y corte nuestro abrazo, prestando atención a lo que contabas. -Apenas y teníamos dinero para comer, porque mi hermano estaba enfermo y todos los gastos eran para el, ese día le grité a mi papá que no me quería y que quería más a mi hermano. -Unas cuantas lágrimas cayeron por tus mejillas y la retiré. -Papá esos dos últimos días, deseaba jugar conmigo y yo me negaba era muy malcriada y egoísta para tener solo nueve años. -Sonreíste tristemente y luego tu rostro se volvió neutro. -El era mecánico y le ofrecieron un trabajo el cual aceptó, recuerdo claramente sus palabras «te comprare esa muñeca esta misma tarde» me puse feliz Nico como no tienes idea, ese día hice mis deberes de la escuela, me puse un hermoso vestido y ayudé a mi mamá a prepararle la cena a mi papá. Pero el nunca llegó. Antes de dormir recé y pedí que mi papá llegará sano a casa. -Tu voz poco a poco se iba apagando y sentía tu dolor como mío. -El no llegó a dormir y al otro día llamaron temprano e informaron que mi papá había muerto. -Tu cuerpo empezó a temblar porque controlabas tu llanto. -Una camioneta estaba en medio de la carretera en medio de la noche y sin luz, según las investigaciones mi papá evitó impactarlos y como consecuencia se estrelló contra el muro.

-Hael yo...

-El no murió al instante y ahora que soy más consiente se lo que el sufrió, su cuerpo estaba destruido de la cintura hacia abajo y su cabeza golpeada. Cuando mis tíos fueron al hospital lo encontraron muerto tirado en el suelo porque mi papá no tenía seguro médico o al menos ellos no se percataron.

Empezaste a llorar y te abrace con fuerza, mis lágrimas también estuvieron presente y el solo imaginarme a esa pequeña niña que conocí sufriendo tanto, me destrozaba el alma, pero quiero que sepas y se que nunca te lo dije, desde ese momento empecé a admirarte, eras mi heroína y me abriste los ojos aquella vez, demostrándome que el dolor nunca se va, solo aprendes a sobrellevarlo, me enseñaste que nuestros seres queridos nos abandonan físicamente pero que siempre vivirán en nuestros recuerdos y corazones.

-Papá me había comprado la muñeca, pero nunca me atreví a tocarla solo el día que la incendie. Esa muñeca era el recordatorio de que por mi culpa el había muerto, por mi culpa mi papá ya no estaba conmigo. Y lo que más me duele, es que no pude decirle que lo quería y murió pensando que yo estaba molesta. -Limpiaste tus lágrimas y sonreíste. -Por eso mi amor, debes estar agradecido de que pudiste abrazar a tu mamá y decirle cuanto la amabas.

-Lo siento tanto Hael, nunca imaginé que cargaras con tanto dolor y eso de que el murió por tu culpa prohíbo que lo vuelvas a repetir. -Bese tu coronilla y te abrace más fuerte. -Gracias por contarme.

-Se que no debí de habértelo contado, pero necesitaba que supieras lo afortunado que fuiste.

-Y lo tengo en claro mi amor, gracias a ti.

***

Luego de aquella conversación contigo y de habernos desahogado el nudo formado en mi pecho poco a poco se estaba desintegrando. Tu como siempre ayudando a que mis heridas internan sanen, me brindaste tu apoyo en aquel momento tan difícil, pero no solo conmigo, si no con toda tu familia.

-¿Entonces tu eres Hael? -Pregunto mi padre y tu asentiste. -Gracias por estar aquí apoyando a mi hijo.

-No es necesario agradecer señor, el me necesita y aquí estoy. -Bese tu sien y me sonreíste. -¿Puedo darle un abrazo señor? -Cuestionaste con timidez.

-Claro hija mía. -Tus ojos se cristalizaron al escuchar esas palabras y te uniste en un abrazo con mi padre. -Mi esposa estaba tan agradecida contigo.

-Lamento tanto su pérdida señor. -Empezaste a llorar y papá te abrazo con más fuerza. -Nico me hablaba maravilla de ella.

-Fue una buena mujer Hael, pero ya no llores que me sentiré mal.

Volviste a mi lado y escondiste tu cabeza en mi pecho. -¿Dónde están mis hermanos?

-Fueron a comprar algo, vienen más tarde. Pero anden a comer algo, yo iré a recostarme un momento.

-De acuerdo padre.

Subió las escaleras y lo escuche cerrar la puerta de su habitación. Te tomé de la mano y fuimos hasta la cocina.

-¿No piensas comer? -Jugabas con tu desayuno y no me respondías. -Hael amor estoy hablando contigo.

-¿Si?

-Que empieces a desayunar pequeña.

-No quiero comer. -Alzaste la vista y me sonreíste. -Anda come tu que necesitas estar fuerte.

-¿Por qué no quieres comer?

-¿Por qué no tengo hambre?

-Pues yo tampoco comeré. -Solté los cubiertos y me crucé de brazos. -Si tu no tienes hambre yo tampoco. -Me encogí de hombros y empezaste a comer.

-Si engordo será tu culpa.

-Pero si me gustas así, no sabes lo cómoda que es tu pancita para dormir, es muy suave. -Sonreíste y acaricie tu mejilla. -Nunca, permitas que alguien te haga sentir mal por tu cuerpo, tu y yo sabemos a que se debe que no puedas mantener un equilibrio en tu peso.

Después de desayunar lavamos los trastes y saldríamos al jardín. Al abrir la puerta nunca imaginé ver a esa persona en mi casa.

-¡Lárgate antes de que te mate! -Gruñí molesto.

Mi PequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora