CAPITULO 2 LIBRE

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-Barbara mi vida, estas tortitas están tan buenas...- decía Alvaro con la boca llena mientras devoraba el suculento desayuno- las voy a comercializar

-Eso sera si dejas alguna con vida!- dijo mientras le retiraba el plato de delante no lo suficientemente rápido como para que Alvaro robase una última para su gozo.- vas a reventar...

-Probablemente- consiguió pronunciar mientras se ayudaba de un vaso de zumo de naranja para no asfixiarse.- y tu serás la culpable!

-No caerá esa breva...

-Voy a subir a mi despacho... tengo que revisar unos documentos antes de acabar el día- lentamente se acercó a su mujer abrazándola por la espalda- te quiero.

-Tu quieres a mis guisos....- soltó despechada

-Es cierto... quiero a tus guisos...- comento dubitativo- pero a ti te amo, perdona por la confusión.

Alvaro abandonó la cocina de la casa familiar no sin antes dar una pequeña palmadita en el trasero a su mujer, ha Barbara le gustaba sentirse útil en la inmensa casa familiar y a diario ayudaba al servicio en sus tareas domesticas, cuando ya casi había terminado de limpiar el mármol de la cocina el timbre de la casa sonó.

-Voy yo- dijo a la mucama mientras se alejaba, a través de las cristaleras que decoraban la entrada pudo distinguir una silueta, lenta y confiada abrió la puerta con una sonrisa, su semblante cambió al reconocer al invitado- Lucas!

-Hola Barbara, necesito hablar contigo

-Lucas, no creo que sea buena idea- decía mientras miraba a su alrededor asegurándose que nadie les viera- ella no está aquí

-Lo sé, salí hace unas semanas, tras 4 años de encierro, he estado vigilando la casa, se que no está, he venido con la esperanza de que tú me puedas ayudar.

-Que haces en mi casa!- gritó Alvaro desde la escalera de caracol- largo!

-No pienso irme- habló Lucas tranquilo, los primeros meses que pasó en prisión sintió que iba a perder el juicio casi a diario, poco a poco fue haciéndose a la idea de que no saldría de allí por más que quisiera en un largo tiempo, se prometió permanecer cuerdo el tiempo que le quedaba entre rejas pasando los días en la pequeña y ridícula biblioteca durante el día y escribiendo a Lex por las noches, un día tras un año de escribir a diario recibió un paquete en su celda, 365 cartas, en el membrete pudo reconocer su letra y más abajo una reseña con la inscripción “ destinatario desconocido”.

-Voy a llamar a la policía...

-Si llamala, y que me metan en prisión por algo que no he hecho, no sería la primera vez que pagas para que encierren a inocentes.- Alvaro le miraba desafiante, el joven tenía razón, cuatro años atrás sobornó a un juez de dudosa reputación para asegurarse que inculparan a Lucas de homicidio e intento de secuestro, no le importaba si era inocente, su único objetivo era apartarle de su hija el mayor tiempo posible.

-Lex no está aquí- dijo con soberbia- no esperes que te digamos donde está.

-Lo sé- dijo mirando a la mujer de reojo que se agitaba nerviosa a su lado- ella esta... estaba embarazada...

-Ha eso has venido?- pregunto irónicamente Alvaro mientras se acercaba a la puerta- vienes en vano, lo perdió.

-Lo perdió?- Las palabras se clavaron en su alma provocando que se tambalease

-Si, lo perdió días después del secuestro, no pudo aguantar la tensión y la decepción que le provocaste!- escupió con rabia- ahora vete.

Lucas giró sobre sus pasos derrotado, había conseguido salir a flote en prisión con el único objetivo de reunirse con la mujer a la que tanto amaba y con su hijo, pasaba las noches pensando en como sería, de que color tendría los ojos o a quien se parecería mas de los dos, ahora, todos sus sueños se esfumaban y le hundían en la negrura mas espesa jamás imaginada.

Siempre te protegeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora