Capítulo 31

14.7K 2K 805
                                    


Los mejores momentos que se viven son aquellos que no tienen espectadores, aquellos que se guardan en el lago profundo de la memoria de la mente y del corazón, y este día definitivamente será guardado como uno de los mejores

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los mejores momentos que se viven son aquellos que no tienen espectadores, aquellos que se guardan en el lago profundo de la memoria de la mente y del corazón, y este día definitivamente será guardado como uno de los mejores.

No puedo decir que no me gusta estar con Luka, estoy descubriendo facetas de él que no sabía que tenía, dándome a conocer el verdadero él. Además de que la pasamos muy, pero que muy bien.

—Sabes, empiezo a creer que hay más de ti de lo que la gente conoce —murmuro.

Antes de que mi cuerpo quedara como uva pasa por la exposición al agua, le dije a Luka que saliéramos. En una sección de este magnífico lugar, junto a un gran árbol, hay una cama de césped contrastando con las rocas que rodean el agua. Me ofrece su brazo para que me recueste en él y no dudo en hacerlo, me puse su camisa seca mientras mi ropa mojada se seca al sol. Mi cabello empieza a secarse también, dejando ver los crespos naturales que mi madre me heredó.

—Te lo dije —responde—. A veces es mejor esconder quien se es. Así, si nadie te conoce, nadie puede herirte.

La verdad que hay tras esas palabras y el significado tan acertado que tienen en mi vida en específico me hacen pensar que tal vez Luka y yo estamos del mismo lado de la vida, en la misma cara de la moneda. Es probable que esa sea la razón por la que congenio tanto con él; este Luka me está gustando, no lo suficiente como para echar el plan al carajo, pero sí para disfrutar con más sinceridad de su compañía.

—¿Por qué temes que te hieran? —susurro—. Es decir, ¿lo han hecho?

Guarda silencio, siento cómo su pecho sube y baja pausadamente en un suspiro. Puede que sea imprudente preguntar eso, aún no es momento de que me cuente sus penas. Por ahora solo somos dos adolescentes que nos estamos conociendo.

—Algo así...

—No tienes que decirme nada —me apronto a decir—. Mejor dime, ¿de verdad no has traído a nadie acá?

—Te lo juro —afirma—. Contigo es diferente, Lucy..., es como si a tu lado pudiera ser yo mismo y no la versión que todos tienen de mí.

No puedo evitar sentir una pequeña, minúscula y fugaz punzada de culpa. Pero, no, ya se fue.

—El primer día fuiste un patán conmigo —le recuerdo. Ríe.

—Sí, perdón por eso —exclama—. Pensé que serías otra chica más, otra nueva...

—¿De las tantas que se enamoran de ti y tú de ellas?

—Suena mal si lo pones así.

—Es decir que sí. —No responde. Por su suspiro asumo que por vergüenza de admitir algo que todos sabemos. No presiono y pregunto—: ¿Y qué cambió?

—Tú lo cambiaste —confiesa y no alcanzo a reprimir la sonrisa. Me incorporo un poco, apoyo mis brazos en su pecho desnudo y lo miro a los ojos, él continúa—. Eres directa, eres honesta y me sorprendes cada día con algo diferente...

Dulce venganza  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora