Capítulo Veintiuno: El postre

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Capítulo veintiuno: El postre.

15 de agosto, 2015.



—Mañana vamos a salir.

Papá deja de leer el libro de Matthew, que nos unió, para verme. Su ceño no tarda mucho en fruncirse mientras yo me encojo de hombros y continúo comiendo mi cereal con leche.

—Creo que has conjugado mal tus palabras en esa oración. Tú vas a salir, yo me quedo aquí.

—No, conjugué muy bien mi oración.

Veo a Amber salir recién duchada ya lista para irse. Me parece que está muy sonriente.

—Te refriarás los dientes— señala papá.

— ¿Por qué estás tan feliz?

—Las hormonas. Ella conoció a un chico.

—Oh, así que tu sonrisa tiene nombre.

—No necesariamente. Solo pude quizá haber tropezado con el futuro padre de mis hijos.

—Melodramático. Dile eso a ese pobre hombre y lo espantarás— asegura papá volviendo su lectura al libro.

»Cuéntale la peor parte a Eli—enarco mi ceja cuando de hecho la comisura de la boca papá se eleva en una mínima sonrisa.

—No le pedí su número.

—Ni le preguntó su nombre, ni dijo más que ¿Cuántas oraciones, Amber?

—No muchas.

— ¿Y cómo tú sabes eso, papá?

—Porque he aguantado sus lloriqueos, es una suerte que ya se vaya a llorar a su casa y no en la mía.

— ¡Papá!

—La sinceridad ante todo, Eli.

—Pues bien, me iré a llorar a mi casa— se acerca a papá y besa su mejilla—. Volveré a llorar a tu hombro el lunes. Ten buen fin de semana Elise.

—Igual tú Amber, y estoy segura que volverás a ver al amor de tu vida.

—Padre de mis futuros hijos.

—Eso en el caso de que seas una mujer fértil.

— ¡Papá!

—Eli hay que admitir que siempre cabe esa posibilidad.

—Me voy antes de que Dante me deprima por el resto de mi vida.

—Sí, huye del pronóstico de sus tragedias.

—Por cierto, en medio de tu llanto y lamentaciones ¿Puedes decirle a ese primo escritor tuyo que firme este libro? Me gustaría algún día morir sabiendo que al menos tuve eso.

Presiono mi índice y pulgar contra el tabique de mi nariz, no tiene sentido llamarle la atención, mejor solo me río de sus ocurrencias porque Dante Smith no tiene solución alguna para ese carácter y así lo amo.

—Elise puede conseguírtelo— Amber guiña un ojo antes de irse.

Me giro lentamente hacia papá, tiene una de sus cejas enarcadas hacia mí y me encojo de hombros.

—Sabías que me gusta.

— ¿Así que dejaste de babear sobre ese pobre escritor y realizaste una jugada de ganadora?

Algo más que palabras (#2 Saga InfoNews)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora