XXVI

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—Señorita Carmichael, espero no ser inoportuno. —Elena se quedó mirando a Peter Franklin sin decir nada. Había olvidado por completo que iba a ir esa mañana para comenzar con la dichosa entrevista.

—Disculpe, señor Franklin —dijo mientras se aseguraba de que el nudo de la bata siguiera en su lugar—. Pase.

—Gracias; por lo que veo, había olvidado que iba a venir —comentó mientras observaba el interior del loft con interés.

—La verdad es que sí, señor Franklin.

—Peter, habíamos quedado en que me llamaría Peter —le recordó.

—Tiene razón. —Sam se acercó a ellos y prestó atención al extraño que acababa de invadir su territorio. Peter Franklin se agachó y le acarició la cabeza.

—Simpático.

—Es Sam, el perro de Sebastian. —Sam se apartó de inmediato y se puso al lado de Elena.

—¿Está sola?

—Sí, mi hermano acaba de irse. Ha debido de cruzarse con él en pasillo. —Él asintió.

—Seguramente.

—¿Por qué no se pone cómodo mientras me termino de vestir? Estaré con usted en un instante —le dijo y se fue hacia la habitación.

—Está bien.

La observó desaparecer detrás de la puerta corredera y se sentó en el sofá. Sacó unos papeles del interior del maletín que llevaba y, mientras esperaba, se dedicó a estudiar el lugar. Unos cuantos minutos después, Elena regresó más presentable.

—Espero no haberle hecho esperar demasiado —le dijo y le sonrió—. ¿Le gustaría un café?

—No, quizá más tarde.

—Bien. —Se acercó y se sentó junto a él.

—Antes que nada, le agradezco que haya aceptado que la entrevistara. He seguido el caso del «Asesino de las Flores» desde el principio y quedé fascinado con los crímenes. —Hizo una pausa—. No me malinterprete; lo que quiero decir es que lo que realmente me parece extraordinario en este caso, es lo que se esconde detrás, la motivación que tiene ese hombre para cometer semejantes actos.

—Entiendo.

—He recopilado mucha información a través de las entrevistas y las conferencias de prensa que ha dado la policía y el alcalde. Incluso he conseguido hablar con un par de oficiales que me han comentado algunos aspectos del caso que no fueron revelados a la prensa. Pero cuando Leslie me contó que usted estaba relacionada con esos crímenes, supe que tenía que conocerla.

—Querría no estar relacionada, créame.

—La entiendo. Debo confesarle que apenas supe de su existencia me puse a investigarla a usted y a su pasado. Entonces, me dije a mi mismo: «¿Por qué no contar su historia?» Así surgió la idea de escribir esta novela basada en su caso de secuestro y en su conexión con los crímenes del Asesino de las Flores.

—Veo que le fascina este tema.

—No se imagina cuánto, Elena.

—Me ha dicho que ha investigado mi vida; entonces, no habrá mucho de mí para contarle.

—Se equivoca. Estoy seguro de que tendrá mucho que decirme. —Elena se sintió incómoda de repente. No le gustaba hablar de su vida privada y aquel hombre parecía dispuesto a invadir a fondo su intimidad. —Comenzaré a hacerle preguntas; si no se siente con ánimo de responderlas, solo me lo dice y cambiamos de tema. No quiero que se sienta obligada a contestar algo que no quiera —dijo y se acomodó las gafas.

Una Obsesión Mortal » Sebastian Stan - Adaptada (EDITANDO) Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum