Oh. Dios. Mío.

-Eres rápido… -Susurré mientras trataba de calmar a mi corazón que latía con desesperación. Era totalmente imposible sacar mis ojos de su figura. Era una tentación innegable. Me observó intrigado y al delatar mi expresión sonrió dejando a ver su perfecta dentadura enmarcada por unos pequeños hoyuelos en sus mejillas. Su sonrisa de ángel.

Dios...¡¿porque me pones pruebas tan difíciles?!

-¿Quieres darte una ducha? –Cuestionó mientras cerraba la puerta y se acercaba a mí. Automáticamente me puse alerta. No es que le tuviera miedo, sino que me temía a mí misma. En su estado actual me era difícil mantener mi autocontrol intacto.

-¿Eh? –Inquirí mientras no lograba sacar mis ojos de su rostro. Se veía tan jodidamente sexy con el pelo mojado y las gotas de agua corriendo desde su cabello hasta sus mejillas.  Me mordí el labio inferior tratando de atajar todos mis malditos impulsos que me ordenaban lanzarme sobre él. Él se quedó quieto a unos metros de mí estudiándome con la mirada. Luego así sin especular una palabra se acercó a mí quedando su cuerpo a centímetros del mío. Mi corazón se aceleró aún más, si es que eso era posible.

-Pregunté si quieres darte una ducha. –Respondió amablemente mientras se llevaba una mano hasta su cabello y lo sacudía de una manera tierna.  Sentí como algunas pequeñas gotas de agua chocaron contra mí haciéndome cerrar los ojos. Me sequé la cara con la manga de mi camiseta y luego al abrir los ojos me encontré con su rostro a milímetros del mío. Di un respingo al percatarme de su proximidad. En verdad no lo había sentido acercarse tanto. Me mordí aún más fuerte el labio de una manera exagerada casi haciéndome sangrar. Sus ojos se veían de un azul claro que podría volver loca a cualquiera. Sus labios mojados tentaban de una manera imprudente.  Me acerqué  a él ignorando  a la razón. Me dejé conducir por mi corazón y me pegué aún más a su rostro, rozando mis labios con los suyos.

-Sólo déjate llevar… -Susurré más para mí que para él.

-Es fácil dejarse llevar cuando eres tú quien me lleva. –Respondió en un tono ronco que me hizo perder la cordura. Enrollé mis brazos en su nunca sintiendo su piel mojada. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Se acercó aún más posicionando sus labios sobre los míos. En ese mismo instante sentí un suave golpe sobre mis  pies, como si algo hubiera caído. Me alejé de él y observé hacia abajo. En el momento en que ví la toalla en el suelo mis mejillas explotaron con un color rojo intenso. Me giré rápidamente tratando de ocultar mi vergüenza.

-Ah, se cayó. –Lo escuché decir en un tono perezoso y despreocupado como si fuera la cosa más normal del mundo. De reojo observé como tomó la toalla del suelo y se la volvió a colocar. Sentía mis mejillas acaloradas al igual que todo mi cuerpo. Definitivamente aquella imagen no saldría JAMÁS de mi mente.

-Tomaré una ducha. –Inquirí en un tono nervioso mientras apresuraba el paso hacia el baño. Si estaba apenada que no se note. Prácticamente corrí de él.

Me encerré en el baño y me recosté por la puerta soltando un fuerte suspiro de alivio. Me quedé allí pensativa mientras trataba de calmar la temperatura de mis mejillas. Cuando la presión de mi corazón se relajó volví a estar consciente de mis actos, recorrí mi vista por el baño. Definitivamente era un baño de hotel. Había toallas blancas impecablemente dobladas, todos los elementos del baño parecían nuevos a excepción del jabón que había sido utilizado por Iam. En el momento en que recordé a Iam la imagen de él desnudo volvió a mi mente. Mis mejillas enrojecieron violentamente. Me observé en el espejo y automáticamente una expresión de espanto y asco se formó en mi rostro. Me veía horrible.

Mi cabello estaba enredado y despeinado. Mi cara se veía cansada resaltando mis ojeras. Observé el lugar nuevamente y pude detectar un acondicionador, cremas para el rostro, una secadora, crema dental y algunas lociones para el cuerpo. Tenía que arreglar mi aspecto.

DARK SOULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora