Capítulo 21

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La inmobiliaria había hecho su trabajo muy bien encontrando aquel lugar. A jane le gustó tanto que no hizo falta que viera más apartamentos y aunque faltaban algunos muebles ya tenía a su hermano y a su novio trabajando junto a ella montando alguno de ellos. Jane había llamado a su amiga para que viniera también pero había estado ocupada esos días con la tienda de su abuela. Aparentemente el seguro cubría sólo una parte de los destrozos y aunque María no le había pedido nada, su nieta se ofreció a pagar lo que faltaba para que la tienda volviera a abrirse aunque eso significara posponer nuevamente terminar su carrera en la universidad. En realidad a Lana no le importaba, sabía lo que esa tienda significaba para su abuela y en el fondo para ella también, trabajar allí hizo que se diera cuenta que ser modista era lo que realmente le gustaba hacer. En cuanto a Paul y ella aún no habían hablado del beso, parecía un tema tabú entre ellos y ninguno de los dos lograba sacar el tema, sin embargo Lana estaba harta, necesitaba una respuesta de parte de Paul ya que había descubierto que se estaba enamorado de él.

El timbre sonó y mientras Paul y Brad seguían con los muebles, la abogada fue a abrir la puerta. Vio a su amiga por la cámara del interfono y le abrió inmediatamente.

- No sabía que tenía que vestirme cómoda. - Dijo Lana viendo la ropa holgada de su amiga y su pelo recogido en una simple trenza.

- No hagas caso a mis pintas, estoy horrible. - Sonrió mientras la dejaba entrar. - Me alegro de que hayas podido venir. - Le dió un beso en la mejilla.

- Y perderme la oportunidad de montar muebles. - Dijo entre risas. - Por cierto... Me tienes que contar lo de tu cita. - Dijo con voz pícara.

- En otro momento te lo contaré todo con lujo de detalles pero resumiendo - Suspiró. - Es perfecto en todos los sentidos, tú ya me entiendes. - Susurró.

Lana sonrió contenta de que la castaña fuese feliz con Brad.

- Chicos, traigo refuerzos.

- Bien, porque tengo un problema. - Dijo Paul mirando el plano de una mesita de noche, no llevaba camiseta y la joven admiró tímidamente aquel torso desnudo sin poder evitarlo - Esto está montado perfectamente, estoy seguro de ello pero. - Alzó una bolsa de plástico cuyo contenido eran unos cuantos tornillos, sin dejar de mirar las instrucciones. - Sobran cuatro tornillos. - Habló rascándose la nuca confundido.

- Eso siempre pasa, igual son de refuerzo por si se pierde alguno. - Le dijo Lana.

Él se giró y la miró sonriendo. - Puede que tengas razón.

- Oye cariño ¿puedes venir un momento conmigo al baño de abajo? creo que hay un problema con el agua.

Brad la miró extrañado ya que no había ningún problema con el agua. Jane le hizo un gesto para que entendiera y los dos salieron juntos de la habitación.

- ¿Quieres que te ayude con algo? - Preguntó acercándose más a él. No paraba de preguntarse si era buena idea hablar de sus sentimientos en ese momento.

Paul se levantó y la miró fijamente. Sus ojos tenían un brillo especial y sólo pasaba cuando la miraba a ella. Después de estar unos segundos en silencio Lana no aguantó más.

- Necesito saber algo. - Dijo tímidamente desviando la mirada.

- Tú dirás. - Contestó él.

La morena se aclaró la garganta. - ¿Ese beso significó algo para ti?

No había respuesta, Paul no dijo nada. Ella se giró para que no viera su desilusión. - Supongo que ya tengo mi respuesta. - Dijo mientras se iba del cuarto.

En un rápido movimiento Paul la sujetó del brazo y le dio la vuelta. Miró sus labios y luego sus ojos. - Ese beso lo significó todo para mí. - Confesó.

Lana sonrió ampliamente. - Entonces tú y...

- Shhh. - La cortó. - No hablemos ahora. - Se acercó a ella y la besó con todas sus ganas.

Lana acarició lentamente la desnuda piel del joven lo que provocó que el ojiverde la acercará más a su cuerpo. La morena dio un pequeño saltó al mismo tiempo que él la sujetaba por los muslos, enrolló las piernas por encima de sus caderas. El beso continuaba, sus lenguas danzaban al mismo ritmo. Paul se encaminó a la cama y la tumbó cuidadosamente sobre la suave colcha blanca. Se alejó de sus labios para admirarla, beso su cuello mientras acariciaba cada parte de su cuerpo con deseo.

- Paul. - Dijo jadeando. - no... creo...que...sea... el mejor sitio para hacer esto.

Aunque quería seguir, sabía que Lana tenía razón. Depositó un suave y rápido beso en la frente de ella y la ayudó a levantarse.

La anciana se encontraba sentada en el sofá de la sala de estar mirando aquellos papeles. Había decidido vivir cada segundo que le quedaba de vida, ser un poco egoísta y recuperar el tiempo perdido con Edgar. Después de lo que su nieta hizo por ella y por la tienda estaba decidida. El ruido de la taza de té depositada en la mesa hizo que levantara la vista.

- ¿Estás segura de esto? - Preguntó Isabel sentándose a su lado.

- Me voy de crucero con Edgar y quiero que cuides de mi casa mientras yo no estoy. - Dijo sonriendo.

- Haré todo lo que me pidas. Te debo mucho María, tú siempre has estado cuando te hemos necesitado pero no sé si ella firme esto.

- Lo hará. - Dijo decidida.

***

- ¿Me vas a contar lo que ha pasado allí dentro? - Preguntó la abogada mientras sacaba objetos de una caja.

- Nos hemos besado.

- Eso ya lo he intuido yo sola.

-Sinceramente Jane. - Dijo mirándola a los ojos. - Tengo miedo de descubrir que sigue enamorado de Sara.

- Conozco a mi hermano y él no da un paso si no está seguro.

- ¿Y si sólo quiere sexo?

- Hazme caso Lana, mi hermano te quiere aunque no se haya dado cuenta aún. ¿Y tú?

- ¿Yo qué?

- ¿Tú lo quieres?

Lana lo pensó unos segundos, lo que sentía no lo había sentido por nadie más. - Sí, creo que estoy enamorada de él. - Contestó sin darse cuenta que Paul se encontraba en la puerta escuchando toda la conversación y antes de ser visto, se retiró.

Jane aplaudió contenta. - Mi madre tenía razón después de todo, ella nunca falla. - Después de decir aquello abrazó a su amiga.

- Quiero que vengas a la cena de inauguración mañana. - Dijo al separarse.

- Será una cena familiar, mejor me quedo en mi casa.

Jane la miró seriamente. - Pero si eres mi cuñada, tienes que venir.

Lana se sorprendió al escuchar esa palabra. - ¿cuñada? - Repitió

- ¡Claro! Así que más te vale venir. - Le dijo apuntándola con el dedo índice. - Además Brad también estará, no seas mala.

- Esta bien, esta bien, iré. - Dijo levantando las manos en forma de rendición.

Lana había vuelto a casa con una inmensa sonrisa. María la había llamado a la sala después de dejar su abrigo y su bolso en la habitación.

- ¿Qué es esto abuela? - Preguntó extrañada.

- He hablado con el notario, todos los papeles están listos. Tú te mereces esto.

- No pienso firmar. - Habló cruzando los brazos. - Esa tienda es tu vida, no puedes dármela sin más.

- Sí puedo. Voy a tomarme unas vacaciones y aunque te traspase la tienda, cuando vuelva espero poder seguir trabajando allí contigo.

- No no no. - Dijo rotundamente.

- ¡Firma el maldito papel! - Ordenó.

Lana suspiró, cogió la pluma, leyó atentamente y después de meditarlo por mucho tiempo firmó el traspaso de la tienda.

Alguien diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora