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—Ya estás despierto—dice con una sonrisa tranquila.

Chris no se mueve ni un ápice, su mano aún cuelga en el corto pero infinito espacio que los separa, su mente corre a toda velocidad tratando de darle algún sentido a la situación.

Pero no tiene sentido.

Luca está ahí, frente a él, sonriendo como un niño, como si los últimos años no hubiesen pasado nunca, como si  no estuviese descansando tres metros bajo tierra, como si no hubiese roto cada parte de él.
Chris no puede controlarlo, lo envuelve en un apretado abrazo.

Toma todo lo que sus manos pueden de él, desesperado por mantenerlo cerca, tratando de abarcar todo su delgado cuerpo en sus brazos, se echa a llorar.

Luca devuelve el abrazo con la misma intensidad, Chris se deshace en espasmos que aturden su mente intranquila.

Luca aún tiene ese particular olor a frutos rojos, Luca aún es cálido, Luca aún se siente como su único hogar.

—¿Así de tanto me extrañaste, pequeño?—pregunta suavemente contra su oído, su cálido aliento chocando contra su fría piel, reparte pequeños besos en la curva. No recibe contestación, por lo que vuelve a intentar—¿Ha pasado algo? ¿Estás bien amor?

—¿Qué si pasa algo?—ríe miserablemente entre el llanto, siente que todo le asfixia, ahoga sus hipidos con palabras—Tu estas muerto Luca, lo has estado por cinco años.

—Entonces tuviste una pesadilla—afirma Luca como si lo entendiera, separa suavemente a Chris de su cuerpo, a pesar de que Chris luce reacio a dejarlo libre, no quiere separarse, nunca—escucha Chris, eso fue un sueño, yo estoy aquí, contigo. No voy a irme nunca tonto.

—Pero…

—No podría dejarte ¿Qué harías sin mi entonces? mira que me fui solo unos días y la casa terminó en un desastre.

Chris lo mira fijamente, Luca parece querer bromear, pero eso no tiene una puta gracia para él.

Su mente aún trabaja uniendo cabos, no entiende porque Luca sonríe tan tranquilo, no entiende porque no deja de llorar frente a él.

Sus ojos viajan hasta el cuello de Luca, un pequeño y delgado listón con una nota, las lagrimas estorban cuando quiere leer, pero al final logra hacerlo.

“Esta es tu segunda oportunidad para ser feliz, aprovéchala bien”

—¿Qué es esto?—Chris alcanza el cuello de Luca y separa el mensaje.

El ojiazul mira con atención, su ceño se frunce y luce tan confundido como Chris.

—No lo sé—admite con sinceridad, inconsciente de que Chris está comenzando a alterarse de la nada.

No es que puedan culparlo, todo eso es tan extraño.

Pero eso no es lo único que lo altera, en su cuello también hay una pequeña pero visible línea de códigos, adherida, ni siquiera se distingue dónde empieza o termina, como si fuera parte de él.

Chris le empuja lejos, asustado, Luca choca contra la cocina y los sartenes y tiene que girarse rápidamente para evitar que todo le caiga encima. Luego se vuelve a mirarlo, como si Chris hubiese perdido la cordura.

Pero Chris se adelanta a cualquier cosa que el chico le quiera decir.

—¿Quién demonios eres?—pregunta completamente fuera de sí, Luca lo mira serio—¡Responde! ¿Quién eres?

—Soy Luca—responde con lentitud, sus ojos inteligentes analizando cada reacción de Chris.

—No, no. Tú no eres él ¡Luca está muerto! ¡Murió hace cinco años!

Luca B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora