"CAPITULO 9"

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Me quedé petrificada al oír las palabras de Daniela. Y no fui la única. Katrina sólo apretó los puños y se dio la media vuelta, dejando a Daniela plantada sin decir nada más. ¿Era cierto? Si todo eso era verdad, ahora todo cobraba sentido. La actitud de Adrián hacía mi, todo.

Salí de ahí inmediatamente, o podrían darse cuenta de que había estado escuchando. Abrí la puerta que estaba detrás del cuadro sin importar que nadie me viera. Algo chocó contra mí, o mejor dicho, alguien.

—¿Estás bien? —Cedric me tomó por los hombros.

Reaccioné unos mini segundos después y sin pensarlo oculté mi cara en su pecho. Todo esto era tan confuso y me sentía muy mal, quería encontrar consuelo en cualquier persona.

—Alex, me estás asustando, ¿qué ocurre?

—Vamos a dar una vuelta.

—Adrián me mandó a buscarte...

—Por favor —lo interrumpí—. No quiero estar aquí Cedric.

Me miró de manera un tanto preocupada pero no dijo nada más.

...

No tenía idea de cuántas horas habíamos caminado, pero por fin llegamos. El prado se extendía ante nosotros, brindándonos una maravilla de colores;  verde, amarillo y el naranja del atardecer. La primavera parecía durar por siempre. Aunque todo esto se debía al cuidado que algunos le brindaban a la naturaleza, pues era lo que los Dioses querían. Pero también existía otra cuestión. Recordaba este lugar vagamente, y no eran recuerdos lindos.

—¿Me dirás lo qué te pasó o sólo vas a mirar el pasto?

Cedric me miraba de una manera muy seria, pero es que realmente el pasto era la única cosa que me parecía simple y sencilla en estos momentos. Decidí sentarme y le hice una seña a Cedric para que hiciera lo mismo. Pude darme cuenta de que lo dudó por un momento pero al final acepto y se sentó a mi lado.

Podíamos mirar el palacio desde ahí. Era tan irreal todavía, me negaba a aceptar que pasaría el resto de mi vida atrapada en este mundo. Atrapada, dirigiendo a lado de Cedric, haciendo una familia y dándole a todas estas personas lo que esperaban y querían, pero, ¿qué había de mí? Podía imaginar a mi familia en Ravenville, aún podía imaginar todo lo que podrían estar haciendo.

Un portal, necesitaba un portal solamente para poder verlos, aunque fuera por unos pocos minutos, pero para mi sería más que suficiente. Daniela era pieza clave para todo esto, aunque no sabía sí era una buena idea estar con ella en estos momentos, y no por mi o por ella, Katrina me tendría vigilada día y noche, y no quería usar mis cartas tan pronto. El juego aun llevaba un curso lento y acelerarlo, solo empeoraría las cosas.

—Alexia, ¿qué fue lo que te pasó?

Ya me había olvidado de que Cedric estaba ahí. Lo miré de reojo. ¿Podría contarle?

—Escuché.... escuché una conversación entre Daniela y mi madre, fue algo, intensa.

Su mirada me hacía darme cuenta de que no me creía ni media palabra.

—Vaya, entonces mi padre tenía razón, la pequeña Daniela solo causaría problemas —¿por qué Magnus decía eso?—. Y parece que ya esta empezando.

¡Bingo! Tenía aquí a mi pequeña fuerte de información. Hora de usar mi encanto. Me acerqué un poco más a él y rocé mi hombro levemente con el suyo. Hubo una reacción, y por dentro sabía que tendría que esforzarme un poco más.

—Creo que a nadie le agrada que ella y Damon estén aquí, o al menos eso están demostrando todos —traté que mi tono de voz fuera lo más casual posible. 

—No creo que estén muy contentos, pero quizás es más la sorpresa, quiero decir, Daniela estuvo lejos de aquí por casi veinte años al igual que Damon y de repente, ¡bum!, los dos regresan casi al mismo tiempo, ¿tú qué pensarías?

—Que ya estaban hartos de Terra, que extrañaban su hogar, su familia...

—No seas ridícula Alexia —me interrumpió—. Todos aquí saben el grado de competencia que Damon y Adrián tienen, es más que lógico que la amenaza se siente en el ambiente, Damon era el heredero, pero declinó por razones que nadie supo realmente, mis padres siguen pensando que fue muy sospechoso que le dejara el camino libre a Adrian.

La idea de que Damon quisiera el trono de vuelta no era sólo de Adrian al parecer, y por mi leve conocimiento hacía la actitud de Magnus, estaba casi 100% de que él alimentaría esa idea con tal de tener a mi padre de su lado. Sería algo catastrófico que supieran la verdadera razón del regreso de Damon. Algo que aún debía confirmar.

—Creo que es algo estúpido, Damon no parece estar interesado, y mucho menos Daniela. Creo que ella esta aquí por otra razón, y quizá sea por lo que fue expulsada de este lugar, por su propio hermano.

Cedric frunció el ceño cuando dije eso. Él sabia algo más acerca de Daniela.

—Daniela solamente fue una chiquilla rebelde, que se metió con cosas más grandes que ella, y después no lo pudo controlar. Tuvo suerte de que Adrian no la condenara por brujería o algo peor. Todos debemos aceptar el poder que nos fue dado y no más.

Tenía que ser una maldita broma. Nosotros eramos los menos indicados para decir esa clase de tonterías. Casi quise reírme pero Cedric lo tomaría muy mal. Mi pequeño hamster comenzó a dar vueltas como loquito en mi cerebro, era más que claro el por qué Cedric apoyaba las ideas de sus padres y de los míos. Él era más que experto en saber cómo era vivir en la sombra. Robert ocuparía el trono una vez que Magnus lo dejara, su otra opción era obtenerlo por matrimonio o pasaría lo mismo que...

—¿Por eso te casarás conmigo? —pregunté saliéndome completamente del tema.

—¿Qué? —me miró confundido.

—Parece que ven mucho de Daniela en mi, y si piensas que podrás controlarme o limitar mi poder, estás muy equivocado.

Me levanté de ahí muy enfadada, olvidando el tema de Damon y Daniela por completo. Caminé rápidamente por el pardo, oyendo como Cedric gritaba mi nombre. Esto no era nada igual a lo que teníamos planeado. Maldito infeliz.

—Espera —Cedric me tomó del brazo y me detuvo.

Sus brillantes ojos azules brillaban con intensidad y no sabía sí era por el enojo o por otra razón.

—¿Por qué siempre piensas lo peor de mí?

—Déjame pensar, ¡quizá desde que supe que trataste de matarme!

—No sé qué hacer para que me perdones por eso, ya te dije cuanto lo siento, y si pudiera regresar el tiempo...

—¡Pero no puedes! —le grité— ¡Sueltame!

Traté de zafarme, pero su agarre era muy firme. Bien, sería por las malas. Con la mano libre, tomé todo el impulso posible y le di un puñetazo. Me soltó por fin y fui a buscar el camino pues era un tanto confuso. Recordaba el gran árbol que estaba delante de mi pero ya no sabía como diablos habíamos llegado aquí. Genial.

—¿Quieres saber por qué acepté esto? —mi corazón se detuvo cuando lo escuche detrás de mí.

Me tomó de los hombros y con fuerza me empujó contra el duro tronco del árbol. Tenía un pequeño hilo de sangre en la barbilla y me miraba de una forma extraña, como nunca lo había hecho. En una fracción de segundo, sus labios se posaron en los míos de manera salvaje. Me besó como si necesitara de mi para poder vivir, pero ahora ni siquiera podía respirar. Nuestros dientes chocaron varias veces, pero luego poco a poco, nuestras bocas se amoldaron de forma perfecta, como si fueran el uno para el otro. Sus manos subieron por mis piernas, hurgando en la fina tela de mi vestido, hasta que llegaron a  mis muslos. Mordió mi labio y un leve gemido salió de mi involuntariamente. Maldición.

Cuando por fin se separó de mí, pude saborear la sangre que tenía por el puñetazo que le había dado. Tomó mi rostro entre sus manos y me dió un beso más suave. Apenas y podía respirar.

—Acepté, porque te amo Alexia, te amo con toda mi alma.

"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora