III

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Narrador General

Hyoga, al día siguiente despertó sintiendo un gran calor en su interior, respirando de manera errática, sintiendo un dolor placentero en sus partes íntimas, era sumamente extraño no entendía qué le sucedía ni porqué, intentó incorporarse pero sus piernas fallaron haciendo que terminara en el suelo, se levantó como pudo intentando caminar sin embargo otra vez se desplomó. Sintió la sangre hervir en sus mejillas estaba sonrojado podía sentirlo, intentó pedir ayuda pero las palabras no le salían con la suficiente fuerza como para ser escuchado, fue en ese entonces que escuchó a alguien tocar la puerta en la habitación en donde se encontraba.

- Señorito Diamond, le he traído ropa, la señora de la casa le espera para tomar el té en el jardín principal. -

Se escuchó una voz masculina en tono suave y amable al otro lado, el hombre extrañado de recibir ninguna respuesta decidió entrar.

- Con permiso, señori... ! - el pobre hombre enmudeció al ver al blondo tirado en el suelo, se le acercó para ayudarle ya que parecía estar mal.

- Ah... Ayúdeme... - Pidió el de ojos celestes al mayor quién entendió que el niño entró en celo, sin embargo los años de experiencia le dieron el prácticamente "don" de poder controlar muy bien a su alfa y no le haría nada. - Por favor... -

- Claro... - Sonrió amable el hombre de cabellos plateados levantando al chico en plan princesa notando qué el olor de su celo era bastante fuerte como para alguien de su edad, eso se debía a que seguramente éste sería su primer celo, bastante atrasado a decir verdad, normalmente se dan a los doce años.

Dejó de respirar y sin prestar mucha atención al asunto, lo depositó sobre la cama con cuidado, el omega de Hyoga le exigía aparearse, el aroma del alfa lo hizo enloquecer quería ser profanado en ese mismo instante.

- Llamaré a su madre. - Le informó el hombre antes de retirarse del lugar agradeciendo a Kami-Sama su maravilloso autocontrol. Salió de la habitación sin percatarse que el hijo mayor de los Kido detectó el olor del omega, por primera vez sintió al omega de Hyoga, sin percatarse que era él. Su alfa reaccionó emocionado había encontrado a su compañero de por vida, Ikki abrió sus ojos como platos al ver a Hyoga en la cama, ahora ya sabía de donde venia el embriagante olor y para su desgracia, también sabía a quien le pertenecía.

- "MIO" - Exclamó el enloquecido alfa exigiendo la unión definitiva e inmediata, el joven quien aún no reaccionaba ante la exasperante situación abrió la boca sin decir nada mostrando su perfecta dentadura destacando sus filosos caninos.

- Mio... - Está vez Ikki lo había susurrado relamiéndose los labios, sin prisa pero sin pausa se encaminó hacía el lecho del chico quien se retorcida buscando comodidad, a pesar de ser placentero sentía dolor, uno bastante fuerte.

- Ikki... - Susurró empuñando sus manos arrugando las sábanas, fue en ese momento que el nombrado se acercó hasta dejar distancia nula entre ambos, para sorpresa del más joven, el fénix le había tomado suavemente de las mejillas, rozando sus labios propios con los ajenos, levemente sin ejercer presión alguna estaba buscando ver la reacción del rubio ante sus acciones, estaba jugando con fuego su conciencia se lo decía; "¿Qué estoy haciendo?" pensó el de ojos verdes, a pesar de que su instinto podía con él, en una situación como ésta, estaba intentando controlarlo a como diera lugar, sabía como terminaría todo y no lo deseaba, no así.

Pasaron segundos eternos de batalla entre la conciencia y el instinto, al fin su alfa tomó control sin más, Ikki dándose por vencido unió sus labios con los de Hyoga siendo correspondido al parecer gustoso por el pequeño, no fue desagradable en lo absoluto como pensaba, los labios rosados del blondo eran muy suaves al tacto, se sentía extraño es como sí quisiera estar eternamente unido a ellos. Cuando la situación comenzó aumentar de temperatura el mayor sintió un dolor intenso en su cabeza.

A pesar de Todo [a.b.o] [Ikki x Hyoga]Where stories live. Discover now