Capítulo 3

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Valentina

Llegamos al condominio de dptos. donde viviríamos por los próximos tres meses, realmente este sólo le correspondía a Daniel, pues su trabajo le ofrecía estadía a un muy bajo precio. Pero gracias a Dios, su compañero no podría venir esta vez así que conseguimos que me acepten.

—¿Lista para el mejor "verano" de todos? —me preguntó Daniel mientras bajaba las maletas del taxi. Asentí mientras le pagaba al taxista. Nuevamente contemple el condominio lleno de palmeras, luces y mucho jardín.

Un señor canoso se nos acercó a saludarnos, supuse que sería el Sr. Parker y no me equivoqué. Parecía que se llevaba muy bien con mi hermano, comenzaron a charlar mientras nos dirigíamos al famoso B11, no preste mucha atención, no es que sea maleducada ni nada, es sólo que realmente estaba cansada, tuvimos escala en México y no había logrado dormir nada en el viaje.

—Gracias por permitirme quedarme en el dpto. —sonreí mientras me despedía con la mano a lo que él me devolvió una sonrisa media extraña. —¿Dije algo malo? —le pregunté a Daniel mientras cerraba la puerta.

—Dijo que ocurrió un problema con la reserva del dpto., más tarde viene a darnos una solución, no te preocupes.

—No estará diciendo que no puedo quedarme aquí ¿no?

—No Val, no te preocupes, si es así yo me voy contigo. Igual el señor Parker me apoya, realmente no creo que sea eso.

—Bien.

Comencé a darle un recorrido a lo que sería mi nuevo hogar, teníamos una pequeña cocina, una sala, divisé la que sería mi habitación pues era la que tenía baño dentro y metí mi maleta. Seguí con el recorrido; había otra habitación, una especie de depósito y un baño compartido. Estaba a gusto, era incluso más grande de lo que imaginé.

—¿Y se puede saber por qué te estas adueñando de mi habitación? —Dan estaba con el ceño fruncido apoyado en el umbral de la puerta. —Este año me tocaba a mí, lo siento hermanita, pero esta vez es mía.

—Dan, es mi primer año aquí. —Hice puchero.

—Lo siento, el próximo año será. —Tomó mi maleta y la llevó a la otra habitación.

Pero que jodido.

Comencé a desempacar con el fin de buscar un pijama y darme una ducha, no tenía ni hambre, sólo quería tomar una siesta. Aún nuestro primer día de trabajo sería en una semana, así que teníamos planeado hacer un poco de turismo local.

—Val, en unos días llegan unos amigos así que ofreceré el dpto. para una reunión. ¿Te parece?

—No. No los conozco.

Díganme engreída si quieren, pero yo quería la habitación con baño. De todas formas, no me gustaba la idea de recibir a desconocidos.

—¿Por qué no? Son buena onda.

—Bien, pero también viene Lucas. —Vi confusión en la cara de Daniel.

—Estas bromeando ¿no?

—Si vienen tus amigos, viene Lucas. ¿Trato?

—¿Qué hace tu noviecito aquí?

—No es mi noviecito. —Aún. —Y vino a trabajar también.

—No pisará esta casa, lo siento.

—Esta casa es tanto tuya cómo mía, te recuerdo que ambos estamos pagando por ella.

—No pensé decir esto, pero tendremos que poner ciertas reglas. —Me reí, ¿A qué nivel de sobreprotección podía llegar mi hermano? Esto ya era absurdo.

—¿Ah sí? ¿No que tus veranos aquí eran un descontrol? Creí que la palabra reglas no estaba en tu vocabulario.

—Regla nro. 1 —dijo ignorándome por completo —ese tal Lucas no entra.

—Que chistoso, ¿y tú si puedes invitar a quién quieras?

—Bien, no puede venir alguien al menos que ambos estemos de acuerdo. Igual te llevarás bien con mis amigos. —Asentí. Por un lado, poner reglas no estaba del todo mal, igual nada me impedía ser yo la que visite a Lucas.

—Tampoco pueden venir tus amiguitas. —Le recalqué.

—Da igual —dijo encogiéndose de hombros —eso no me impide visitarlas.

—Regla nro. 2 —continué yo —lavas todo lo que ensucies, acá no está mamá para que te mime en todo.

Y es que era verdad, en casa Daniel nunca lavaba, dejaba todo disque remojando y mamá terminaba lavando sus cosas porque siempre fue su engreído así me lo niegue.

—Regla nro. 3 tú cocinas.

—¿Me has visto cocinar alguna vez? —dije incrédula, en casa cada vez que se me daba por cocinar todos se burlaban de mis menjunjes.

—Mierda, ya no está Baker. Ya nos vi viviendo de pizza por los últimos tres meses; es más voy a pedir una desde ya, después continuamos con esto.

Baker... me sonaba ese apellido, pero no recordaba de dónde. Supuse que se refería a con quién compartía el dpto. los años anteriores. Cogí mi pijama y me adentré al baño común, que fastidio, felizmente no compartíamos dpto. con nadie más.

No sé en qué momento me quedé dormida sobre mi cama, vaya que en serio necesitaba descansar, pasé por la habitación de Daniel y él se encontraba en la misma situación que yo, decidí dejarlo dormir por esta vez.

El sonido del timbre me estremeció y mi barriga soltó un rugido, que bueno que ya había llegado la pizza. Iba a despertar a Daniel, pero el repartidor no dejaba de tocar, ¡Pero qué impacientes eran en esta ciudad! Caminé rápido hacia la puerta y lo vi. ¿Qué hacía Derek Baker en mi casa?

Nueva casa, nuevas reglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora