Capítulo XIV

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Vicky.

Desde que Oli dejó de ir a la casa, el lugar estuvo siempre en silencio. Era lo más aburrido que puedan imaginar. Hasta deseaba ir a la escuela para ya no estar ahí encerrada.

Ni siquiera podía platicar con Samanta —mi amiga de la casa que estaba detrás de la nuestra— porque un día desapareció junto con su familia. Lo raro es que seguíamos en clases, aunque tal vez era diferente porque ella estaba en otra escuela.

Mamá seguía trabajando todos los días y llegaba tan tarde que ni siquiera cenábamos juntas. Papá sólo decía que era necesario tener paciencia, lo mismo que mamá me había dicho antes. A veces me pregunto si los papás y las mamás tendrán un libro con frases listas para responder a las preguntas de los niños.

En cuanto a la niñera, seguía como siempre sentada en algún sillón de la sala y como metida en otro mundo.

Las películas y series me las sabía ya de memoria y nunca he sido tan paciente como para leer un libro entero, así que me encerraba en mi cuarto, rodeada de juguetes que no me hacían compañía ni me divertían más de cinco minutos. Con decirles que llegó un momento en que lo más entretenido que tenía para hacer, era ver a la gente que pasaba por la calle o escuchar la lluvia golpeando la ventana. ¿Se han dado cuenta que parece tocar un ritmito pegajoso? Como si se supiera unas canciones muy chistosas.

Después de la noche en que se nos inundó parte del jardín, volvió a llover un par de veces y seguí viendo algunas ratitas de vez en cuando. Le dije a mi papá, pero revisó por los rincones y dijo que no había nada, que tal vez lo había imaginado, pero de todas formas puso trampas por si de verdad había entrado alguna.

Al principio me daban miedo esos animalitos, pero como nunca me hicieron nada, pensé que tal vez no fueran tan malos y que sí era cierto lo que había dicho Danilo, que las ratas sólo se meten a las casas para no mojarse. Lo que no entendía es por qué les molestaba tanto el agua. Con lo aburrida que estoy desde entonces, quisiera al menos salir a jugar con la lluvia. ¿Será que las ratas sabían algo que yo no?

Olivia siempre sabía de todo, habría sido genial poder ir y preguntarle lo de las ratas o lo de la lluvia. Es la más lista de su clase, por eso mi mamá la quiere tanto y la deja cuidarme.

¡Si al menos hubiera tenido su número de celular! Así podría haber platicado con ella y ver si me ayudaba a encontrar algo divertido qué hacer. No sé cómo pero siempre tiene las mejores ideas del mundo, por eso me encanta ser su amiga.

Hasta habría podido ayudarme a descubrir lo que le pasaba a Hugo y, con eso, mi mamá volvería a casa temprano.

Lo malo es que no tenía forma de contactarla y, de todos modos, no me hubiera atrevido a pedirle eso. Ella no tenía tiempo para perderlo en esas tonterías, ya les he dicho que era muy trabajadora en la escuela. Seguramente tenía cosas más importantes que hacer en lugar de andar metiéndose en la vida del niño de la casa verde.

Hugo, el locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora