C4

123K 8.1K 2.2K
                                    

Al primer lugar a donde me dirigí fue en donde peleó por primera vez, recorrí el lugar vacío mientras algunas personas me miraban en la calle, no había nadie. También fui al último lugar en donde supe que Dante boxeó, habían algunas personas esperando una pelea, me encontré con el tipo que siempre animaba nuestras peleas clandestinas, me observó de lejos y luego se acercó a saludarme animosamente.

- Caín ¿Cómo estás? -Me preguntó.

-Estoy bien ¿Y tú? -Le respondí mirando en silencio a las personas que entraban por la pequeña puerta de metal.

-Bien -Respondió. - ¿Qué haces por aquí? ¿Tu pasado te llamó?

-No -Lo miré. -Es sólo que Dante está desaparecido, estamos buscándolo, tal vez puedes haber visto a alguien, qué sé yo ¿No ha venido para acá?

- ¿Dante? -Me preguntó frunciendo el ceño. -Ah, Dante Winstone -Recordó. -No, no lo veo desde hace meses, pero sí sé algo cuenta con que voy a decirte.

-Gracias, nos vemos -Mantuve la distancia y me fui.

Caminé en silencio por las calles que aunque fueran las doce del día parecían ser oscuras, pasé por el bar de Quentin, me encontré con algunos amigos de mi padre, otros trabajadores y ninguno parecía haber visto a mi amigo, también pase por el lugar en donde Mark trabajaba, pregunté y hasta me atreví a entrar a mirar mal a algunos tipos con los que trabajaba él, nadie me dijo nada, pero mi amigo no estaba ahí.

Miré mi celular unas cuantas veces, llamé a Dante sabiendo que me mandaría al buzón de voz, pero siempre había una esperanza. Ni siquiera sonó, de inmediato salió el buzón de voz. Llamé a Ian y a Jaxon, ellos ya se habían enterado hace horas y también estaban por todos lados buscando, pero ni siquiera una pista habían conseguido, sólo me quedaba una opción.

- ¿Caín? -Contestó.

- Hola, papá -Respondí. Era la única persona indicada para ayudarme, aunque esté en prisión y queriendo remediar sus errores, sé que al fin y al cabo me ayudará, aunque deba ensuciar sus manos o las de otras personas con sangre.

- ¿Cómo estás?

- No tan bien -Comenté. -Seré breve. Dante está desaparecido hace dos días, nadie sabe nada de él y mi intuición dice que no es nada bueno.

- ¿Estás en NY? -Le contesté que sí, él tardo unos segundos en responderme hasta que habló nuevamente. -Está bien Caín, pondré a trabajar a algunas personas para averiguar sobre Dante, por el momento no te metas en problemas.

-No prometo nada -Miré la calle que se extendía frente a mí.

-Te llamaré si sé cualquier cosa, ¿Bien?

-Gracias, nos vemos.

-Adiós -Colgó.

Cuando decidí ir a vivir a Inglaterra junto a Cailín, pensé ilusamente que los problemas acabarían, que podría vivir una vida en paz sin más preocupaciones de las normales, como por ejemplo limpiar la cocina, el baño o qué desayunaríamos. Pensé que sólo me dedicaría a boxear para vivir una vida pacifica junto a Cailín, pero me he equivocado. Siento que mi mejor amigo no desapareció porque él quiso hacerlo, realmente me preocupa, nunca he perdido una amistad de esa forma tan veloz y no quiero perder a Dante, realmente si no logro salvarlo, no me lo perdonaría.

Regresé al departamento con un sabor amargo en mi garganta, Annie se encontraba ahí también. La saludé cabizbajo y continué mi camino hasta la habitación de Dante, la recorrí en silencio, pero nada encontré ahí.

-La policía ya revisó todo -Escuché la voz de Cailín.

Volteé a mirarla, sus ojos estaban hinchados, no dije nada y sólo me acerqué a abrazarla. El llanto de ella fue como un reflejo, me apretaba con fuerza y aunque yo también me sentía bastante mal, no puedo soltar ninguna lágrima, no suelo darme por vencido tan rápidamente, no me desespero ni entro en estado de shock, sólo reacciono de inmediato.

DECADENTES © #2 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora