El Retorno. Parte I

579 169 64
                                    

Volver fue grato, aún cuando en el pasado no había sido placentera mi estancia en ‹‹El Refugio››

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Volver fue grato, aún cuando en el pasado no había sido placentera mi estancia en ‹‹El Refugio››. Pero, las cosas cambiarían para todos desde nuestro retorno.

Repartimos el agua milagrosa a los enfermos, alegando —para proteger el secreto de la ‹‹Tierra Mítica››— que se trataba de una medicina experimental creada en nuestro mundo.

Narramos una historia en la que titulamos a mi compañero como un renombrado ‹‹científico militar››, a quien atribuimos el desarrollo de la nueva ‹‹droga líquida›› creada en ‹‹El Refugio›› bajo pedido explícito de Argos (para su beneficio exclusivo, obvio).

Sin embargo, fallecidos él y su esposa en el viaje que habían emprendido, la ‹‹medicina mágica›› ahora estaba al alcance de todos.

La historia funcionó bien. Nadie la cuestionó, y sospechaba que nadie lo haría jamás. Si existían puntos oscuros, ningún ser humano en su sano juicio se esforzaría por cuestionarlos ya que, después de todo, Argos había muerto.

‹‹El Refugio›› cobró, al fin, significado como tal, ya que se convirtió en un lugar seguro para todos aquellos que quisieran formar parte, sin importar su procedencia y sin tener que entregar tributo alguno.

Los trenes y los soldados fueron empleados en nuevas misiones de salvataje. Estos últimos se transformaron en los buscadores de los últimos supervivientes de las guerras que yacían en ‹‹Las Ruinas››.

La fábrica se volvió una escuela y los bienes del palacio se repartieron por igual entre los habitantes, así como también las tierras. Cada familia se encargaba de su propia parcela, intercambiando los productos obtenidos en una especie de sistema de trueque.

El régimen dictatorial, casi monárquico, de Argos se disolvió por completo. Las decisiones importantes eran tomadas por algunos miembros escogidos entre la misma comunidad, que votaban en una especie de Consejo o Asamblea pública. Daniel jugaba un rol fundamental en esta toma de decisiones, ya que se había convertido en un ‹‹ciudadano ilustre›› por todos los servicios prestados.

Así fue que, entre todos, fuimos organizando las bases de la nueva sociedad; bases que representaban valores como la paz, la cooperación, la libertad y la responsabilidad de acción, lo cual significaba que si alguien hacía daño a otro o infringía la ley debería responder cumpliendo diversas tareas en beneficio de la comunidad. Se trataba de una suerte de retribución o acción positiva nueva frente a una negativa— aunque hasta el momento no se había puesto en práctica porque los habitantes de ‹‹El Refugio›› no causaban disturbios—.

Con respecto a mí, podría decirse que ocupaba en el Consejo el puesto de Daniel en su ausencia, lo cual implicaba una gran responsabilidad y me otorgaba cierto poder, facultad que me hacía sentir incómoda. Nunca había deseado tener nada que ver con aquel, ya que traía aparejadas muchas más consecuencias que beneficios. Sin embargo no podía rehusarme, menos cuando tanta gente confiaba en mí. Tampoco podía evitarlo, porque Daniel estaba a cargo de ciertas ‹‹expediciones especiales›› y debía ausentarse en reiteradas, y cada vez más desesperantes, ocasiones.

Eran pocos los que conocían nuestro secreto, entre los que se encontraban los antiguos integrantes de ‹‹El Circo››, que formaban parte del grupo de expedicionistas encargados de hallar los ‹‹Santuarios›› ocultos en la tierra, debido a que Iris nos había proporcionado su ubicación exacta. Esta facción tenía, además, la misión de llevar a estos lugares de salvamento a otros sobrevivientes de la catástrofe que, para sorpresa de todos, eran muchos.

La reina de ‹‹Tierra Mítica›› había decidido no regresar por el momento a nuestro mundo, aunque podía hacerlo puesto que ya no representaba un peligro para sus criaturas. En lugar de eso, había enviado a un ángel mensajero poco después de nuestra llegada, para informarnos que estaba enfocada en una misión de búsqueda.

Era bien sabido que Iris, estaba obcecada en hallar a Jonathan y no descansaría hasta cumplir su cometido. En ese punto nos parecíamos.

Vera tampoco volvería de momento, ya que estaba ayudándola en la localización de su hijo.

De esta forma estaban las cosas: con mi familia en el mundo mágico, y Daniel en sus misiones, eran cada vez más frecuentes las ocasiones en las que me encontraba sola.

Místicas Criaturas. El RefugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora