Capítulo 1

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Capítulo 1

No. No puede ser. No.

He esperado por esto años. He planeado esto desde que supe lo que estaba bien y mal. He luchado por esto más que nada. Ahora no. Ahora no puede haber dudas. No. Ahora, no.

Queridos Papá y Mamá:

Cuando leáis esto, ya no estaré con vosotros. No penséis que esto es una broma o una tontería, porque no. Me he ido. Podéis comprobarlo mirando el armario o simplemente, mirando a vuestro alrededor. Me he ido. Porque es demasiado. Ya no puedo más. Ya no puedo seguir aguantando todo eso. Ya no puedo ni quiero luchar más. Ya no quiero seguir escuchando las cosas que se inventan de mí. Ya no quiero seguir viendo las miradas de asco que todos me dedican. Ya no puedo seguir soportando el ser odiada y humillada por todos. Ya no más...

Y lo siento. Lo siento tanto. Lo siento tanto por vosotros. Porque vosotros me habéis dado todo lo bueno. Me habéis enseñado lo que está bien y lo que está mal. Lo que es ser una familia. El cariño de un padre y el gran amor de una madre. Todo eso me lo habéis enseñado vosotros y os lo agradezco. Os lo agradezco muchísimo. Y os quiero. No os podéis imaginar cuanto os quiero pero, toda la situación, me supera. Ya no puedo con ella. Ya no me quedan fuerzas para luchar, y, por eso, me fui. Y quiero pediros que no me busquéis. Que no hagáis nada por encontrarme. Por favor.

Volveré. Algún día volveré, os lo prometo. Pero, de momento necesito olvidarme de todo y empezar una vida nueva en la que no tenga miedo de expresar mis emociones o pensamientos.

Os quiero contar algo que, seguramente no sabéis:

Cuando comenzó todo ese infierno, vosotros siempre, SIEMPRE, estuvisteis a mi lado, apoyándome y limpiándome las lágrimas. Sin embargo, descubrí algo que me hacía escapar de la realidad. Algo que me liberaba de todo por un rato. Busqué y aprendí sobre ello, y, un año después, encontré una solución al problema. Aprendí su idioma, gracias a alguien que conocí y me ayudó muchísimo, y decidí que cuando tuviera todo a mi disposición, me iría.

Y vuelvo a pediros perdón. Y os lo pediré todos los días de mi vida. Porque sí. Porque sois los mejores. Y porque os quiero.

Tan solo, esperadme. Porque os prometo, que volveré.

Os quiero.

Con amor.

Lisa

 

Ya está todo dispuesto. Todo está a una llamada. A una llamada de terminar. Y no puede haber dudas. No.

Sólo un día. Tan solo unas horas para que todo termine y empiece a la vez.

Dejé la carta encima de la cama y miré, por séptima vez, el reloj. Las cuatro y media de la mañana. A las cinco tenía que estar en la estación de autobuses, para coger un autobús que me llevase al aeropuerto, y, a partir de ahí, al lugar donde comenzaría mi vida de nuevo.

Sé que va a ser difícil. Muy difícil al principio, pero no puedo abandonar.

Tengo algunas cosas planeadas:

He ahorrado, durante los seis años que me costó aprender el idioma, lo suficiente como para poder sobrevivir allí durante dos meses, meses en los que buscaré un lugar donde quedarme y un trabajo para sostenerme. Será duro, pero confío en poder salir adelante.

***

—Esperamos que disfruten del viaje—escuché hablar al piloto.

Me esperan unas doce horas de viaje y llegaría allí sobre las 16:00 de la tarde. La verdad es que llegaré bastante ajustada ya que allí se suele cenar a las 18:00 de la tarde. La diferencia horaria entre España y Corea es de +7:00 horas. Una de las cosas que más me costará, será acostumbrarme al horario.

Lo mejor que puedo hacer para que se me haga el viaje más liviano sería dormir, pero sabiendo que a las cuatro horas de llegar allí tendré que irme a dormir, me hace pensar que no es la mejor opción. Sin embargo, mi cuerpo siempre tiene que llevarme la contraria.

Señorita, señorita—sentí como alguien me zarandeaba suavemente.

Abrí los ojos para ver qué era lo que pasaba.

Queda poco para que aterricemos, por favor átese el cinturón—nada más que decir, la azafata se alejó de mi asiento y se dirigió a despertar a algún que otro pasajero, que como yo, se habían quedado dormidos.

Me abroché el cinturón y me dediqué a mirar por la ventana.

Una vez en el aeropuerto, me dirigí a un mostrador de información para solicitar información sobre cómo llegar al centro de la ciudad. Una chica muy amable me pidió el número de mi hotel y, ella misma se encargó de llamar y preguntar cómo llegar. Gracias a su ayuda, en menos de media hora estaba montada en un autobús que me llevaba directamente a la calle donde se encontraba mi hotel. Agradecí enormemente que me indicase que autobús coger porque si no, seguramente me habría perdido.

El hotel no era una maravilla precisamente, pero había sido el más barato que había encontrado. Además, una de las ventajas de Seúl es que puedes coger el tren o el metro para llegar a cualquier lugar.

Subí a mi habitación. Era pequeña, pero acogedora. Comencé a deshacer las maletas para darme una ducha. Solo podría estar en el hotel durante una semana, así que, tendría que hacer todo lo posible por encontrar un lugar donde quedarme.

Era relativamente tarde, por lo que mejor sería empezar a organizar todo eso mañana. Ahora, lo mejor que podría hacer sería explorar un poco el lugar y habituarme a su vida. Aunque una de las cosas que más miedo me da, es el perderme y no saber cómo volver al hotel. Poder podría preguntarle a alguien pero, eso no es algo que se me dé especialmente bien. Tan solo, espero que eso no suceda.

***

Mi vida, Mi sueño y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora