Capítulo 41 🌙

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Asher

Las risas de mis hermanos hacen eco en el bosque mientras termino de vestirme. ¿No pudieron interrumpir en otro momento? A mí no me interesa ser el blanco de sus chistes patéticos, pero a Arianne sí. Mantiene la cabeza agachada y el rostro sonrojado. Su bonito cuerpo está cubierto por mis chupones y el top casi roto. Soy un salvaje cuando se trata de ella. La quiero en cualquier parte y a todas horas. No es suficiente. Una sola vez no será suficiente.

—Les patearé el trasero si vuelven a decir algo —mascullo —. No hay nada de qué avergonzarse, bonita.

Acepta mi chaqueta cuando le ofrezco para cubrirse. Sus pequeños pechos están casi expuestos y tenso la mandíbula. Si uno de mis hermanos la mira...

—¿Cómo enfrentaré a tus padres en estas condiciones? —pregunta.

—No tienes que hacerlo —Le beso en la frente —. Sube a nuestra habitación y yo me haré cargo. ¿Está bien?

Suspira.

—Sí.

La mantengo cerca de mí cuando nos reunimos con los demás. Axel y Andrew siguen con las risas mientras Ashton empieza a caminar. ¿Por qué vinieron los tres? Uno solo bastaba. Imbéciles infantiles. Ahora debo averiguar si mamá está involucrada. Necesito saberlo y escuchar la verdad de una vez por todas. La duda me consume, la ansiedad es insoportable.

—Huelo a licántropos en celo —Andrew inhala el aire.

Le doy una mirada amenazante y retrocede.

—Vuelve a abrir la boca y romperé tu cara. ¿Qué haces aquí de todos modos? Deberías estar con Emmie.

Axel ríe.

—Su suegro no le permite estar muy cerca hasta la ceremonia.

Froto los brazos de Ari con una sonrisa presumida. Agradezco que mi familia no siga ninguna ridícula tradición. Estaría muy jodido.

—Te compadezco, hermano.

Le echa un vistazo a Ari quién permanece callada y aferrada a mi cuerpo.

—¿Todo bien, corazón? —pregunta Andrew —. Parece que mi hermano no te da un descanso.

Se me escapa un gruñido.

—Vete a la mierda y déjala en paz.

Ashton rueda los ojos.

—¿Pueden parar con sus estupideces? No tenemos todo el día.

—Por favor, basta —espeta Arianne, mortificada —. Olvidemos este asunto, ¿de acuerdo?

Mi sonrisa aumenta y decido no hablar más para no incomodarla. Cuando estamos cerca de la casa del druida, puedo olerlos inmediatamente.

Mis padres.

Me estremezco y trato de mantener la calma, pero es inevitable sentirme nervioso. Tal vez los argumentos de mi madre me cambiarán la vida esta noche y existe la posibilidad de que nunca vuelva a ser el mismo.

—No tengo idea que dirá mi madre, pero no dejes que ella te afecte —Miro a Arianne y acuno sus mejillas con las manos. Ella suspira suavemente —. ¿De acuerdo?

Asiente.

—De acuerdo. Te amo.

—Y yo a ti, amor.

Le doy un beso corto y entonces abrimos la puerta.

Mis padres están sentados en el sofá de la sala mientras Audrey les sirve una taza de café. Puedo notar que mamá sostiene un pañuelo mientras limpia sus lágrimas. Verla me llena de rabia y rencor. Cualquier oportunidad de ser sereno se evapora.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora