Abrió la puerta de la habitación y dejamos las maletas a un costado de esta. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Solté su mano bruscamente y le dediqué mi peor mirada.
-Juro por mi familia que voy a hacerte la vida imposible.-dije antes de meterme más en la habitación. Sentí su risa, demasiado sensual para el momento. Volteé a verlo.- ¿Qué es tan gracioso?-arqueé una ceja. Me sonrió.
-Tú lo eres.
-Oh, si que bien que te haga gracia, porque a mi no.-dije de mala gana. Volvió a reír.- No entiendo de que mierda te ríes.
-Ya te dije, de ti.
-¿Acaso soy un payaso?
-No, que yo sepa los payasos sonríen, tu no.
-De verdad no puedo creer que exista una persona tan desagradable como tu.- volví a darme la vuelta, lo sentí acercarse a mi.
-Lo dices porque aun no has estado en la cama conmigo.
-¡Asqueroso!-sentencié dándome la vuelta.- Kendall eres un asco.-me alejé de el. Solo sonrió.
-Admite que mueres por estar conmigo.
-Vuelve a decir algo que implique sexo y mi nombre en la misma oración, y no vives para contarlo.- me metí en lo que parecía ser el baño.
Esa habitación era una locura, pero claramente era para dos personas que estaban felizmente casadas porque yo no disfrutare de esta habitación estando junto a Kendall.
Apoyé mi bolso sobre el lavabo y me mire al espejo. Estaba hecha un desastre. Me lavé la cara, cepillé mis dientes y até mi cabello.
Salí del baño y me encontré con Kendall tirado sobre la enorme cama, el estaba viendo las noticias. No me dedicó su mirada así que seguí con mi paso hasta mi maleta, pero antes tiré mi bolso al lado de Kendall, sobre la cama.
-Dime que parte del closet usaras.-dije secamente.
-La que tú me dejes.-dijo sin despegar la mirada del televisor.
Bien, el había comenzado con el jueguito, yo se lo había seguido, y luego los dos nos atacamos, pero yo tenía una nueva idea.Schmidt, tendrás que dejar tu ropa dentro de la maleta porque espacio no tendrás.
Reí en voz alta sin darme cuenta, Kendall volteó a verme extrañado.
-¿Te encuentras bien?-preguntó casi en una risa. Y si, no te encuentras a una persona risueña sin sentido todos los días
-Muy bien.-dije conteniendo una risa. Ciertamente su cara daba gracia. Tenía un brazo extendido sobre la cama y las piernas abiertas, casi que se reía pero no se si era una risa o una mueca que se confundía con una risa.- Aparte no preguntes porque no te interesa.-agregué. Se puso serio.
-Siempre con tus acotaciones estúpidas.-dijo y volteó a ver el televisor de nuevo. Sonreí para mis adentros, me sentía malvada.- Aparte si pregunto es porque me interesa. ¿No crees?-agregó.
-Dios, por favor, haz que cierre la boca.-dije casi en un suspiro. Rió.- ¿Por qué ríes por todo?-pregunté doblando una blusa.
-Bien, no puedo preguntar porque según tú, no me interesa, y tampoco puedo reír. Dime, ¿Controlaras mi vida?
-Digamos que capaz.-dije rodando los ojos. Me miró atento.- Es feo cuando controlan tu vida. ¿Cierto?
-Y claro que si. Uno es uno y hace lo que quiera con su vida.
-Pues repítetelo a ti mismo.-dije secamente. Rió.- Yo no puedo controlar tu vida pero tu puedes controlar la mía.-dije. Asintió.- Imbécil.- rió.
-Es que es feo que controlen tu vida pero esta divertido controlar la vida de otro.- dijo. Reí sarcásticamente.
-Nunca pensé que existiera una persona como tu.-dije con recelo en mis palabras. Me miró.- Kendall, querido Kendall, no sabes con quien te metes.-agregué. Me sonrió.
-Estaba pensando…-dijo mirando el techo.- Una persona como yo… pero ¿en que aspecto?
-Es que tu eres…-buscaba la palabra correcta.- eres…
-¿Sexy?-dijo arqueando una ceja. Reí.- Se que te atraigo linda, no lo niegues.-volteó de nuevo.
-Si, me atraes tanto.-dije sarcástica. Rió.- Eres tan imbécil.
-¡Que lenta eres!-sonrió. Seguía mis movimientos con su mirada.- Tendría que haber comprado a la morena con ojos color miel.
-Pues hubieras.-dije de mala gana. Me sonrió.- Tu estúpida sonrisa me esta poniendo de los pelos.
-¿Te gusta?
-No. Ciertamente, me repugna así que intenta no reír.- dije. Volvió a reír.
-Huele a celos.-sonrió.- ¿Te molesta mi hermosa sonrisa _____?
-Que egocéntrico eres Kendall.-dije molesta. Me sonrió.- Y tienes un diente algo chueco.-agregué.
-Mentira.-sentenció.- No tengo ninguno chueco.-dijo haciendo una mueca. Se levantó de la cama y caminó hasta el baño. Vi como se ponía frente al espejo.
-No tengo ninguno chueco.- Dijo revisando su dentadura,
Volví a reír. Es que pensé que no le importaba lo que yo le decía pero al parecer si.
Luego de eso, sin decirme nada se volvió a recostar en la cama. Terminé con mi ropa y entré de nuevo al baño, necesitaba una ducha, me sentía agotada, y tenía hambre.
No tuve en cuenta que al salir Kendall estaría ahí. Y yo con una toalla rodeando mi cuerpo desnudo, no era nada bueno. Respiré profundo, no podía salir de ahí con Kendall recostado en la cama, tenía que hacer algo para que el se fuera.
-¿Kendall?-asomé mi cabeza a la habitación. Volteó a verme.- ¿Puedes irte un segundo?-arqueó una ceja.
-¿A dónde pretendes que me vaya?-dijo sin entender.
-No se, ve abajo pero vete.
-¿Por qué?-preguntó confundido.
-Quiero cambiarme en paz.-dije con pesadez. Me sonrió.- ¿Puedes irte?
-No, no me iré.-dijo y volteó de nuevo al televisor.
-Por favor.-dije ya cansada. Ni siquiera me respondió.
Supuse que no se iría así que salí del baño, así con la toalla que apenas cubría mi cuerpo. Tenía que enfrentarlo, después de todo iba a pasar mucho tiempo a solas con el.
Sin exagerar ¿eh? Me miró desde que entre a la habitación y mientras busqué mi ropa, hasta que me volví a meter al baño para cambiarme.
Salí con un vestido de playa y debajo mi bikini. Sin darle importancia a su mirada tomé mi bolso.
-¿Se puede saber a donde vas?-dijo desde la cama. Volteé a verlo.
-A pasear.
-Ni lo piense señorita.-se levantó de la cama y caminó hasta su maleta.
-Resulta que ahora soy señorita, y hasta hace 3 horas era una niña. Wow, que rápido crecen los niños. ¿Verdad?
-Déjate de tonterías.-dijo mientras abría su maleta.- Voy contigo.
-Ni lo sueñes Schmidt.-dije abriendo la puerta. Vi como se bajaba los pantalones dejando una perfecta vista.- ¡Kendall!-dije exaltada y cerré la puerta para que nadie que pasara lo viera.
-¿Qué pasa?-me volteó a ver. Me cubrí los ojos.- Ah, ya veo.-dijo riendo.- Disculpa, pero si me cambio en el baño se que te iras, en cambio así no te iras.
-No me apetece verte desnudo.-dije volteando hasta la puerta. Apoyé la cabeza sobre esta.- Apúrate porque de verdad me quiero ir.-agregué.
-Listo.-volteé y estaba en maya con el torso desnudo.- Espera que busco una remera y vamos.-volvió nuevamente hasta la maleta.- Pregunto…-lo miré.- ¿Vamos a la playa?
-Creo.-Dije tratando de no mirar tanto su cuerpo.
-Entonces… ¿Llevo toalla?-me miró.
-Kendall…lleva lo que quieras pero apúrate.- Dije fastidiada
-Okey, okey, pero luego no digas que soy yo el que te trata mal.-dijo dándome un poco de lastima. Agarró sus lentes de sol mientras se colocaba el suéter.- Vamos.-me abrió la puerta.
Sin decir mas nada salimos de la habitación. Nos metimos en el elevador y bajamos hasta el primer piso. Al salir del hotel Kendall miró a ambos lados.
-Yo no he venido nunca aquí, así que fíjate bien en que parte de México estamos porque si no nos perderemos.
-Okey.-dije no muy convencida.- Vamos a la playa.
-Bien vamos.-dijo tomando mi mano. Me aparte.- ¿Ahora que?
-Sin contacto físico por favor.
-Ah ya veo, esperas a esta noche.-dijo al descuido. Asqueroso, sucio.