-¿Qué?-dije estúpidamente.- ¿De que hablas?
-Eres virgen.-dijo entre risas.
-Oh vamos Kendall, dime si eso es algo malo.
-Claro que lo es. Con 16 años aun eres virgen.-rió.
-Primero, no es malo y segundo no soy virgen.
-Si claro _____, yo tampoco lo soy.-dijo sarcástico.- ¿Crees que me creeré esa?
-Kendall, cree lo que se te dé la gana.-me metí un pedazo de pollo a la boca para no gritarle.- Y no metas en mi vida.- agregué luego de tragar.
-Como digas.-carcajeó.- Pero si necesitas quitarte esa molestia puedes venir a mi habitación.
-¡Depravado!-grité antes de tirarle la canasta de pan por la cabeza.- ¡Eres un asqueroso!- me levanté de la mesa.
-¡Que exagerada!-dijo molesto mientras levantaba el pan.- Solo te estaba proponiendo algo.-agregó ahora entre risas.
-¿Sabes que?-dije de mala gana.- Vete a la mierda.-grité cerca de su cara.- Te odio.- y salí corriendo escaleras arriba. Tras mis pasos venía el.
-¿Me odias en serio?-gritó cuando detuvo la puerta que yo había intentado azotar.
-Si, te odio más que a nadie ni a nada en el mundo.
-Odiar es un sentimiento muy feo.-dijo mientras cerraba la puerta.
-¡Muérete!
-No, no tengo ganas.-respondió riendo.- Estaba pensando que tal vez…-decía mientras se acercaba a mi.
-Te vas alejando si no quieres guerra Schmidt.
-Oh, vamos ______, ven aquí.-dijo pegándome a el.
-Me sueltas o sufres las consecuencias.-dije amenazante. El solo rió. Levanté mi rodilla y golpee su parte más sensible, me soltó para agarrarse la zona golpeada.- Yo te lo advertí.-me aleje de el y me encerré en el baño.
-Ya ______, sal de ahí en este instante.
-No.
-Dije ya.-gritó desde el otro lado de la puerta.
-Yo dije no.-grité sentándome en el suelo, contra la puerta.
-______ quiero que abras esa puerta si no quieres que la tire abajo y no me importara que estés ahí, te juro que la tiro.
-¡Oh que miedo!-dije sarcástica.
-¡SAL DE EL PUTO BAÑO!-gritó histéricamente mientras golpeaba la puerta bien duro.
-Que mal educado eres.-dije burlona.
-No te conviene hacerte la loca.-dijo con furia en sus palabras.- Quiero que salgas.
-¿Qué pasara si no salgo?-dije.
-Ya no juegues.-dijo de mala gana. Sentí como se apoyó en la puerta.- Quiero que salgas. No te haré nada, pero solo sal de ahí.
-No.
-¡POR FAVOR!-gritó con desesperación.
-Salgo de aquí si tu sales de mi habitación.
-No, sal de ahí y hablaremos.
-No. Sal de mi habitación y cuando se te pase el enojo hablaremos.-dije firmemente. Dio una patada a la puerta. Luego de eso sentí que azotó la puerta de mi habitación y no más ruidos. Supuse que se había ido.
Abrí con cuidado la puerta y asome mi cabeza. Miré la habitación de un lado al otro y luego salí. Tenía miedo de que el aun estuviera ahí. Para mi suerte no estaba.
Tenía que hacer mis maletas para irnos a México así que tomé mi maleta y abrí el armario.
Una cosota se abalanzo sobre mi haciendo que cayera al suelo. Pegué el grito más fuerte que pude pero al levantar mi cabeza vi a Kendall riendo sobre mi.
-Salte.-grité exaltada.- Voy a gritar.-estaba enojada.
-Es mi venganza.-dijo entre risas.- Grita vamos.
-Tu deseos son ordenes.-dije antes de gritar lo mas que pude.
Pero esa fue una mala idea porque tres de las chicas que limpian entraron con palos a la habitación. Okey, cuando Kendall decía que gritara pensó que no lo haría en serio.
-¿Qué esta ocurriendo?-gritó una de las mujeres.
-Oh, perdonen.-dijo otra de ellas tapándose los ojos.
-Ah, Ehmm, nosotras pensamos que a la señorita le pasaba algo.
Kendall abrió los ojos bien grandes. Me miró a mi y luego a las señoritas, apoyó su cabeza en mi pecho.
-¡Kendall!-grité exaltada. Me pellizcó la pierna en señal de que permaneciera en silencio.
Se levantó de encima mío y me estiró la mano para que la tomara. Solo me levanté haciendo caso omiso a su ayuda.
-Pueden retirarse, aquí esta todo más que bien.
-Disculpe señor.-dijo una de ellas.- Ya nos retiramos.- Y salieron de la habitación dejándonos completamente solos.
-Ahora si no te importa…-me alejé de el.- voy a hacer mis maletas.
-No señorita.-me tomó del brazo.- Nosotros dos vamos a hablar.
-Okey, háblame mientras busco que ropa llevare.
Se sentó en mi cama con mala cara y comenzó a seguir cada uno de mis movimientos. Saqué ropa de mi armario y la tire sobre la cama, comencé a elegir cada cosa que queria y que no.
-¿Vas a escucharme?
-Podría escucharte si me hablaras.-dije de mal modo tirando unas blusas dentro de la maleta.
-Bien.-se acomodó y me miró. Agarró un sostén y se quedó mirando.- Woow.
-Deja eso.-se lo quité de la mano y lo tire fuera de su alcance.- Imbécil.-murmuré mientras agarraba buscaba unos jeans.- Ya habla.-dije de mala gana.
-¿Por qué gritaste de esa manera?-aun seguía mirando cada uno de mis movimientos.- La idea no era que gritaras.
-Yo te advertí que gritaría y tu no me creíste. Ahí tienes, para que veas que no estoy jugando cuando te digo algo.
-Bien, solo te voy advirtiendo que si vuelves a hacerlo te va a ir mal.
-¿Ah si?-arqueé una ceja.
-Si, así que no te atrevas a buscar el malo en mí.
-Ah claro, es que eres tan bueno.-dije sarcástica.
-¿Dices que soy malo?
-Mmmm…no claro que no.-dije sarcástica.- Lo que si, eres muy fastidioso.- dije caminando hasta el closet nuevamente, saqué mas ropa.- Molestas todo el día.-tiré la ropa sobre el.
-Hey.-dijo sacándose una blusa de la cabeza.- Luego dices que yo soy el fastidioso.
-Me acabo de dar cuenta que solo aparentas ser un no se que, pero en verdad eres otra cosa.
-¿Qué?-dijo arqueando una ceja.
-Que te haces el malo y hablas como si fueras superior a mi. Pero en el fondo de toda esa mascara, bien al fondo, muy al fondo….
-Bueno, ya.
-Eres bueno.
-¿Bueno?-hizo una sonrisa estúpida.- ¿Crees que soy malo?
-Si, en verdad conmigo eres malo.
-No soy malo. Lo que pasa es que tu siempre me alejas de ti.
-Es que pareciera que quieres violarme.-arqueé una ceja mientras metía mas ropa a la maleta. Solo sonrió pícaramente.- Hey, no te pases.-grite tirándole un buzo.- Ni pienses que alguna vez me tendrás en tu cama.
-_____, es un hecho.-dijo con una sonrisa.- Dentro de poco serás la señora Schmidt y compartiremos la cama.
-Ni lo sueñes.-dije de mala gana.- No dormiré contigo.
-Si lo harás.
-No lo haré. No puedes controlar mi vida así como quieras.
-Te tranquilizas.-me dijo lanzándome un pantalón.
-¿Qué haces?-ahora se lo tire yo.
-Tu empezaste.-me lo devolvió.
-No, tu me lo tiraste primero.- se lo tiré de vuelta.
-Es tuyo déjatelo.- me lo volvió a tirar pero con mas fuerza.
-Muérete.
-¿Por qué ese deseo de que me muera?-dijo arqueando una ceja. Hizo una mueca.
No se porque pero me arrepentí de haberle dicho eso. Lo había hecho sentir mal.