t r e i n t a (i)

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Me pregunté por qué Aerin no llamó y aporreó la puerta de la casa de Haneul como hacía cuando se presentaba en mi apartamento. Esperamos con algo de impaciencia. Yo encajé las manos en los bolsillos de mi pantalón, y Aerin se cruzó de brazos.

— Como haya venido aquí para nada... — protestó.

— Quemo su casa. — concluí yo. Aerin me miró con las cejas enarcadas. — ¿Qué?

— ¿Siempre tienes que decir que vas a quemar cualquier casa?

— No sé.

— Tengo la sensación de que eres el protagonista de algún libro que acaba descubriendo su piromanía y acaba quemándose vivo al final. — dijo, asintiendo convencida. Volvió a mirar hacia la puerta aún cerrada. Después echó un vistazo al reloj plateado de su muñeca. Suspiró. — Estoy perdiendo el tiempo. Debería haberme quedado en casa viendo alguna película.

Aerin estuvo quejándose la mitad del camino. Al principio, cuando salimos de mi apartamento, parecía estar ilusionada por el tema de la fiesta. Brincaba como la buena cabra loca que era, a mi alrededor, me contaba sus planes ''malignos'' para ''arruinar'' la fiesta del equipo Zorra y hablaba con un tono de voz demasiado alto. Luego, la ilusión se le fue de un plumazo. Empezó a quejarse, a arrepentirse. Y no me quedó más remedio que aguantarla. A pesar de que Aerin se presentó una hora antes para ser puntuales -no entendía por qué quería ser puntual si su naturaleza siempre le hacía llegar diez minutos tarde- se entretuvo comprando todo tipo de hamburguesas en un McDonalds que estaba de paso. Así que llegamos a la supuesta fiesta a más de las diez de la noche.

La puerta de la casa de dos plantas se abrió por fin. Estaba rodeada por un pequeño jardín, y la música a todo volumen se escuchaba desde fuera.

Aerin le dedicó una sonrisa demasiado falsa a Haneul, que vestía un apretadísimo vestido de color rosa chillón. Hice ademán de irme, pero Aerin me agarró con tanta fuerza de la muñeca que acabó clavándome sus uñas.

— ¡Holaaaa! — gritó. Pensé que debía estar sorda y por eso chillaba tanto.  — ¡Pasad, pasad!

— Ay, Haneul, ¡tu maquillaje está mejor que nunca...! — soltó Aerin, sin dejar de sonreír, fingiendo estar asombrada. Después se acercó a mi oído, para poder hablarme con un tono de voz relativamente normal. — Vamos a buscar la cocina para coger unos cuchillos bien afilados. Quiero degollarme después de ver ese desastre de pestañas. Parece un jodido orco con pintalabios y pestañas postizas. ¡Ew!

— ¡Hola, Yoongi! — Soyoung me vio y se acercó a mí con dos vasos de cerveza. Acepté uno de ellos sin decir nada, pero se lo di a Aerin en cuanto Soyoung se alejó creyendo que movía las caderas de una manera decente. Parecía una oruga. — Toma, para ti.

Aerin miró el vaso con desconfianza mientras caminábamos hacia un corro de gente. — ¿Es pis?

— No lo sé, pero lleva droga seguro.

— Ay, qué bien. — dijo, irónica. — Me encanta la droga.

Vi cómo sacaba la lengua como si fuera un maldito perro bebiendo agua y probó la cerveza. Puso cara de asco, agitó la cabeza y me devolvió el vaso. No pude evitar reírme al ver su reacción. Siempre actuaba de una manera graciosa. — ¿No te gust-

— ¡Es pis! ¡Sabe a pis!

Negó enérgicamente con la cabeza y se quedó quieta un par de segundos, dudando entre seguir hacia el corro de gente o continuar al margen. Volvió a poner su cara de irritación y de ''vengo-aquí-a-ser-la-mayor-perra-de-todas''. De repente, sentí la mano de alguien en mis espalda. Miré hacia atrás. No esperaba encontrarme a Sojin allí, y tampoco esperaba que me empujara hacia la gente. Aerin se quedó atrás, pero Sojin estiró su mano y también tiró de ella.

First Love » Suga; BTS✔ ¡Segunda parte ya a la venta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora