Capítulo 8

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El sistema de cámaras era bastante sencillo, contaba con quince plantas y en cada una se habían situado diez cámaras. Mis ejercicios con ellas eran de lo mas variados, podía elegir a uno o, en caso de requerirlo, a varios empleados para practicar. Contaba con cinco monitores desde los cuales podía seguir paso a paso el desarrollo de mis ejercicios.

El piso quince estaba vacío la mayor parte del tiempo por lo cual Eva y yo gozábamos de una considerable libertad.

Hoy me concentraría en la octava planta, requería algo de esfuerzo por mi parte pero, considerando que apenas un tiempo atrás solo era capaz de llegar a las plantas más cercanas, era una enorme mejora en el rango de mis habilidades. Si seguía mejorando a ese ritmo en unos meses tendría a mi disposición el edificio completo. A la par de el aumento de mi alcance también se desarrollo mi facultad para captar y manipular información más precisa, como razonamientos inmediatos, pensamientos y recuerdos.

Pero las cosas no iban bien para todos, ya que por otro lado Eva se encontraba bastante frustrada. Tanto su mente como su cuerpo acababan agotados tras sus sesiones de entrenamiento. Sin embargo por mucho que se esforzaba, no lograba pasar de la marca de dos kilogramos que había conseguido al iniciar su entrenamiento.

Un grito lleno de rabia me distrajo de mis intentos por atrapar la mente de uno de los empleados especialmente aburrido.

-¡No puedo más, me rindo!. ¡Al diablo con esto, nunca pedí ser parte de este maldito experimento! -exclamó mi compañera.

Ya había perdido la cuenta del número de veces que Eva había renunciado a su entrenamiento. Al final siempre volvía a intentarlo luego de un par de horas.

-Podría dar un vistazo a tu mente -ofrecí en un intento de ayudar-. Mi habilidad no se desarrolló hasta que la forcé a hacerlo. Tal vez podría intentarlo con la tuya.

-No lo sé -respondió con honestidad-. Confió en ti pero no estoy segura de querer a alguien hurgando en mi mente.

-Prometo no tocar nada. Si te hace sentir mejor, yo tampoco me siento muy cómodo haciéndolo.

-La dejarás justo como la encontraste, ¿cierto?.

-Lo juro.

-Bien, aún puedo arrojarte una de las pesas si sospecho que estas mirando donde no debes -aseguró con un largo suspiro de resignación.

Entrar en la mente de Eva fue una experiencia peculiar. Desde el primer momento tuve la sensación de de que si ella no me quisiera allí, ni siquiera podría asomarme a la superficie. Sin duda estaba dentro, la sensación de fondo era igual a la que siempre percibía al ingresar en cualquier mente, pero se sentía extrañamente vacía... No, en realidad contenía más información que la que había percibido antes. Lo que ocurría era que no tenía acceso a nada de aquello. Por primera vez comprendí la expresión "muros mentales", que en ocasiones habían mencionado los científicos en las pruebas.

-«Impresionante» -comenté en mi mente.

- «¿Qué es impresionante?. Espero, por tu bien, que eso no signifique que estas rompiendo tu palabra» -respondió inesperadamente la voz de Eva.

Después de un segundo, en el cual mi mente se esforzó para aceptar el hecho de que aquella voz no había llegado a mí a través de los medios convencionales, finalmente respondí:

-«No tenía idea de que pudiese hacer eso, aunque no me quejo, podría ser útil mas adelante. En fin, volviendo a lo importante, necesito que me permitas acceder de otro modo no seré de mucha utilidad».

-«!Buena idea!. En momentos como este sería bastante útil para mí, el saber hacer ese tipo de cosas» -respondió ella sarcásticamente.

-«Tu pusiste esos muros allí, deberías poder retirarlos».

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